Capítulo 45

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LISA POV:

Volver a empezar. El marcador estaba en cero.

Aquella mañana me parecía mucho más fría, estaba tan sumergida en mis pensamientos que ignoré todo tipo de ruido a mi alrededor.

–¡Mamá!

Despabilé y me di cuenta que Luca estaba con una bandeja entre sus manos, en ella divisé tres sándwiches de jamón y tres bebidas, dos eran jugo de naranja y uno café.

–Cariño –susurré con amor– muchas gracias cielo...

Dejé la bandeja con cuidado y abracé a mi niño, me respondió el abrazo con la misma intensidad y rompí a sollozar.

–Llora todo lo que quieras mamá, desahógate.

Y lo hice. En brazos de mi hijo de 12 años me desahogue, lloré por todo lo que me estaba pasando, por mi vida destruida, por la nueva que empezaría y por tenerlos a salvo.

–Eres mi mayor tesoro, te amo, nunca lo olvides.

Sus ojitos empezaron a brillar, aquellos ojos chocolate como los míos me miraban con admiración y yo lo veía como mi mejor creación.

–El café es para ti –susurró limpiándose sus ojitos–

–Cariño, ¿con qué dinero lo compraste? –inquirí tomando el café–

–Tenía un dinerillo ahorrado y papá me dio 200 dólares de emergencia –respondió con una pequeña sonrisa–

Sonreí ante su forma de ser, quizás haya sufrido maltratos pero no dejó de ser una buena persona empática con los demás. Amaba a mi hijo.

–¿Despierto a Leo?

–Déjalo que duerma un poco más.

Mientras que mi hijo menor descansaba, él y yo nos dispusimos a desayunar. Le conté lo que había sucedido, el porqué del viaje y lo que pasó con Rosé.

–¿Ese hombre es muy peligroso? –preguntó llevándose un bocado de sándwich a la boca–

–Para hacer eso, quizás sí. Pero descuida, hoy conocerás a alguien muy poderoso también.

Él sonrió y asintió para luego terminar su sándwich de un bocado.

Unas horas después ya estábamos al frente de mi antiguo trabajo, ingresé con mis hijos en cada lado y pedí hablar con Teddy. Al principio no me quisieron dejar pasar pues la mayoría eran nuevos así que pedí que me comunique con él.

–Buenos días señor Park, aquí hay una persona que pide una conferencia con usted... no tiene cita previa... Dice que es Manoban... Está bien señor.

La recepcionista me indicó el piso y oficina a lo cual agradecí, estando en el ascensor sentí como Leo se abrazaba a mis piernas.

–¿Qué pasa cariño? –pregunte acariciando su espalda–

–Siento raro el estómago –susurro–

–Es normal cariño, la presión hace eso. Es como en el avión ¿verdad?

Leo asintió y se separó de mí, ahora solo sostenía mi mano mientras veía como subíamos del piso. Luca por su parte también era primerizo pero no dijo nada hasta llegar.

Al llegar al piso indicado, Teddy salió de su oficina con una gran sonrisa. Vino hacia mí y me dio un abrazo.

–Yo te conocí soltera y ahora te veo con dos niños, me siento viejo.

Sonreí y presenté a mis dos hijos. Teddy tenía un gran sentido del humor y carisma así que logró robarles sonrisas y risas a mis hijos.

–Quédense aquí ¿sí? Hablaré con Teddy.

–Cualquier cosa que necesitan mi secretaria los puede ayudar –agregó con una sonrisa–

Luego de dejarlos tranquilos ya que Leo no quería quedarse ahí, entré a la oficina tan familiar. Me sentía como hace 7 años.

–Bueno Manoban, ¿en qué puedo ayudarte?

–Creo que en todo...

Le conté todo lo que había pasado en Tailandia, desde mi separación con Rosé hasta los atentados y amenazas. Buscamos soluciones pero no eran favorables, estuvimos hablando por una 1 hora y descubrí cosas que no quería enterarme. Cosas que eran mejor que estuvieran enterradas.

SIN POV:

El cielo tailandes estaba más oscuro de lo normal. Rosé quería pensar que su color se debía al sufrimiento que estaba experimentando pero era una estupidez. Ella sabía que no podía ser cierto.

Suspiro una vez más y pensé en cómo debería actuar. No quería complicar las cosas, su mente pedía razón pero su corazón pedía venganza. Necesitaba una respuesta para ceder pero el cielo estaba callado y las estrellas solo tintineaban.

Revisó su celular una vez más, esperaba una llamada que le preguntara dónde estaba y si volvería a casa. Más lágrimas aparecieron, nunca más experimentaría esa sensación. Su mano apretaba el celular con fuerza, la suficiente para quebrarlo, sus lágrimas quemaban sus mejillas y su corazón bloqueada la razón. Al sentir algo quebrarse en su mano sintió paz, toda la descarga de ira había roto la pantalla de su iphone y malogrado los circuitos internos. Rosé suspiró y dejó el celular a un lado, no podía dejar a Junhe impune, necesitaba hacer algo.

Quizás algo estúpido.

Guardaespaldas Manoban | ChaelisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora