Capítulo 14

6.8K 688 81
                                    




AURORA

DOS MESES DESPUÉS.

Golpeo con impaciencia mi lápiz repetidas veces sobre la mesa, terminé el examen hace aproximadamente diez minutos, pero no quiero volver a ser la primera en irme otra vez.

Disimuladamente veo hacia los lados viendo si alguno de mis compañeros muestra señales de estar siquiera en el final del examen, pero sus caras de concentración y sufrimiento me dicen lo contrario.

Suelto un suspiro y me coloco de pie cuando mi estomago gruñe de hambre.

–¿Lista Aurora? –el profesor pregunta alzando la vista.

–Sí, aquí tiene.

–Muy bien, gracias –recibe las hojas dejándolas sobre su carpeta–. Puedes irte, no habrán clases en la tarde.

–Oh, bien... adiós.

–Adiós Aurora.

Sin hacer mucho ruido volví a mi puesto y recogí mis cosas para luego salir del salón. Siempre era la primera en terminar, por más que intentara retrasarme para no serlo, fallaba todas las veces.

Mi estomago volvió a gruñir y maldije en voz baja ante la sensación de vacío en él mientras sacaba mi mochila del casillero.

–¿Comemos aquí o aguantamos hasta la casa? –le pregunto a Anahí.

–Tengo ganas de comer papas con salsa de queso y tocino encima –respondió.

Mi estomago volvió a gruñir ante esa idea y la boca me salivó.

–Bueno, vamos donde la señora Juana.

–!Sí!

Negué con la cabeza y camine fuera de la clínica. Hoy era mi último examen, el que determinará si apruebo o no este curso, pero sé que lo hice. He sacado sobresaliente en todos mis exámenes y en mis practicas, así que estoy tranquila con ese tema.

Camine con tranquilidad por las calles de mi manada, sintiéndome segura y protegida.

La gente pasaba a mi alrededor saludando y sonriendo, cada uno pendiente de sus asuntos y sin molestar a nadie. Eso me gustaba de mi hogar, que todos eran amables, porque las pocas veces que tuve que ir a la ciudad lo deteste.

La gente humana corre para todos lados, no les importa si te chocan, no les interesa respetarte y siempre pareciera que andan de mal humor. El humo de los autos, las bocinas, los gritos, todo lo odie.

En cambio acá todo es tranquilidad, puedes incluso escuchar el sonido de los pájaros.

El local a que quiero ir aparece en mi campo de visión y apresuro el paso ante la imagen mental de mis papas con queso y tocino.

–Hola Juanita –saludo mientras entro viéndola tras el mostrador–. ¿Cómo va tu día?

–Mi niña Aurora –me sonríe haciendo una leve reverencia–. Bien, un poco lento, pero los Lunes siempre es así.

–¿Por que será eso? siempre me lo he preguntado –digo tomando asiento en el taburete frente a ella.

–No lo sé tesoro, entonces... ¿Qué deseas hoy?

Apoyo mis codos sobre la barra y la veo con una enorme sonrisa.

–Con Anahí tenemos ganas de comer papas con salsa de queso y tocino.

Una pequeña risa brota de su boca y asiente.

–Super, ¿quieres salsa de yogurt encima?

–Mhhh.... ¿puede ser aparte?

RecházameDonde viven las historias. Descúbrelo ahora