Una de las incursiones de Akagami era a una isla desierta con una fauna extravagante, para ello, debían hacer un viaje de casi tres semanas, por lo que debían de abastecerse de comida, agua potable y otros implementos en la isla poblada más cercana. Reina pensó que aquello iba a ser bueno, al fin descansaría en tierra firme.
Pero, para su horrorosa sorpresa, el puerto en dónde habían arribado aquella mañana, eran sin dudas uno de los peores que había visto.
El pueblo era... no tenía palabras amables para describirlo. Podía observar a las ratas pasar de una calle a otra, el puerto apestaba a agua estancada y la plataforma que lo conectaban con tierra firme estaba en malas condiciones.
—Esto no puede estar pasando...— exclamó indignada, no era exactamente el lugar donde esperaba estar para descansar. Había esperado que Akagami la llevara a algún lugar más conocido, dónde ella pudiera pasear, comprar, entretenerse, no esperaba algo como Dressrosa o Arabasta pero sin dudas no se había imaginado semejante panorama— Estaremos en este lugar por una semana!?
Al escucharla chillar en medio de la plataforma, Beckmann se acercó a ella cargando unas cajas vacías, llenarían toda la bodega con provisiones y otros utensilios para aguantar la larga travesía.
—Dormira en una posada, así que debería estar más contenta— fue su comentario antes de seguir su camino hacia el pueblo. Yasopp rio detrás de él al ver la expresión de desagradó de la mujer.
Olfan fue el único que entendía como se sentía, pues había convivido con ella y su estilo de vida durante casi 20 años. Dio gracias a que pudo convencer a Akagami de dejarle en libertad, a cambio de que trabajara el doble de duro. Reina no entendía el afán del pelirrojo de tratar a Olfan como un perro, cuando esté no era una amenaza para su tripulación.
Al verla aún paralizada en la plataforma, el ex pirata se acerco a ella comprensivo, intentando apaciguar la fiera que parecía estar a punto de explotar en su interior.
—Contratare algunas mujeres en la posada para que limpie la habitación y la mantengan al día con sus necesidades.
—Yo tu no perdería el tiempo...— El capitán del Red Force aparecío frente a ellos solo para echar a perder el repentino cambio de humor de la mujer. Al verla tan alegre no pudo evitar sonreír, aunque Reina mal interpreto su gesto con uno de burla—Este pueblo vive de los prostíbulos, no creo que ninguna mujer quiera conseguir pocas monedas por un trabajo tan laborioso. Si quieres que algo se haga, tendrás que hacerlo tu misma.
El resto de la tripulación rio con humor, la mayoría no creía que Reina fuera capaz de algo semejante como limpiar o hacer quehaceres. Para ellos, la Tenryūbito era una princesa de porcelana, dispuesta a romperse ante el más mínimo choque. La mujer había congeniado con la mayoría de los piratas, y se había sorprendido al ver lo amigables y serviciales que podían llegar a ser, pero aún así, odiaba que la gente la subestimara.
🍶
Hacía cuánto tiempo no debía gestionar sus gastos? Tal vez unos 24 años atrás. Llevar una saco de monedas le hacía recordar sus días como vocalista en el circo ambulante de Madam Lorraine, en ese tiempo la mujer le pagaba lo suficiente para apenas comprar poco más que un pan. Algunos niños preferían comprar comida, ya que el circo era miserable con las porciones diarias que le daban, pero Reina prefería ahorrarlo y gastarlo en ropa. Después de que Shanks y ella se hicieran amigos, siempre quería verse bien ante el chico, ignorando por completo la miserable vida del circo.
Gracias a eso, los niños comenzaron a llamarla Lady a manera de burla. Ya que ella no daba su mesada para juntarla con el resto, le obligaban entre todos a hacer la limpieza de la pequeña habitación que compartía con ellos. Lorraine en cambio, aplaudía su entusiasmo por verse bien ya que ayudaba con la imagen del circo. Nunca le dijo a su patrona que muchos de sus vestidos habían Sido costeados por Shanks con lo que recibía del botín de su barco.
Ahora que comprendía mejor el mundo, sabía que Lorraine ganaba lo suficiente como para mantenerlos a todos en buenas condiciones. El circo era famoso, y nunca tuvo una sola silla vacía mientras aún trabaja en él. Pero esa horrenda mujer solo velaba por si misma, por lo que no debió sorprenderse cuando un día le informo que la había vendido por un exuberante precio.
Reina volvió a sus sentidos, dejando atrás su ensoñamiento con el pasado cuando un lindo vestido de flores llamo su atención entre las tiendas callejeras, a diferencia de otras islas, la gente de no tenían negocios estructurados. Todas las tiendas estaban frente a sus casas en pequeñas mesas, mantas en el suelo y un techo de lona que los cubría de los cambios del clima. Lo único en todas las tiendas que parecía cuidar minuciosamente eran las prendas de vestir. Reina se acercó hasta el vestido,
—Puedo dejárselo a buen precio... Es el único en todo la isla— exclamó la mujer mientras le acercaba la prenda, Reina quiso tocarlo para ver la que textura tenía pero Olfan le advirtió que no lo hiciera. La rubia intento seguir su camino, pero la mujer de la tienda no estaba dispuesta a dejar ir a alguien interesado— 400 berries! Es un ofertón, no conseguirás una prenda en menos— al ver que Reina seguía sin pescar interés, intento otra manera de llamar su atención—No estás cansada de usar esa horrible ropa de grumete? Te vi desembarcar en el barco de Akagami, por más bonita que seas no llamaras la atención de ese hombre vestida así— le tendió otro vestido mucho más corto y revelador que el otro— Este cuesta unos 200 berries más, pero puedo asegurarte que atraparas la atención de ese hombre de inmediato.
—No, gracias. No tengo interés en él.
—No digas tonterías, todas aquí sabemos lo valioso que es el cuerpo de Akagami— dijo coqueta mientras le guiñaba el ojo, después pareció pensarlo mejor— Tal vez prefieras al amorcito de Beckmann? Es algo serio, pero sabe cómo tratar a una mujer.
Reina se sorprendió cuando noto como su sangre había hervido con el primer comentario. No le interesaban ese tipo de cosas, no le importaba que Akagami se acostara con cualquiera, No importaba que... Maldita sea.
—Donde puedo conseguir productos de limpieza?— pregunto la rubia, intentando cambiar el rumbo de la conversación hacía algo que no le molestará.
—El vestido te quedaría hermoso...
—No lo quiero, gracias. Dime dónde compro lo que necesito— fue más cortante, pero la mujer no parecía dispuesta a colaborar.
Continuo hablando de como debería vestirse si quería llamar la atención del capitán del Red Force, de cómo las Tabernas de mala muerte abrían sus puertas cada vez que pisaba la isla. De como una vez, una de las chicas le había intentado jugar sucio diciéndole que estaba embarazada de él, y como Akagami le había dado la vuelta a la historia haciendo que la chica admitiera que el niño era de otro hombre. Eran relatos que no quería escuchar, la actitud de la mujer comenzó a sacarla de quicio.
Si no hubiera sido por Olfan, seguramente le habria gritado a la comerciante. El hombre comprendió que ya estaba cruzando su límite, así que gentilmente la aparto del acoso de la mujer, diciéndole a la comerciante que era un hermoso vestido por el que Reina buscaría más tarde. Conforme con lo que el ex pirata decía, la mujer asintió y colocó de nuevo los vestidos en su sitio.
—Donde puedo comprar productos de limpieza?— pregunto Olfan sutilmente.
—Al final de la calle, cerca de la posada hay una tienda que vende esas cosas. Si los pides tú podrían dejartelas a un buen precio, amorcito~♡.
Reina continuo su camino mientras maldecia en voz baja. En definitiva, odiaba ese lugar.
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Wanted
FanfictionLady Dominique está ansiosa por iniciar su viaje al Nuevo Mundo, era la primera vez que viajaba fuera de la ruta de la nobleza y estaba emocionada por ello. Al menos todo estaba saliendo bien, hasta que divisaron una bandera pirata a la lejanía. Aka...