Sentado en el asiento del copiloto de su auto, Diego veía a través de la ventana como se desdibujaba el escenario con la velocidad moderada a la que manejaba Giovanni. Para su sorpresa, su mejor amigo estaba en silencio, al igual que Tomás, quien en el asiento trasero miraba su celular distraído. Ciertamente, no había nada que decir, no después de la horrible mañana que habían pasado.
El juicio contra Javier había sido una de las cosas más estresantes que le había tocado vivir y, lamentablemente, el tortuoso proceso aún no terminaba.
Luego de que Colomba diera su declaración, beneficiosa para Roberta y para él, uno de los abogados de Javier solicitó un aplazamiento del juicio para continuar en otra fecha, argumentando que, luego de las pruebas y argumentos entregadas por la parte demandada y lo largo que estaba siendo el proceso el día de hoy, se necesitaba más tiempo para preparar mejor el caso y reunir más evidencia que ayudara a las partes. Iván había sido el primero en objetar aquella solicitud, pero, convenientemente para Javier, el juez accedió al aplazamiento, poniendo como nueva fecha y final para el caso el próximo día lunes.
Aquello había significado una permanencia del peso agotador que, tanto Diego como Roberta, llevaban sobre sus hombros. Ambos querían terminar con esto pronto, y saber que tendrían que pasar dos días más en ascuas respecto al futuro de su hijo, y de su relación, ciertamente los había dejado peor que cuando comenzaron con todo esto esta mañana.
La pelirroja estaba al borde de un ataque de nervios, y consciente de eso, Diego le pidió que se fuera a la casa de su mamá con su familia, ofreciéndose para ir por Santiago a la casa de Vanessa. Roberta batalló un poco, pues quería ser ella misma, ahora más que nunca, la que se hiciera cargo de todo lo que tenía que ver con su hijo. Pero él insistió, al punto de que casi tuvo que empujarla a los brazos de Martín para que él se la llevara. Conocía a Roberta mejor de lo que ella lo hacía a sí misma, y sabía que necesitaba un momento a solas con los suyos para ordenar sus emociones y sus ideas antes de ver a Santiago.
La salida fue igualmente caótica, pues fuera de los tribunales estaba lleno de periodistas, hambrientos por la noticia del fallo de ese caso tan bullado. Hoy más que antes, había odiado el ambiente que lo rodeaba.
Tanto fue el alboroto, que ni siquiera pudo hablar, o ver, a Colomba. Luego de lo que hizo y las cosas que dijo, le hubiese gustado hablar con ella, agradecerle por lo que dijo en el estrado y, sobre todo, disculparse una vez más con ella por todo lo que la había hecho pasar. Pero, al parecer, eso sería algo que tendría que hacer en otro momento, si es que Isidora lo dejaba acercarse, ya que le había dejado más que claro con sus palabras y sus actos, que no lo quería cerca de su prima. Aún le ardía un poco la mejilla después del cachetadón que le había dado, pero sufrió en silencio. Tal como la ojiverde le dijo, él sabía que se lo merecía.
No tardaron mucho en llegar a la casa de Felipe. Su hermano se había ofrecido a llevarlo, al igual que Ignacio, pero Diego les dijo que no se preocuparan. Sabía que los dos se habían tomado la mañana en sus respectivos trabajos y que ahora debían volver a sus obligaciones. Él tenía a Giovanni y a Tomás, sus hermanos de otra sangre.
—Gracias por estar conmigo hoy —dijo, cuando Giovanni apagó el motor de la camioneta.
—No tienes nada que agradecer.
—Sí, Diego —agregó Tomás, acercándose hacia adelante para ponerle una mano en el hombro—. Somos tus mejores amigos, siempre vamos a estar para ti.
—Y yo para ustedes —mencionó mirándolos a los dos con una sonrisa.
Se quedaron en silencio unos segundos antes de bajar del vehículo, de cierta forma disfrutando de ese entrañable y pequeño espacio de fraternidad en un contexto tan hostil como el que estaban atravesando en ese momento. Entonces, Diego pensó en Emiliano, ya que al ojiazul también lo consideraba cercano y le extrañó no tener noticias de él esa mañana, ni ayer.
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No me olvides
RomantikDiego y Roberta juraron amarse para siempre, sin embargo la vida y sus peripecias no se los permitió. Cada uno tomó su camino, sin saber que eran parte de un círculo que los volvería a encontrar de frente. Hoy, ambos deben enfrentar los demonios de...