Tres noches después, cuando ya me informaron de que Aegon había despertado, me dirigí a sus aposentos para ver cómo se encontraba, pero a medio camino unas fuertes náuseas me invadieron provocando que diera marcha atrás y apoyará mi espalda en la pared con algo de fatiga.
Llevaba todo el día revuelta y aunque había acudido al gran maestre no había conseguido que me diera nada que calmara aquellas náuseas.
-¿Estás bien?- preguntó Helena saliendo de su habitación.
Negué con la cabeza haciéndole un gesto con la mano para que no se acercara mientras yo me llevaba la mano al estómago.
-Los nervios y el estrés me han afectado más de lo que esperaba- contesté.
Ella ignorando el gesto de mi mano se acercó a mí y pasó una de sus manos por mi frente.
-No tienes fiebre, ¿Desde cuándo te sientes así?
-Desde ayer por la noche.
-Si has compartido lecho con Aemond puede que estés esperando un hijo.
La miré con el ceño fruncido.
-¿Un hijo?
Ella asintió.
-Con Aegon solo tuve que hacerlo dos veces- dijo encogiéndose de hombros- y cuando las náuseas llegaron madre me dijo que estaba en cinta.
-Pero yo…
-Si fue Aegon con quien…-se cruzó de brazos agachando la cabeza con tristeza- no lo digas, Aemond jamás debe saberlo.
-Solo comparto lecho con mi esposo-dije dolida con su acusación.
Ella suspiró agitando la cabeza, como si quisiera quitarse esas ideas y entonces agarró mi mano.
-Será una bendición para la familia un nuevo bebé, es justo lo que necesitamos, una pizca de alegría que nos haga olvidar este mal trago a causa de la guerra.
La miré sin poder llegar a creer que yo estuviera en cinta.
-¿Vas a ir a ver a Aegon?- preguntó al fin olvidándose durante un momento de mi estado.
Asentí.
Helena puso los ojos en blanco y comenzó a caminar hacia sus aposentos.
-Pues te deseo suerte porque no quiere tener a nadie cerca.
La miré antes de que se alejara y sin decir nada continué mis pasos hasta llegar a los aposentos de Aegon.
Toqué la puerta con los nudillos y la abrí lentamente.
-Hola…-susurré.
Aegon levantó ligeramente la cabeza y tras verme soltó un suspiro.
-Hola..
Sonriendo por no haber obtenido rechazo alguno por su parte, cerré la puerta a mi espalda y me acerqué a él.
-¿Cómo te encuentras?
-Me duele cada parte del cuerpo-contestó- como si me hubieran apuñalado por completo.
Pasé mi mano por su frente sentándome en la cama.
-Dijo el gran maestre que si la fiebre bajaba eran buenas noticias- sonreí - y es evidente que ya casi no tienes fiebre.
Solo entonces sus ojos se posaron en los míos.
-Me salvaste…-susurró agarrando la mano que se encontraba aún apoyada en su frente- podrías haberme dejado morir y haber acabado con esta guerra por segunda vez.
-No era una opción- confesé- no podía dejarte morir, al menos no sin intentar salvarte antes.
Se dibujó una ligera sonrisa en sus labios.
-Me dijiste una vez que deseabas que yo muriera y que fuera Rhaenyra la que ocupara el trono.
Puse los ojos en blanco.
-Lo dije porque me encerraste en Harrenhal y estaba muy enfadada contigo.
Esta vez la sonrisa en el rostro de Aegon fue más evidente. Soltó mi mano y estiró la suya para acariciar mi pelo.
-Ayer me besaste…-susurró- es lo último que recuerdo.
-Me lo pediste..-aclaré.
-¿Te lo pedí?- preguntó frunciendo el ceño, como si no se acordará de lo demás.
Asentí mientras él suspiraba. Nuestras miradas aún seguían clavadas el uno en el otro, hasta que él volvió a hablar.
-Visenya, en cuanto me recupere iré al Septón Supremo y anularé tu matrimonio.
Mi respiración se congeló y me puse de pie escuchándole con atención. ¿Anular mi matrimonio?
-Sé que ahora no te lo tomarás bien, pero con el paso del tiempo lo entenderás.
-No entiendo…-dije confusa- ¿Por qué lo anularlas?
Me sonrió cerrando los ojos algo adolorido mientras a mi mente volvían las palabras que le dijo a su madre cuando aún estaba inconsciente.
-Porque te quiero como mi esposa, no como la de mi hermano-terminó de explicar.
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La semilla del dragón// Aemond Targaryen 💚
RastgeleFANFIC House of the Dragon Aemond Targaryen