6

863 109 5
                                    

Llegar a cubierta era lo más arriesgado que había hecho en toda su vida. Uno de los grumetes la había guiado con cuidado de que no se encontrará con nadie y el resto de jóvenes se concentraron en distraer a la mayoría de piratas que frecuentaban los niveles del barco. Era arriesgado para todos, Akagami no parecía una persona muy comprensiva así que no sabía que podía suceder si atrapaban a los pobres chicos ayudándole. El muchacho de unos 18 años apretó su mano al sentir la incertidumbre que la estaba atormentando, era extraño ver chicos tan grandes de grumetes pues ese puesto era ocupados por niños. Uno de ellos le comento que Akagami no reclutaba niños en su barco, por lo que los puestos que estaban vacantes para jóvenes como ellos que no tenían experiencia, eran esos. Y viajar con el famoso Yonkou Akagami era un honor. Cuando llegaron al pasillo que daba a la habitación de navegación y otros camarotes de los oficiales la dejo sola, indicándole el camino hasta la habitación del capitán.

Camino lo más rápido que pudo, hasta la entrada. Para la sorpresa de Reina, la puerta del camarote del capitán estaba semi abierta. Entro con cautela y la cerro tras de sí con mucho cuidado. Rápidamente se acercó al escritorio lleno de documentos, buscando alguna llave que sirviera para liberar a Olfan. Abrió las gavetas y nada. Busco en el locker cerca de la entrada y tampoco consiguió lo que buscaba. Esos piratas novatos no iban a mentirles, o sí?

Era peligroso que ella estuviera ahí mientras Akagami estaba en cubierta reunido con su timonel. Si él la llegaba a encontrar fisgoneando, podría molestarse y arrojar a ambos prisioneros al mar. Ese pensamiento la puso más nerviosa. Lo mejor era salir de allí y regresar a la bodega sin que nadie la descubriera, tendría otros momentos durante el viaje para encontrar las llaves de las esposas de Olfan.

Decidida hizo un ademán de dirigirse a la salida, pero el sonido de los pasos en el pasillo la detuvieron. Nerviosa recorrió con la vista el camarote buscando el mejor sitio para esconderse, la cama estaba lo suficientemente separada del piso como para que su cuerpo entrara.

Pudo reconocer la voz de Akagami acordé se acercaban al camarote, no habían más opciones disponibles...

—Estas seguro? Viajar hasta ese lugar nos llevará tiempo y recursos.

Reina aún no podía reconocer todas las voces de la tripulación, pero imagino que se trataba de uno de los veteranos del Red Force, eran los únicos que mantenían una conversación fluida con el pelirrojo. Shanks abrió la puerta para que ambos pudieran entrar y seguir charlando, pero el hombre que lo acompañaba no parecía estar muy dispuesto ya que se quedó en el umbral.

—Arribaremos en la próxima isla, tomaremos todos los recursos que necesitamos y zarparemos. La luna debe estar en el punto más alto el día que lleguemos— ordenó el pelirrojo.

Los hombres intercambiaron otro par de palabras más antes de despedirse y dejar al capitán solo en el camarote. Akagami cerro la puerta tras de si, quitándose la pesada capa negra para tirarla a una de las sillas vacías mientras se sentaba frente a su escritorio.

Reina saco un poco la cabeza para poder ver dónde se encontraba, desde su posición podía claramente su perfil. Solo con la lámpara de aceite encendida, el rostro hermosamente cincelado de Akagami era hechizante. Sus penetrantes ojos del color de acero miraban con nostalgia un grupo de papeles que había sacado de la última gaveta del mueble, aunque su mirada dejaba de ser suave por culpa de las 3 profundas cicatrices que atravesaban su ojo izquierdo. La rubia se pregunto cómo se había ganado horrendo premio, si había sido una disputa que salió mal o algún marinero con intenciones asesinas. Lo cierto era que, en vez de restarle belleza, realzaba más esa imagen viril que brillaba a su alrededor.

Se escondió rápidamente cuando el hombre se levantó de la silla, no sabía si la había visto pero rogaba que se fuera para ella poder salir corriendo y bajar nuevamente a la bodega. Para su mala suerte, sintió la cama hundirse lo suficiente como para tocarla. Aguanto la respiración, esperaba que Akagami no intentara averiguar que era aquello que le había molestado al acostarse.

WantedDonde viven las historias. Descúbrelo ahora