AURORA
DOS SEMANA DESPUÉS.
Me despido de todos los que veo mientras avanzo por el pasillo, he estado todo el día trabajando en la clinica y los pies ya me duelen.
Ha sido un día agotador, sobre todo porque al parecer todos los cachorros se pusieron de acuerdo para nacer hoy. Estuve en tres partos y dos de ellas primerizas que duraron un par de horas, pero al menos todo salió bien.
Llego al mesón de recepción y Lucia se encuentra ahí verificando su agenda.
–Adios chicas –me despido con la mano–. Nos vemos mañana.
–Adios linda –Lucia me sonrié–. Nos vemos.
Sigo caminando acercándome hacia la salida principal con la imagen de mi cama en la cabeza y la idea de solo quitarme las zapatillas cuando ese aroma delicioso de café y bosque llega a mi nariz haciéndome sonreír.
La puerta de la clinica se abre cuando me despido del guardia e inmediatamente mis ojos conectan con los verdes intensos de él.
Una sonrisa ladeada se forma en sus labios y avanza a paso firme para encontrarme.
–Hola roja –toma mi barbilla alzando mi rostro y sus labios caen en los míos con suavidad–. ¿Qué tal tu día?
Un suspiro se me escapa cuando vuelve a besarme castamente y practicamente me derrito contra él cuando la paz que da estar a su lado se une con mi cansancio. Una risa ronca brota de su pecho cuando me apoyo contra él suspirando y sus manos acarician mis brazos.
–¿Cansada? –pregunta besando mi cabello.
–Agotada –afirmo–. Solo quiero llegar a casa y quitarme las zapatillas.
Sus manos se deslizan hacia mis hombros mientras yo escucho el latir calmado de su corazón y el peso en uno de mis brazos desaparece cuando me quita el bolso. Lo miro con los ojos prácticamente cerrados de agotamiento y toma mi rostro logrando que lo mire fijamente.
–¿Quieres que te cargue?
Solté una pequeña risa y negué.
–No, solo no quiero caminar –me acerque besando sus labios–. Así que tendras que teletransportarnos.
–Está bien –rió abrazandome–. Apparere.
Un pestañeo y ya estabamos en nuestro hogar, de pie en medio de nuestro salón. Solté un suspiro y camine arrastrando los pies dramaticamente hasta nuestro sillón dejandome caer sobre él.
Miré hacia mi derecha donde el fuego de la chimenea flameaba con intensidad y cerré brevemente mis ojos ante el calor que emanaba y daba justo en mi rostro.
–¿Quieres comer algo? –La voz de Brenin llegó a mis oídos.
Negué sin abrir mis ojos ante la comodidad en la que me encontraba, pero sabía que eventualmente me tendría que levantar porque él no me dejaría simplemente ir a acostar sin comer.
Me sobresalte abriendo los ojos cuando sus manos tocaron uno de mis tobillos y comenzó a sacarme las zapatillas con cuidado, le sonreí con el pecho lleno de calidez ante su gesto y le lance un beso que lo hizo reír mientras se escabullía a la cocina.
–¿Podemos simplemente...–bostecé–. Acostarnos?
–Primero comerás algo y luego podemos.
Bufé ante su tono serio y me senté en el sillón viendo como su cabeza desapareció dentro del refrigerador. Comenzó a sacar verduras, jamón y aderezos dejándolo todo sobre la isla de la cocina, luego fue a la despensa y sacó pan.
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Recházame
FantasyAlmas gemelas, dos palabras que colocan el mundo de cualquiera de cabeza. Algo que todo lobo espera y anhela. ¿Pero que pasa cuando la encuentras en la hija de tu mejor amiga? ¿Cuándo eres varios años mayor? ¿Cuándo tienes miedo? Dicen que uno perdo...