Capítulo 24

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AURORA

Mantengo el rostro oculto en el cuello de papá mientras nos acercamos a la casa, intentando buscar confort en su aroma que me hace sentir en casa, pero pese a que siempre me ha dado seguridad; no es la que busco en estos momentos.

No es la esencia de la cual necesito envolverme para poder sentirme completamente a salvo.

Porque aquella que sé lograra calmar todas las emociones que pasan por mi cuerpo en estos momentos se encuentra a un par de pasos tras nosotros.

Pero no puedo tenerla.

–¿Estás bien princesa? –papá pregunta contra mi pelo apretandome más contra su cuerpo–. Estás temblando.

–Estoy bien –miento.

Porque no lo estoy.

Estoy aterrada y el hombre que quiero que me proteja sé que no me dejara refugiarme en él.

Alce la vista cuando la casa apareció frente a nosotros, rosita esperandonos en el umbral del ventanal jugueteando con sus dedos y una expresion de preocupacion en el rostro. Apenas nos vió, corrió la corta distancia que quedaba hacia nosotros con la mirada fija en mí.

–¿Está bien? ¿Qué sucedió? –preguntó hacia papá.

–Estamos bien, solo está cansada...–respondió–. ¿Dónde están los guardias?

–Corrieron junto a la señora...–nos hizo espacio para poder ingresar–. ¿Qué te pasó a ti?

Note que la pregunta no iba dirigida a nosotros y por mera curiosidad miré sobre el hombro de papá viendo a Brenin que cojeaba y se afirmaba el costado de su cuerpo.

–Me lanzaron contra un arbol –hizo un gesto con la mano–. Nada interesante.

–¿Quieres que llame al médico?

–No, estaré bien –le restó importancia conectando su mirada con la mía–. Solo necesito sentarme.

Dejé de verlo y volví a refugiarme en papá que se acercaba hacia los sillones acomodándome en uno de ellos, caminó hacia uno de los armarios que habian en el pasillo y sacó una manta antes de volver hacia donde me dejó y abrigarme con ella.

–¿Quieres un té? –me preguntó arropándome.

–Bueno –respondí con la vista baja.

–Enseguida traigo uno...–rosita habló–. ¿Ustedes quieren algo?

–No –respondieron ambos.

Papá terminó de arroparme y se hincó frente a mí con las palmas de sus manos en mis piernas, alcé ligeramente la vista hasta su rostro encontrándome con los mismos pozos azules que compartimos viéndome con preocupacion.

–¿Qué sucedio? –preguntó y mis ojos se aguaron–. Estoy controlandome princesa, intentando mantener a raya a Zeus para que no salga a cazar a esos malditos chupasangre que se atrevieron a atacar nuevamente sobre todo con eso que tienes en el brazo...–me encogí escondiendome–. Pero debes decirme qué es lo que sucede.

Miré brevemente hacia donde Brenin estaba cuando sentí el peso de su mirada sobre mí y me hizo una pequeña inclinación de cabeza dándome el valor suficiente con aquel diminuto gesto para hablar.

–Es una marca de rastreo –susurré temblorosa.

Un gruñido se formó en el pecho de papá y me encogí aún más.

–¿Desde cuándo la tienes? –gruñó colocandose de pie–. ¿Desde el anterior ataque?

–Sí –respondí sin ser capaz de verlo.

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