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19 años era una cantidad relativamente corta para aquella chica que lloraba sobre aquel ataúd, una vida tan corta que empezaba a caer mientras crecía otra. No había duda que cualquiera que la viera diría que estaba desamparada pero no era así, tenía a su prometido quien juró cuidarla por todo el resto de su vida, su amor estaba sellado con aquel pequeño que tenía en el vientre. Su pedacito de felicidad en todo el dolor de enterrar a su madre el mismo día en que estaba programada su confección y revisión del vestido blanco con el cual todas las mujeres sueñan.
En vez de sonreír por verse en aquel traje blanco ella estaba llorando en la tumba de su madre, desgarrada por perder a la única persona que le quedaba de familia.
Intentó abrazarse a sí misma para calmar el frío que recorría su interior pero sobre todo su corazón, su madre era la única fortaleza que tenía después de perder a su padre en aquel accidente automovilístico cuando escapaban de su natal Tailandia para buscar un futuro mejor. Intentó acallar sus sollozos al escuchar las palabras del cura bendecir la caja de madera donde yacía el cuerpo de su madre, aquella que estuvo sumergida en depresión pero nunca dejó de amar a su pequeña.
-Estoy contigo amor –susurró su prometido– estoy aquí –abrazó la cintura con ternura–
-No es justo –susurró Lisa– ella no debía dejarme, no ahora... –intentó replicar–
-Calma amor –pidió el castaño– ella ahora nos cuidará desde arriba –besó su frente–
Tras esa pequeña muestra de amor, Lisa se relajó en los brazos de aquel chico de piel clara, con cabello castaño, sonrisa encantadora y futuro padre de su hijo. Se sentía segura con él, en sus brazos con su pequeño pedacito de felicidad entre ellos.
Seúl, Corea del Sur
30 días.
30 días en los cuales Lisa estaba en un caos mental, su pasado cada vez era más cercano a ella que en los últimos años. Aquel 10 de Octubre era tan frío como el clima, Lisa llevaba 2 rosas una de color roja simbolizando el amor entre sus padres y otra blanca para su pedacito de felicidad.
Ir a ese lugar nunca fue fácil pero quería hacerlo porque se sentía más cerca de ellos, quería al menos saber que ahí estarían cuando necesitara un lugar donde llorar como lo hacía desde hace 5 años atrás.
-Hola mamá –susurró al viento mirando aquella lápida grisácea–
Una lágrima rebelde resbaló por su mejilla izquierda pero la dejó salir porque necesitaba desahogar su dolor, necesitaba ser débil.
-Ya han pasado 5 años desde que te fuiste y 24 desde que papá se fue –recordó con un amago de sonrisa– ¿te extraño sabes? Extraño mucho llegar del trabajo a la cafetería y hablar sobre cómo nos iríamos a Corea para poder fundar nuestra propia cafetería con frases motivadoras para personas como nosotros... –su voz sonaba quebrada– para personas que se sentían solas y desamparadas, íbamos a ayudarlos ¿lo recuerdas? –Susurró con un hilo de voz–
Era un fracaso, Lisa había decidido no llorar más, no mostrar su debilidad pero ahí estaba ella arrodillada frente a la lápida de sus padres llorando por los sueños que no se cumplieron, por la familia que no tuvo y por el desamor que tuvo. No podía aguantar más y empezó a derrumbar todos sus muros frente a sus seres amados donde podía ser débil sin temor a ser lastimada.
-Quería poder lograr ese sueño mamá pero no puedo hacerlo si no me perdono y jamás lo haré hasta que encuentre a las personas que te arrebataron de mi lado –susurró mirando el césped con rocío de aquella mañana– quiero seguir el sueño de papá, ser alguien que cuide de los demás para evitar que se dañen como nosotros, cuidar de las personas que merecen ser felices –la primera sonrisa entre lágrimas salió a flote– eso decías tú, mamá, siempre cuidar a las personas que te hacen feliz y a mí me hace feliz ver a los demás con sus familias aunque yo nunca tuve la mía...
Luego de aquella charla entre el frío viento y ella, dejó las rosas en cada lugar correspondiente y abandonó el lugar. Se sentía débil de nuevo pero no dejaba a libertad su verdadero sentir, nadie podía conocerlo.
Bangkok, Tailandia
Aquella mañana fría sin luz no era nada comparado con el frío del chico castaño de sonrisa pérdida por aquellos recuerdos de hace 5 años atrás. Aquel día donde él juró cuidar de su prometida y su pequeño hijo que crecía en ella, desde ese día donde se enteró de la verdad. Una verdad que él nunca quiso aceptar pero decidió renunciar a su felicidad sin darse cuenta que ya no existía.
Siempre soñó con una familia, vivir en paz con una mujer que lo amará y tener 2 hijos preciosos a los cuales aconsejar sobre la vida. Estuvo a punto de lograrlo pero la vida no quería concederle ese deseo, nunca pudo sentir el calor de su familia porque se desmoronó frente a él sin poder hacer algo o evitarlo. Simplemente se esfumó como aquel vaho que salía desde su interior.
Llegó a la pequeña casa de madera donde vivía después de escapar de su familia, creyendo que los dejarían en paz pero la vida siempre tiene otros planes.
Siempre.
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Guardaespaldas Manoban | Chaelisa
Fanfiction"La vida siempre tendrá matices, algunos claros otros oscuros pero nunca se estancará en un solo color. No es fácil, hay obstáculos que ponen a prueba nuestra resistencia para seguir pero también hay momentos donde cada uno de esos impedimentos habr...