Wanted

4

Después de hablar un poco más con su vice capitán, Akagami dio la orden rotunda de parar el ataque.

Olfan se sentía intranquilo al tener a Reina tan lejos de su protección. Ya que, a pesar de que ya no se sentía esa aura hostil alrededor, Akagami fue lo suficientemente cauteloso como para no dejar en libertad a la tripulación de Reina. El ex pirata observo a uno de los llamados Emperadores del mar, lo primero que debía hacer era convencerlo de alguna manera de que no eran una amenaza y que podrían dejarlos ir sin recibir ninguna represalia. El problema era... como haría eso?. Akagami no Shanks era un hombre de mar, demasiado fuerte y demasiado desconfiado. No creía que las palabras de un antiguo esclavo fueran suficientes como para convencerlo.

Por su parte, Reina parecía estar viendo la sombra de un fantasma. Embobada mientras analizaba las facciones del pelirrojo. El ex pirata nunca la había visto tan sorprendida, ni tan vulnerable. Lo que hizo que se preguntara si de alguna manera, lo conocía?.

—Tu nombre... Dime tú nombre, Akagami?— pregunto la rubia después de salir de su asombro. Olfan iba a responder por él, pero el filo de un cuchillo en su garganta lo hizo enmudecer. El pirata que lo había ayudado antes lo amenazaba en silencio.

En esos momentos, los amenazantes ojos del pelirrojo estaban puestos en él e inesperadamente su mirada como el acero se ablando cuando volvió su atención nuevamente a Reina para responder.

—No poseo un nombre, así que solo puedes referirte a mí cómo "Akagami"— Olfan sintió nuevamente el peso de su mirada— Entendido?

El ex pirata asintió lentamente y la navaja que amenazaba su cuello se alejo. Sea cual fuera la razón, Akagami no quería que Reina le reconociera. La rubia se vio visiblemente decepcionada. Después de todo, su pequeña esperanza de que ese hombre fuera el joven aprendiz de Roger se había esfumado junto con sus ganas de continuar dándole su atención.

Para la desgracia de Olfan, su señora era de naturaleza confiada por lo que al ver que el pelirrojo la trataba con más sutileza, la ayudo a mantener un poco más la compostura. Akagami no había dejado de sonreír apacible mientras la miraba.

—Si ha detenido el ataque... Significa que nos dejara ir?— pregunto la mujer algo esperanzada, mientras se secaba las lágrimas moribundas.

Shanks le sonrió con más amplitud.

—Al contrario, mi tripulación y yo queremos que nos honre con su preciosa presencia... Mi señora— rio a carcajadas en cuanto la vio poner una mueca de disgusto— Que dicen, caballeros. Deberíamos darle la bienvenida a esta hermosa mujer en el barco!?

El grito de aprobación de la tripulación del pelirrojo se alzó por encima de las fuertes ráfagas de viento. Reina lo observó verdaderamente indignada, sin saber cómo responder. Que ella se quedaría en el barco de esos piratas? A hacer que? Un mono de circo. Un bufón o una prostituta? Sus dientes rechinaron ante la mera posibilidad de convertirse en el juguete de ese hombre. Para colmo, Akagami incluso parecía divertirse de su desgracia. Ben Beckmann se acercó a ella por la espalda, bajando hasta su altura para susurrarle.

—Tu orgullo por tu tripulación, mi señora? Me parece un trato justo— Beck señalo la propuesta al notar el buen humor de su capitán. Después de todo, había tenido una buena corazonada en cuanto la vio en el camarote. Y agradeció en silencio que no le disparó al primer reflejo— Puedes estar tranquila, el capitán no suele ser rudo con las mujeres, a menos que estás se lo pidan.

El rostro de la rubia se ruborizó al mencionar tan a la ligera un acto tan vulgar como aquello. Definitivamente no estaría segura en ese lugar, necesitaba de alguien que pudiera resguardarla de esos abusivos piratas. Desde que ambos habían reconocido la presencia del otro, Akagami no había parado de mirarla de una manera extraña, y cuando sus ojos se encontraban, su piel no paraba de erizarse. Su mirada viajo hasta su guardaespaldas, quien aún necesitaba ser tratado por un médico y esos piratas debían tener a uno a bordo.