Capítulo 47: Al límite

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Llevaban dos horas sentados en ese auditorio y Roberta sentía con cada minuto que pasaba, estaba más próxima a vomitar. Jamás, en sus 28 años de vida, se había sentido más humillada que en el tiempo que había pasado en ese lugar.

Luego de que el juez leyera la prueba de paternidad que Diego se había hecho junto a Santiago, ciertamente le había costado recuperarse del shock. Lo primero que había hecho, sin mediar en formas, ni protocolos, fue poner ambas manos sobre el escritorio de madera para darse impulso y levantarse de golpe mientras gritaba que aquel resultado era una mentira. Fuera de sí había apuntado a Javier, lo había acusado de falsificar los resultados y si no fuera porque Diego la tomó de los hombros e Iván se puso frente a ella, habría ido hasta donde estaba esa rata asquerosa y con sus propias manos le hubiese dado lo que merecía.

A lo lejos había escuchado como el juez daba golpes con su martillo sobre la superficie maderosa, el abogado del médico la apuntaba, delegando objeciones respecto a sus dichos, mientras que Javier solo la miraba con esa cara de yo no fui que tenía tan bien ensayada.

Solo fue consciente de la situación que se estaba desarrollando cuando escuchó la voz de Diego a su oído, pidiéndole que se tranquilizara. Entonces, en un movimiento rápido volteó a verlo con ojos llorosos.

—Es tuyo —le confirmó en un susurro desesperado y tembloroso producto de la angustia—, te juro que Santi es...

—Lo sé —la interrumpió él, apretándole con un gesto significativo los hombros—. Lo sé, Roberta. Cálmate, por favor.

Se quedó mirándolo a los ojos por un momento y supo que, así como ella, él hubiese querido demostrarle más, darle más afecto que el que le estaba dando con ese tacto sobre sus hombros. Pero también supo que no podían por lo que los rodeada. Más importante que eso, supo que Diego no dudó ni por un momento de ella, ni del lazo que lo unía a Santiago. Aquello, al menos, la dejó lo suficientemente tranquila como para poder volver a poner los pies sobre la tierra y dejar de pensar dominada por la rabia.

Diego le dio una mirada profunda y amorosa, y, como si hubiesen estado conversando, ella asintió con la cabeza antes de volver a tomar asiento.

Después de eso, el juez le había pedido que se restableciera el orden en la sala y, en exclusiva, a Iván le había dicho que hiciera lo que tuviera que hacer para calmar a su cliente. El español pidió las disculpas del caso y luego de darle una mirada significativa a su mejor amiga y de susurrarle que tomara de nuevo el control de si misma, él se había encargado de impugnar la prueba de paternidad.

Afortunadamente, Iván había ido un paso más allá y había puesto como evidencia al caso un montón de fotos que Diego y Santiago se habían tomado juntos desde que se habían reencontrado. No conforme con eso, se había encargado de conseguir fotos del castaño cuando era pequeño, logrando que ni siquiera el juez pudiera negar el parecido que había entre los dos y que accediera a que la prueba se tomara de nuevo.

Esa pequeña victoria le había dejado un paz por unos momentos, pero no alcanzaban ni a saborearla cuando comenzó la defensa de Javier y todas las pruebas que tenía en contra suya para demostrar que había sido infiel y, no conforme con eso, también una mala madre.

El video que la rata tenía de ella y de Diego haciendo el amor en la gala benéfica había sido solo el preludio de las cosas malas que el moreno tenía para decir contra ella. Afortunadamente, el video no había sido reproducido, pero si hubo una descripción bastante explícita de lo que había ocurrido entre los dos. La defensa de Javier, también había dejado entre ver que ella era de moral cuestionable y que prácticamente se encamaba con cualquiera. Para ello habían entregado las fotos que existían entre ella e Iván besándose, las cuales tampoco habían sido expuestas al publico, pero si al juez nuevamente.

No me olvidesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora