Capítulo 12: En peligro

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12 de septiembre, 2016

—Espérate, creo que me perdí —pasó ambas manos por su rostro y luego se dio dos golpes en las mejillas, como si necesitara salir de un pseudo estado de aturdimiento—. Tienes un hijo... ¿con Roberta?

—Sí.

—Roberta, la loca del pueblo...

—Basta, Giovanni.

Diego agradeció en silencio que fuera Tomás quien le pusiera un alto al pelicolor, ya que con la tensión y malhumor que manejaba últimamente, dudaba que de su boca hubiesen salido palabras amables.

—¡Es que es de no creer! —gritó Giovanni, quien al lado de Tomás se dejaba ver a través de la pantalla de la computadora—. A ver, Diego, papá, ¿estás seguro que ese niño es...

—Estoy completamente seguro de que es mi hijo —lo cortó de inmediato, sabiendo de ante mano la dirección de la pregunta—. Y no te permito que lo pongas en duda ni siquiera con tus bromitas de siempre.

—Ok, ok.

—Es que está muy grueso todo, Diego —intervino Tomás—. ¿Cómo te sientes? Es decir... ¡wow! ¡Un hijo!

—Confundido, muy confundido, pero al mismo tiempo feliz —sonrió sin poderlo evitar—. Santi es maravilloso.

—¿Santi?

—Santiago, así se llama. Es el niño más hermoso e inteligente que he conocido nunca. Es despierto, inquieto, dulce, muy inteligente...

—Uy, te pegó luego luego la paternidad —soltó Giovanni con voz entusiasta.

—Es que si lo vieran, me entenderían. 

—¿Y cuántos años tiene?

—Seis. Es decir, tiene cinco, pero en dos semanas cumplirá seis.

Giovanni y Tomás se miraron al mismo tiempo y permanecieron en silencio un rato.

—¡La navidad! —dijeron a la vez.

—¡La embarazaste en la navidad que pasaron en Nueva York! Esa noche te dije que no te metieras con esa vieja... ¡Ya vez lo que te pasa por no escucharme!

—¡Basta, Giovanni, ya! —lo paró Diego, a esta altura molesto—. Roberta es la mamá de mi hijo y te voy a pedir que de ahora en adelante la trates con respeto. Ella y yo tenemos una historia difícil, la cual ustedes no conocen por completo...

—¿Que no la conocemos? JA-JA-JA —ironizó Giovanni.

—No.

—Diego, por favor, desde que conociste a esa... mujer... hemos sabido tu historia con ella. Lo sabemos todo, cada rechazo y cada decepción que te ha dado. Los dos te hemos prestado nuestros hombros para que llores ahí cada vez que ella te ha hecho mal. No vengas a decirnos que no conocemos la historia.

—Giovanni, ya...

—No, Tomás, porque este cada vez que se encuentra con la otra se le bota la canica y se olvida de todo. Roberta te ha hecho daño, Diego, mucho daño y te lo sigue haciendo, ¿¡cómo es posible que no te moleste que te haya escondido un hijo por seis años!? ¡Seis años!

—Cállate.

—No, papá, no me voy a callar. Eres mi mejor amigo y te quiero, no voy a permitir que caigas de nuevo en las redes de esa loca, que lo único que ha hecho desde que la conociste ha sido ponerte la vida patas arriba.

Diego apretó los puños de la rabia que le generaron las palabras de su mejor amigo. Trataba de serenarse y decirse a sí mismo que él hablaba desde la ignorancia, pues de conocer la historia completa, no diría esas cosas de Roberta. Pero ciertamente le estaba costando mantener el autocontrol.

No me olvidesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora