Twenty eight

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Me levanté cuando Aemond aún continuaba dormido y tuve que esforzarme para creer que aquello no era solo un sueño.

Tenía delante de mí al hombre con el que siempre había soñado y ese mismo hombre había decidido pasar el resto de sus días a mi lado.

¿No era extraño?

Siendo bastarda siempre me habían hecho entender que yo no merecía nada, que debía conformarme con lo menos posible y no hacer reclamos.

Suspiré acercándome lentamente a él para acurrucarme a su lado.

Si eso no era el paraíso, no sé qué podría serlo.

-Hoy no tengo ganas de ir a entrenar…-murmuró pasando su mano por mi espalda para atraerme aún más a él.

-No entrenes..-susurré cerca de su oido.

Aún con los ojos cerrados esbozó una sonrisa.

-¿Me vas a necesitar para algo?

Su pregunta me hizo soltar una carcajada pero se borró de inmediato la expresión de alegría de mi rostro cuando alguien golpeó la puerta con fuerza.

-¡Aemond ábreme!- espetó la reina Alicent desde el otro lado.

Él se incorporó de inmediato buscando su parche con la mano aún medio adormilado y yo me cubrí el cuerpo con las sábanas avergonzada.

-¡Aemond!

Vi como se ponía de pie y se colocaba el parche dirigiéndose hacia la puerta, y sin más la abrió provocando que su madre palideciera de inmediato al verme en la cama.

-¡¿Se puede saber en qué demonios estabais pensando?!- entró en sus aposentos y apuntó con el dedo a su hijo menor-¿Cómo has podido hacerme esto?

-Me he casado con la mujer que amaba- miró a su madre mientras se ponía con rapidez su camisa- tú siempre nos dijiste que a Visenya había que tenerla cerca. ¿No era así?

-¡Pero no casada contigo!

-Qué más da con quién estuviese casada-se encogió de hombros mostrando de nuevo ese rostro sin expresión- Visenya siempre será la debilidad del otro bando.

-Y del nuestro por lo que veo- dijo Alicent apartándose de su hijo con el rostro enrojecido.

Les miré llena de incomodidad, siendo incapaz de hablar ni interrumpirlos.

-¿Y tú?- esta vez Alicent me sobresaltó dirigiéndose a mí-¿ Quieres saber quién está en el salón del trono esperando por una explicación?

Tragué saliva.

-¡Jace Velaryon junto a Daemon Targaryen os esperan para una respuesta y una explicación!

-Pues entonces iré yo- Aemond hizo el amago de salir de la habitación, pero Alicent rápidamente se lo impidió.

-¿Estás loco?, ¿Quieres que te maten ante los ojos de tu padre?

-¿Padre?- retrocedió Aemond.

-Si- le apuntó de nuevo con el dedo su madre- Viserys está en el trono esperando la misma explicación que su hermano y nieto.

-Iré yo sola- dije provocando que los dos girarán sus cabezas para mirarme- iré y solucionaré esto sin ning…

-No irás a ninguna parte-me interrumpió Aemond.

-Solucionadlo- la reina volvió a fijar la mirada en su hijo- que esto no acabe en tragedia.

Y sin decir nada más salió de los aposentos cerrando la puerta de un portazo.

-Iré yo-repetí- y no hay más que hablar.

Me envolví la sábana alrededor del cuerpo y me puse de pie.

-No permitiré que te acerques a Jace.

-Tu mismo lo has dicho- me acerqué a él- yo soy la debilidad de los negros.

Suspiré cuando él pasó un dedo por mi mentón para levantar mi rostro.

-Estabas prometida con él.

-Y fue todo un caballero conmigo..-susurré- tanto que aún sabiendo lo que sentía por ti, me dejó volver a verte, ¿No crees que necesita una explicación?

Aemond desvió la vista hacia un punto fijo mientras besaba mi frente con delicadeza.

-Estaré esperando afuera-dijo al fin a regañadientes- si tardas entraré a por ti sin importarme nada más.

Asentí aceptando sus condiciones.

La semilla del dragón// Aemond Targaryen 💚Donde viven las historias. Descúbrelo ahora