En cuanto Roberta y Santiago se habían ido del colegio en taxi, Madariaga comenzó con un interrogatorio que Diego no esperó. Luego comprendió lo sorpresivo que tuvo que haber sido para su antiguo maestro el saber que ambos tenían un hijo, quien además asistía al Elite.
Siendo consciente de que tenía un par de horas antes de su video llamada con Giovanni y Tomás, Diego le dijo a Madariaga que fueran a tomar un café, para poder conversar más a gusto.
Ambos caminaron por los predios del Elite Way School hasta llegar a la apreciada cafetería cerca de la piscina. Pidieron un café cada uno y se sentaron en una mesa alejada de los estudiantes, para poder conversar tranquilos. Ahí, Diego le contó a Madariaga toda la historia que tenía con Roberta.
Ya había perdido la cuenta de cuantas veces había tenido que contar lo que pasó entre los dos, pero cada vez que lo hacía, sentía como se desgarraba por dentro, por lo injusto que había sido el destino con ellos. Se aman tanto, concluía siempre. La vida habría sido tan diferente si su padre no se hubiese metido en el medio.
Siempre pensaba que posiblemente hoy estarían casados, que no habrían perdido el primer bebé y que hoy serían una familia de verdad. Él hubiese apoyado a Roberta a terminar su carrera de derecho, tanto como sabía que ella lo habrían apoyado con la música. No dudaba ni por un instante en lo felices que serían, si todo hubiese sido diferente.
Cuando terminó de contarle todo a Madariaga, Diego se dio cuenta de que estaba llorando. Y es que era imposible no hacerlo, tomando en cuenta lo fuerte que era la historia para los dos.
Enrique le puso una mano en la espalda a su ex alumno para darle consuelo, a sabiendas que eso era insuficiente, pero no había otra cosa que él pudiera hacer en ese momento para ayudarlo.
—Si amas tanto a Roberta, ¿por qué no estás con ella? —preguntó finalmente.
—Es complicado.
—Haré todo mi esfuerzo por entender.
—No sé... A veces me cuestiono si lo que siento por ella es amor de verdad.
—¿Por qué no lo sería?
—Porque nunca hemos estado juntos de verdad. Solo hemos vivido nuestro amor en base a ilusiones. Cuando éramos adolescentes yo la amaba tanto, la admiraba tanto... ella era todo para mi, me ayudó, nos ayudamos en momentos tan fuertes... ¿Qué si todo ese amor no es más que idealizaciones?
—Yo, francamente, lo dudo.
Diego lo miró fijamente, esperando que se explayara.
—A ver, Diego, las idealizaciones se rompen, no son eternas. ¿Me vas a decir que Roberta nunca te ha decepcionado? ¿Acaso nunca has dicho, ya no quiero amarla más?
—Claro que sí, cuando creí que me había engañado con Iván, cuando me enteré que teníamos un hijo... Yo...
—¿La odiaste?
—No. Me decepcionó mucho, sí, pero jamás dejé de sentir lo que siento por ella. Por más que me decía a mi mismo que ya no tenía que amarla más, que tenía que olvidarla, por más que intenté sacarla de mi mente, no pude.
—No puedes estarla idealizando.
—No sé, Madariaga... ¿Qué pasa con Colomba? Yo de verdad estaba enamorado de ella, sentía cosas por ella, quería compartir mi vida con ella, dejarla ahora parece tan... injusto.
—Más injusto es que te quedes con ella por pena, o por no aceptar lo que sientes en realidad.
—¿Y qué si Roberta no quiere estar conmigo?
ESTÁS LEYENDO
No me olvides
RomanceDiego y Roberta juraron amarse para siempre, sin embargo la vida y sus peripecias no se los permitió. Cada uno tomó su camino, sin saber que eran parte de un círculo que los volvería a encontrar de frente. Hoy, ambos deben enfrentar los demonios de...