15 de diciembre, 2016
—Chiquita, estoy en casa.
Diego entró haciendo malabares con sus manos llenas, mientras sus ojos no dejaban de mirar su teléfono celular. Con el pie cerró la puerta del departamento que compartía con Roberta, mientras tecleaba con una sola mano la respuesta a la pregunta que le había hecho Giovanni respecto a unas composiciones pendientes. Elevó la vista solo un segundo al no recibir respuesta de su mujer y frunció el ceño al no verla, pero se vio obligado a volver a prestar atención a su dispositivo móvil cuando su mejor amigo volvió a mensajearlo en el chat grupal que compartían con Tomás, sobre otro asunto de la productora. Leyó con cuidado y negó con la cabeza, volviendo a teclear una respuesta que se permitió dejar a medias, para dejar caer las llaves que hace un segundo colgaban de su dedo índice, en el bowl sobre el arrimo en el recibidor.
Aún mensajeando con una mano, se desplazó hacia la cocina americana para dejar sobre una de las encimeras la elegante caja que sostenía con la otra. Una vez esta libre, se afanó para responder más eficientemente.
—¿Roberta? —insistió por lo alto y hacia el pasillo, mientras esperaba la respuesta de Giovanni en su celular.
—Ya voy —respondió la pelirroja, desde una de las habitaciones.
Volvió la mirada a la pantalla de su celular al tiempo que escuchaba el ruido de las patitas de Thor sobre el piso radiante. No pasó mucho rato hasta que la mascota de su hijo entró a su campo de visión, el cachorro se sentó sobre sus patas traseras, elevando el rostro hacia él y sin más le regaló un alegre ladrido, luego se le quedó mirando con el hocico algo abierto y la lengua afuera, logrando que pareciera sonreír.
—Hola para ti también, peludo —lo saludó Diego sonriente. Se agachó y le rascó la cabeza, lo cual fue suficiente para que el perrito volviera a irse por donde vino.
Se irguió justo cuando la afirmativa que estaba esperando de su mejor amigo llegó y dejó por fin el teléfono sobre la encimera, junto a la caja que había portado. Abrió una de las estanterías para sacar un vaso de vidrio y luego se acercó al grifo para llenarlo de agua, líquido que bebió de un solo trago.
Estaba cansado, reflexionó luego de un suspiro, pero en el buen sentido.
El traslado de la productora estaba siendo más complejo logísticamente de lo que planeó junto a sus mejores amigos, pero todo estaba resultado bien. Los artistas se mostraban conformes con la calidad de los productos que seguían ofreciendo, pese a la distancia y a las reuniones virtuales, lo que significaba que la mayoría de los contratos tendrían continuidad para el próximo año; La mayoría del equipamiento llegaría la próxima semana, mismo plazo en el que finalizaría la remodelación que estaban haciendo en el local que habían adquirido; Margarita, su asistente principal, y una pieza clave en la administración, había accedido a volver a México, al igual que gran parte del personal con el que trabajaban en Los Ángeles. Si todo salía como hasta ahora, podrían retomar las funciones al cien por ciento y de forma presencial, a fines de enero, listos para recibir nuevos proyectos.
Agregado a lo anterior, Roberta había comenzado a trabajar en una fundación como asesora legal hace cuatro días, a tiempo completo, y eso había significado un cambio de 180 grados en la rutina que habían llevado desde que volvieron de Puerto Vallarta.
Llevaban pocos días y obviamente aún estaban en marcha blanca. Al principio, Roberta se había mostrado algo renuente a aceptar la oportunidad. Pese a que era una instancia formativa de solo seis meses, ella sentía mucha inseguridad por no haber ejercido nunca, y también culpa por dejar a Santiago solo, cuando había dedicado su vida a cuidarlo todos los días desde que nació. Diego había acogido cada una de sus dudas, y con paciencia la había incentivado a seguir su desarrollo profesional, pues sabía que esto era importante para ella. Siempre lo había sido, aunque ella tratara de convencerlo de que ahora tenía otras prioridades, él sabía que no era completamente verdad.
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No me olvides
Storie d'amoreDiego y Roberta juraron amarse para siempre, sin embargo la vida y sus peripecias no se los permitió. Cada uno tomó su camino, sin saber que eran parte de un círculo que los volvería a encontrar de frente. Hoy, ambos deben enfrentar los demonios de...