Capítulo 15

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BRENIN

1 mes después.

Con cuidado de no estropear nada termino de rellenar el último panecillo, lo dejo con cuidado junto a los otros dentro de la bandeja y sonrío complacido con haberlo hecho bien para mi pelirroja.

—¿Terminaste? —la voz de Rosita interrumpe mi momento de admiración.

—Ajá —señalo con mis manos mi obra de arte—. Todo listo.

—Muy bien, ¿Puedes llevarlos a la mesa?

—Si, ¿a qué hora llegan los invitados? —pregunto tomando el plato.

—Mh...—ve la hora en el reloj de su muñeca—. Deberían comenzar a llegar.

—¿Y dónde esta Aurora?

—Debe estar arreglándose, Isa quería hacerle trenzas.

Asiento con la cabeza una vez y salgo de la cocina adentrándome en el desorden que es el comedor. Personas van y vienen llenando las mesas de comida y bebestibles para celebrar a mi princesa.

Dejo el plato que traigo junto a los demás y lo admiro unos momentos mientras los comparo con los otros. Se nota de lejos que no fue hecho por los cocineros porque los panecillos no están bien ordenados ni bien rellenos, pero me encojo de hombros y tomo uno metiéndomelo en la boca.

—Jodidamente delicioso —murmuro yendo hacia el ventanal.

Más personas arreglan todo fuera alrededor de la piscina que Chris mando a instalar hace dos semanas solamente para este día. Ruedo los ojos y me apoyo con el hombro en el borde de la ventana viendo al personal moverse.

—Esta quedando todo muy lindo —Antón menciona—. Todo para nuestra pelirroja.

—Sigo creyendo que Chris exageró un poco.

—Ella merece lo mejor—me gruñe.

Niego con la cabeza y suspiro.

—Lo sé, pero aún así...

—¡Hey! Aquí estás —la voz de Isa llega de mi espalda.

Volteó hacia ella y veo como se acerca hacia donde estoy, mi ceño se frunce y busco tras ella al pequeño torbellino.

—¿Dónde esta Peter? —consciente de que siempre anda con él colgando de su cadera.

—Con su padre, haciendo... —levanta los dedos para hacer comillas—. Cosas de hombres.

Una pequeña risa se me escapa ante su tono de celos y la atraigo a mi pecho rascando su cabeza con mis nudillos.

—¿Estas celosa de tu marido? —le desordeno el pelo mientras ella chilla y me golpea el estomago con fuerza logrando que la suelte.

—Idiota...—ordena su pelo mientras yo recupero el aire debido al golpe—. Y no estoy celosa.

Prácticamente gruñe las palabras y me hace reír nuevamente.

—No puedes ponerte celosa por eso—me burlo—. Además tiene 8 meses, piensa que lo tuviste solo para ti por 9 y Chris no se quejaba.

—¡Es distinto! —se enoja más y me ataca nuevamente la risa.

—Es tan facil fastidiarte —me río con más fuerza ante su ceño fruncido.

Mi risa se corta abruptamente cuando los pasos acercándose junto al aroma a maracuyá llega a mi nariz y volteo hacia donde sé que viene para poder verla.

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