Seventeen

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Me levanté buscando con mi mano a Aemond pero me encontré sola en mi cama. Las sábanas rodeaban todo mi cuerpo y aún dudaba de si lo que había vivido había sido real o un sueño.

Me incorporé viendo cómo la luz entraba por la ventana y como mi vestido aún permanecía en el suelo.

Sin evitarlo esbocé una sonrisa recordando toda la noche anterior, recordando lo tierno y delicado que fue Aemond conmigo.

Suspiré levantándome al fin de la cama sin desprenderme de mi sábana.

Siempre había imaginado que solo era amistad lo que dejaba que Aemond me protegiera tanto, jamás pensé que todo aquello fuera algo más.

Frené mis pasos cuando una estúpida idea rondó mi mente.

¿Y si solo era deseo lo que sentía por mi?

Agité la cabeza intentando no darle más vueltas mientras me preparaba para salir de la habitación.

No tardé en dirigirme al comedor para desayunar junto a todos los Targaryen, pero cuando solo encontré a un hombre de pelo blanco hasta los hombros al que no había visto en mi vida, me quedé quieta.

-Sabía que aquí era el mejor sitio para encontrarte.

-¿Nos conocemos?- pregunté.

Sonrió con ironía cuando la reina Alicent entró en el comedor al mismo tiempo que yo hacía una reverencia.

-El es Daemon Targaryen- explicó la reina sin acercarse mucho a él- viene a llevarte de vuelta a Rocadragón.

Fruncí el ceño.

-Creo que dejé muy claro que…

-Eres hija de Rhaenyra Targaryen- me interrumpió Daemon- debes estar junto a tu madre.

Miré a la reina en busca de apoyo.

-No iré a ningún lado- dije cuando no encontré ningúna intención en la reina de apoyarme.

-No vengo a obligarte- me dedicó una sonrisa- pero si decides quedarte aquí, no habrá marcha atrás.

-Voy a casarme con Aemond.

Alicent desvío la vista hacia Daemon.

-No creo que eso vaya a ser posible, querida- se cruzó de brazos algo incómoda- él lo hará con alguna hija de Lord Borros Baratheon.

La miré incrédula.

-Y tú puedes hacerlo con Jace- Daemon dió un paso hacia mí- al fin de cuentas es el primogénito de la heredera al trono.

Miró por el rabillo del ojo a Alicent y luego volvió a centrar su mirada en mi.

-No me iré de aquí- repetí.

Me giré molesta mientras intentaba ignorar el nudo de mi garganta y salí del comedor escuchando como murmuraban.

¿Sabía Aemond que la reina ya le tenía elegida esposa?

Enfurecida caminé hacia sus aposentos y sin llamar a la puerta la abrí encontrándome ese lugar completamente vacío.

¿Dónde estaba Aemond? ¿Acaso seguía entrenando con Ser Criston?

Salí de sus aposentos y bajé las escaleras hacia el patio de armas.

-¿Buscas a Aemond?- preguntó Helena detrás de mí.

Frené mis pasos en medio de los escalones para girarme.

-¿Cómo lo sabes?- pregunté.

-He escuchado la conversación de hace un momento.

La miré en silencio esperando a que me diera algo de información.

-Salió esta mañana a Bastión de Tormentas- se encogió de hombros bajando los escalones- después de discutir fuertemente con madre.

-¿Va a casarse con la hija de ese tal Baratheon?

-Un hombre honorable como él jamás faltaría a la palabra que ha dado la reina ¿No crees?

Miré a mi alrededor con el corazón acelerado y dejando atrás a Helena corrí subiendo las escaleras girando a la izquierda mientras contaba las puertas para no equivocarme.

A la cuarta puerta frené mis pasos y tras armarme del valor suficiente la abrí y la cerré a mis espaldas desviando la vista hacia el bulto que ocupaba la cama que tenía enfrente.

-Aegon..-musité temerosa de acercarme.

Pero tras no obtener respuesta caminé hacia él y le zarandeé viendo cómo abría lentamente sus ojos.

-¿Vienes buscando lo que no te dió ayer mi hermano?- esbozó una sonrisa y volvió a cerrar los ojos.

-Aemond se ha ido a Bastión de Tormentas.

-Gracias por la información- se giró dándome la espalda y cubriéndose por completo con la sábana.

Resoplé poniendo los ojos en blanco.

-Aegon, creo que a ido a aceptar las condiciones que le ofrezcan- le quité la sábana del rostro- puede aceptar casarse con otra.

Se incorporó provocándome apartar la vista al verle desnudo de cintura para arriba.

-Bienvenida al mundo real, Visenya- se llevó las manos al rostro bostezando- para que yo reine y pueda mantenerme en el trono necesito alianzas fuertes.

-¡Me dio su palabra!

-Madre se la dio a Lord Borros- volvió a apoyar la cabeza en la almohada- comprenderás que es mejor faltar a la palabra que se te dio a ti que a un señor de una gran casa como lo es la casa Baratheon.

-¿Y mis sentimientos?- sollocé sin poder contenerme más- ¿Eso no cuenta?

-No..-susurró Aegon.

-¡¿Por qué fuisteis a por mi a Rocadragón?!-grité enfurecida.

-Supongo que Aemond te querrá como su amante-sonrió Aegon.

Me llevé una mano a la cabeza sintiendo que todo a mi alrededor daba vueltas.

-¿Cuando vino a Rocadragón ya sabía que no iba a cumplir su palabra conmigo?

Aegon asintió.

Me giré enfadada, dispuesta a irme.

-Eres preciosa, inteligente y valiente- comentó Aegon provocando que dejara de caminar- pero no dejas de ser la bastarda de mi medio hermana.

-¿Qué quieres decir?- caminé de nuevo hacia él.

Bostezó volviendo a cubrirse con las sabanas.

-Creo que Aemond no es el indicado para ti.

No fui capaz de escuchar más, en silencio salí de los aposentos de Aegon y caminé apresuradamente hacia mi habitación.

Si algo caracterizaba a Aemond era su sinceridad, ¿Por qué me mintió ayer y me hizo el amor si no estaba dispuesto a casarse conmigo? ¿Sería capaz de dejarme en este castillo solo para complacerle?

Agité la cabeza incapaz de creer eso mientras cerraba la puerta de mis aposentos rompiendo en llanto tras las duras palabras de Aegon.

La semilla del dragón// Aemond Targaryen 💚Donde viven las historias. Descúbrelo ahora