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Reina volvió a su camarote después de comer con Akagami, observando la pequeña habitación vacía pensando en lo ocurrido hasta ahora. Olfan se veía tan asustado la primera vez que había mencionado ese nombre que pensó en un principio que el pelirrojo era un monstruo, pero resultó ser una persona bastante comprensiva, aunque a veces se comportaba como un terco e idiota. Repentinamente, recordó a su guardaespaldas, dándose cuenta de que no lo había visto desde que ambos se separaron frente al burdel donde Akagami se había alojado.

Fue en su busca, pero inexplicablemente no pudo encontrarlo en el barco. Recurrió a la tripulación en busca de información, pero los más jóvenes parecían querer eludirla, sin mencionar que con solo verla comenzaban a buscar lugares donde esconderse. Los veteranos tampoco fueron de gran ayuda, pues sus respuestas eran demasiado simples «No se; pregúntale a Akagami; El capitán dijo...; No sé de quién hablas» y la lista seguía aumentando sin esclarecer sus dudas.

Unas horas más tarde, con la preocupación creciendo en su interior, llamo a la puerta del cuarto de navegación. Era un lugar que frecuentaban Akagami a esas horas. Lucky fue quien le abrió y salió enseguida, tan pronto ella entro en la habitación. Los grandes ventanales a la espalda del escritorio se podía deslumbrar el ancho océano. El hombre que buscaba se encontraba sentado en el escritorio robusto de caoba, el mueble estaba adornado con  formas semejantes a un drakkar, muy parecido al diseño del barco que navegaba.

El hombre no quiso notar su presencia, enfrascado en los papeles que tenía sobre el escritorio. Cuando Reina se sentó frente él, noto que la mayoría de los documentos eran notas de navegación, mapas y recortes de periódicos viejos. El pelirrojo parecía estar buscando algo, pero al carecer de contexto, la mujer no pudo descifrar cuál era su propósito. Un gruñido la hizo ponerse derecha en el asiento, pensó que al hombre no le importaría que ella leyera sus anotaciones, no obstante, estaba equivocada.

—Estuve buscando a Olfan en el barco y no pudo encontrarlo por ningún lado— comenzó la rubia, intentando sonar lo más afligida posible. Esperaba que Akagami se rindiera ante ella, y liberará al hombre de dónde sea que lo tenía aprisionado— E intentado preguntar a la tripulación, pero nadie a querido darme mayores detalles... Beckmann me ha dicho que deben tener tu autorización para...

Lo escucho chasquear la lengua ante el comentario de su segundo al mando, maldiciendo por lo bajo. Claro, aquello había sido mentira. Pero al parecer había logrado atinar a una posible respuesta de parte del peliblanco.

—Murió— fue la simple respuesta del capitán del Red Force, como si le estuviera diciendo algo trivial. El hombre no había dejado de ver los papeles que tenía en el escritorio, y a pesar de estar a principios de la tarde tenía dos jarras de cerveza vacías.

—Como has dicho?

—No lo encontramos en la isla, y lo dimos por muerto— Reina se sintió desfallecer, acaso había sido su culpa que el hombre desapareciera? Ella misma no había estado en peligro una noche antes de zarpar? La isla de las prostitutas era demasiado peligrosa, ella lo sabía y aún así, decidieron separarse aquella noche. Olfan no era un hombre de pelea, no creía que podría ganar un enfrentamiento con algún pirata sanguinario. Akagami alzó la vista cuando ella se recostó de la poltrona— Aunque no lo creas, es muy común que estas cosas sucedan. No es tu culpa.

Por supuesto que había Sido su culpa, si ella no hubiera... si ambos no hubieran... ?????

Intento recordar forzosamente que era lo que habían hablado y porque se habían separado aquella noche, su cabeza dolía y sus recuerdos estaban borrosos. Dentro de sus recuerdos fragmentados podía ver cómo Olfan le hablaba a ella (?) Sus manos sostenían algo que no podía distinguir y su rostro contraído le expresaba que no estaba a gusto con lo que conversaban...

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