Four

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Al día siguiente no esperé a que ser Criston me avisara para acudir al comedor a reunirme con los Targaryen.

Era la hora de comer y mi impaciencia no me permitió continuar en mis aposentos sin saber si Aemond había logrado convencer a Otto Hightower de que la mejor decisión era que yo permaneciera en desembarco del Rey.

Llegué al comedor y me quedé quieta en el umbral de la puerta al ver a Aegon sentado a solas, sin compañía alguna.

¿Desde cuándo era tan puntual?

-Pensé que mi madre te había llamado al salón del trono-dijo bostezando.

Cuando su mirada se posó en mi rostro lleno de desconcierto, esbozó una sonrisa poniéndose de pie mientras apoyaba sus manos en la mesa.

-¿Acaso no lo sabes, Visenya?- recalcó mi nombre más de lo habitual.

-¿Saber qué?- pregunté aún sin atreverme a dar un paso dentro del comedor.

Había escuchado tantos rumores y había visto a tantas sirvientas salir llorando de los aposentos de Aegon, que me resultaba tremendamente difícil poder confiar en él.

-Han llegado mis parientes de Antigua-su sonrisa no hacía más que agrandarse- por fin nos vamos a deshacer de la bastarda de la zorra de Rhaenyra.

Tragué saliva cuando mis manos empezaron a temblar ante sus fuertes palabras.

-Deberías alegrarte y no mirarme así - dijo dejando atrás la mesa- pensé que nadie decente pondría jamás los ojos en ti.

Tragué saliva ignorando el nudo de mi garganta, sintiendo de nuevo aquél horrible temor de saber que estaba sola en aquél mundo, sola en un mundo donde podían humillarme sin que nadie acudiera en mi ayuda.

Aún con las manos temblorosas intenté mantenerme firme, sin cambiar de postura cuando Aegon llegó hasta posicionarse delante de mí.

-¡Aegon!- espetó Alicent detrás de nosotros.

La reina Alicent irrumpió en el comedor obligando a Aegon a retroceder hasta volver de nuevo a ocupar su asiento en la mesa.

-Querida- Alicent posó una de sus manos en mi hombro sin apartar la mirada de Aegon- te hemos estado buscando.

-¿Desea algo alteza?- pregunté haciendo una reverencia sin ser capaz de mirarla, sabiendo que en cualquier momento rompería en llanto.

-Debes acompañarme- se giró dispuesta a irse- han venido mis familiares y me gustaría que te conocieran.

Asentí respirando con profundidad mientras comenzaba a seguirla dejando atrás el comedor.

-No sabía que íbamos a tener visita-dije al fin.

-Oh querida, hace unos días enviamos cuervos a Antigua y mis primos vienen con buenísimas noticias para el reino.

Sonreí forzadamente y nos paramos cuando los guardias nos abrieron las puertas del gran salón del trono.

Caminé junto a la reina viendo cómo Otto Hightower ocupando el trono de Viserys me miraba por encima del hombro con un profundo odio en la mirada que hasta el más ingenuo hubiese notado.

A los pies del trono se encontraban tres hombres de media melena castaña con semblante serio vestidos completamente de verde en honor a su casa.

-Ella es nuestra querida Visenya-me presentó la reina.

Había tres hombres, pero solo fue uno el que dió un paso hacia delante llevándose las manos a la espalda mientras me dedicaba una sonrisa.

-Lady Visenya- me agarró la mano y me la besó sin dejar de mirarme- yo soy Hobert Hightower, hermano de nuestra amada reina Alicent.

Forcé otra sonrisa y aparté la mano de él aprovechando que la mano del rey se puso de pie para llamar nuestra atención.

-La reina y yo hemos coincidido en que has pasado demasiado tiempo encerrada entre estas paredes y murallas- me dedicó una mirada fría mientras caminaba hacia mí- por ello hemos llegado a un acuerdo.

-Te casarás con Hobert dentro de una luna- sonrió Alicent- y podrás ir a Antigua y cambiar de aires.

Era evidente que aquella noticia no me tomaba por sorpresa, pero tenía la pequeña esperanza de que Aemond hubiera conseguido convencer a su tío de que yo debía permanecer junto a ellos.

Desvíe la vista hacia Hobert Hightower y agaché la cabeza cuando sus pupilas coincidieron con las mías.

¿Cómo iba a casarme con un hombre que me doblaba la edad?

La puerta del salón del trono volvió a abrirse y todos nos giramos viendo entrar a Helena, Aegon y Aemond que caminaban en completo silencio hacia nosotros.

Mis ojos solo se posaron en Aemond que esquivando mi mirada se posicionó cerca de Otto.

-Bueno- era la primera vez que veía una sonrisa en el rostro de Otto- ahora que estamos todos deberíamos formalizar este acuerdo e informaros de que pronto deberéis despedirnos de….-su sonrisa se desvaneció cuando posó sus ojos en mi- Visenya.

-Deberíais llevar a Visenya a dar una vuelta por los jardines- sugirió Alicent- y así conocer más el uno del otro.

Una sonrisa se dibujó en el rostro de Hobert que rápidamente me ofreció su brazo dispuesto a seguir los consejos de la reina.

-Deberíamos..-Aemond dió un paso hacia delante aún incapaz de dirigir su mirada a la mía- deberíamos antes ir al comedor.

-Deberíamos dejar a la nueva pareja conocerse- comentó Aegon clavando su mirada en Aemond- pronto serán familia.

Aemond dirigió su ojo hacia su hermano y por un pequeño instante pensé que iba a responderle, pero se limitó a volver a su lugar sin decir absolutamente nada mientras yo pasaba mi mano por el brazo de Hobert.

Caminé junto a él y giré mi cabeza para mirar una última vez a Aemond que me daba la espalda mientras hablaba con su abuelo.

Debía de haberlo sabido, aunque en el fondo siempre lo supe, yo no era más que una pieza en el tablero de desembarco del Rey.

Otto Hightower como mano del rey había movido ficha.

Miré hacia delante endureciendo el gesto de mi rostro que hasta el momento se había mostrado amable.

Ahora me tocaba a mí mover ficha y devolverle el golpe.

La semilla del dragón// Aemond Targaryen 💚Donde viven las historias. Descúbrelo ahora