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Cuando llegaron a la isla, Reina noto que estaba deshabitada. No había un puerto seguro donde atracar, ni tiendas en las que pudieran reabastecer el barco de agua potable y alimentos, ni una linda posada con excelente vista dónde ella pudiera descansar plácidamente. Habían bajado en un bote hasta la orilla de la playa, dejando el Red Force anclado en aguas medianamente profundas.

Olfan la ayudo a bajar del bote, cargándola para que sus pies y faldas no se mojaran con la orilla del mar. Akagami los observaba con gesto ceñudo, mientras ordenaba a algunos miembros de su tripulación a bajar los sacos de comida. Cuando las zapatillas del Reina tocaron la ardiente arena, volvió a aferrarse a su guardaespaldas para que esté la mantuviera en el aire.

—Hey! baja a la Tenryūbito y ayuda a descargar el bote... Necesitamos estar en la cima de la montaña antes del atardecer— fue la tajante orden del capitán, Reina lo observó desde el hombro de su guardian, maldiciendolo con los ojos. Shanks le mantuvo la mirada durante unos minutos antes de volver a repetir su orden— Un poco de calor no la dañará, déjala en el suelo. Que sude por una vez en su vida.

A regañadientes su guardian siguió las órdenes del emperador, dejándola nuevamente sobre la arena ardiente. Dió varios brincos cuando las zapatillas se calentaron haciendo reír a los piratas que pasaban junto a ella. Avergonzada grito a su compañero.

—Olfan!!

—lo siento, Reina. Akagami ha dado una orden... Llevaré tu parte del equipaje así que adelantate— la mujer se indigno ante esa revelación. Ese desgraciado pelirrojo pensaba hacerle cargar con un saco de comida!?. Al leer sus pensamientos, Olfan se acercó para susurrarle— No debes alterarte, Reina. Akagami está buscando provocarte solo para castigarte, mantente serena.

Shanks parecía disfrutarlo.

—Solo serán unas cuantas horas a pie hasta la cima... No exageres, princesa.

Akagami forzó una sonrisa agradable, ese bastardo estaba siendo sarcástico. Después de todo sabía que ella no tenia la resistencia para caminar bajo ese sol abrasador y esa distancia interminable, en cualquier momento iba a descompensarse y caería al suelo, para que luego el se riera de ella. Se mostro indignada, con la espalda muy derecha siguió al resto de la tripulación, ignorando la molestia que sentía en sus pies por el calor. Olfan la observo, volviéndose hacia el emperador cuando estuvo cerca de él.

—No está exagerando un poco? Sabe que su resistencia no es la misma que la de nosotros— para su sorpresa, el pelirrojo le sonrió con algo de malicia.

—Lo sé, por eso te advertiré que si llegas a tocarla mientras estemos en esta isla lo único que quedara varado en esta orilla serán tus manos.

El subordinado de Reina asintió de inmediato mientras tomaba el par de sacos que quedaban en el bote. Lo sentía por su señora, pero Akagami abusaría de su poder mientras ambos estuvieran a bordo de su barco. Lo único que rogaba era que no forzara a Reina a hacer algo que ella no quería, aún no había señales de que lo intentara, pero nunca se podía estar tan seguro en el territorio de alguien tan peligroso como el emperador pelirrojo. Había escuchado de el muchas veces, incluso el emperador bestia y la marina temían su presencia, por lo que era alguien a quien debía llevar con mucha cautela.

🍶

Para sorpresa de toda la tripulación Reina soporto mas tiempo del que todos habían apostado, el único que sonreía por su triunfo había sido Yasopp quien la acompaño junto a Beckmann a Dressrosa y había visto con sus propios ojos como la pequeña arpía había corrido como alma que se la lleva el diablo. El francotirador recogía los Bellies que ahora pertenecían a su banca personal. Aunque, al igual que el resto, se preocupaba de que la mujer no había emitido ninguna queja ni berrinche, se veía imperturbable e inmaculada.

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