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Esa noche, Reina cumplía dos semanas y media de haber abordado el Red Force. Y, a pesar de que conocía las consecuencias, Shanks no había contactado aún al Gorosei. Por lo que sabía que los ancianos no estarían muy complacidos por su tardía notificación.

El grumete asignado a su camarote entro con una bandeja llena de comida y alcohol, dejandolo rápidamente en la mesita del escritorio. Beck le acompaño poco después de que el muchacho saliera del dormitorio, sentándose en la otra silla disponible. Usualmente el capitán cenaba con toda la tripulación en la toldilla, acompañados por el sonido de las palmeras al moverse con el viento, la brisa marina y el desentonado cantar de sus hombres borrachos.

El peliblanco supuso que no había salido a cubierta porque ya había decidido llamar a esos pretenciosos nobles. Shanks era un hombre de palabra, por lo que le había costado tomar una decisión, no era fácil tener que ir en contra de tus principios. Al ver su rostro lleno de preocupación, el capitán del Red Force le sonrió mientras destapaba una botella de licor y le servía en una jarra.

—Crees que deba mudarme al camarote principal del barco?— pregunto en un puchero el pelirrojo mientras le tendía la jarra a su vice capitán. Después de rechazar aquel enorme camarote, Shanks lo había designado como una sala de reuniones. Beckmann le miro interrogante ante la repentina sugerencia— Reina podría querer compartir camarote...

Aquel rumbo de la conversación era una buena manera de disminuir la tensión de ambos por la reacción del Gorosei a la desobediencia del pelirrojo.

—No creo que quiera compartir nada contigo en estos momentos. Te odia, Shanks— se sincero el albino, lo escucho reír antes de tomar un buen trago.

No esperaba que su capitán quisiera ocultar su identidad a la mujer que por tantos años busco. Aunque conociendo al pelirrojo debía tener motivos, Beck no iba a inmiscuirse más de lo necesario.

Volviendo atrás, para Shanks debió ser una sorpresa que dicha mujer ostentara un título tan grande como el de Dragón celestial. Durante los inicios de su tripulación, el pelirrojo solo se había limitado a atacar y liberar a los esclavos de los barcos de los Tenryūbitos con la esperanza de encontrar a la rubia en alguna bodega. No espero que el Gorosei le pidiera matar a uno de los suyos y que este terminará siendo la mujer que buscaba.

Para Beckmann, si bien estaba feliz por el hallazgo de su capitán, era un desagradable giro de los acontecimientos. Shanks se había echo con la confianza de los cinco ancianos, así que no podía desobedecer una petición que ya había aceptado de antemano. Si esa mujer regresaba a Tierra Santa los ancianos tendrían suficientes motivos para cortar los lazos con Shanks, era algo que no podía ocurrir, al menos no por los momentos.

Su capitán acercó el Den den mushi hasta la mesa que ambos compartían e hizo una seña a su segundo al mando para decirle que iba a contactar a los ancianos. El caracol sonó unos pocos minutos, antes de ser atendido.

🐌:『Por que has tardado tanto en reportarte, Akagami?

La voz de uno de los líderes de los Tenryūbitos hablo sin saludar. A pesar de los buenos lazos que los unían, no dejaban de ser nobles petulantes.

—He tenido algunos contratiempos, pero ya cumplí con nuestra misión— mintió el pelirrojo con voz sería, Beck alzo la cabeza para mirarle sin decir una palabra.

🐌:『Bien, te haz desecho de las pruebas?

—No tienen de que preocuparse.

La ambigua conversación no duró más de eso, la comunicación se cortó de inmediato. El mismo trato había recibido cuando le encomendaron matar a Reina.

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