Thirty-two

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Abrí los ojos y giré en la cama intentando volver a dormirme, lo último que necesitaba era levantarme y tener que ver a todos los Targaryen de aquél castillo.

Me había pasado toda la noche despierta, incapaz de poder dormir mientras volvía a recordar mi mano pasando por el fuego sin apenas sentir calor.

¿Cómo me pudieron haber engañado tantos años? ¿Por qué motivo el fuego no me afectaba?

Tenía tantas preguntas sin resolver. ¿Y si Rhaenyra podía ayudarme en todo aquello? ¿Y si ella comprendía de alguna forma como me sentía?

Me levanté de la cama y bostecé más cansada que nunca. 

No tenía opciones de hablar con Rhaenyra después de lo que le había hecho a Jace, así que me quedaba sin opciones.

-Lady Visenya- la voz de ser Criston Cole resonó al otro lado de la puerta- la esperan en la mesa para el desayuno.

Volví a tumbarme. No deseaba ver a nadie y mucho menos a Aemond después de lo sucedido anoche.

-Me encuentro indispuesta- dije deseando que se fuera cuanto antes.

Y suspiré aliviada al escuchar sus pasos alejarse de mi puerta mientras volvía a acurrucarme bajo las sábanas, esperando así conciliar el sueño.

Cerré los ojos intentando centrarme en mi respiración, pero entonces la puerta de mis aposentos se abrió.

-¿No vas a desayunar?

Escuchar la voz de Aemond me sobrecogió, y abrí los ojos con la respiración agitada.

¿A qué había venido?

Me quedé en silencio viendo y escuchando sus pasos llegar hasta la cama y como aún de pie me miró cruzándose de brazos.

-Yo tengo al dragón más grande de poniente- comentó sin dejar de mirarme- ¿Fuiste amable conmigo por ese motivo cuando aún éramos críos?

Parpadeé dos veces seguidas.

-¿Te acercaste a mí aparentando que no te repugnaba mi cicatriz para que Vaghar siempre estuviese de tu lado?

Me incorporé dolida con sus preguntas.

-Yo jamás me hubiera acercado a…

-Explicame entonces porque a mí sí me acusas de haberlo hecho- su semblante permanecía serio- me acusas de que mis intenciones no fueron sinceras jamás contigo, que te manipulé, usé y enredé.

-¿Por qué lo ocultaste?- me levanté de la cama con enfado- pensé que nos contábamos todo.

Se apoderó de nuevo el silencio de la habitación y resoplé agotada.

-Necesito respuestas Aemond- agaché la cabeza incapaz de mirarle- en Rocadragón mi madre puede…

-¿Rocadragón?-preguntó con enfado-¡Si necesitas respuestas te las daré yo!

Elevó el tono de voz sobresaltandome, y se acercó a mí agarrándome con fuerza de los brazos.

-Eres mía, ¿Lo entiendes?- me zarandeó con suavidad mirándome con desespero- y me da completamente igual que el fuego no te queme, porque cuando lo supe ya era demasiado tarde.

-¿Demasiado tarde para qué?-pregunté.

-Estaba ya enamorado de ti, Visenya…-susurró- era demasiado tarde porque no iba a ser capaz de usarte en mi beneficio.

-Te has casado conmigo..

-Por amor- apretó aún más sus manos alrededor de mis brazos provocándome soltar una mueca de dolor- cualquiera en su sano juicio acabaría locamente enamorado de ti si te conociese tanto como lo hago yo.

Escucharle decir aquello provocó que una oleada de sensaciones recorrieran mi cuerpo.

Me soltó dejándome caer sobre la cama y me miró de nuevo con la respiración agitada.

-¿Crees de verdad que sería capaz de ponerte en medio de una disputa?- preguntó alejandose con enfado- ¿Crees que…

Se quedó en silencio tensando la mandíbula mientras respiraba con fuerza.

-¿Cómo puedes pensar conociéndome que…

-Me lo has ocultado durante todo este tiempo- le dije poniéndome de pie- podrías haberme sido sincero.

Su mirada volvió a coincidir con la mía y resopló enfurecido.

-¿Por ese motivo nunca me dejasteis tener dragón?-pregunté caminando hacia él- por miedo a que me pusiera en contra de vosotros.

Sonreí con ironía.

-Enviasteis a la guardia real para que me matará en aquel pueblo de Harrenhal para castigar a mi madre- mis lágrimas ya resbalaban por mis mejillas- estoy ahora mismo aquí gracias a que no ardo.

-Yo aún era un niño…-susurró.

Me giré con enfado.

-Lo que no entiendo aún es porque la reina buscaba desesperadamente casarme con algun Higtawer y no con alguno de sus hijos.

-Nosotros tenemos dragones -confesó- los Hightower no.

Suspiré.

-Estamos casados, lo hicimos hace un día, pero no tendrás ningún derecho sobre mí- caminé de nuevo hacia él- no compartiremos lecho.

Me miró sin apartar la mirada de mi ni por un segundo, y tras un largo silencio por su parte, dió un paso hacia mí.

-Si le temes a que pueda venir a exigir mis derechos matrimoniales no lo haré, no hayo disfrute alguno en forzar a nadie.

Respiré aliviada viendo cómo continuaba caminando hacia mi.

-Pero soy tu esposo, así que tengo todos los derechos sobre ti- terminó de acercarse a mí con gesto serio y distante- no me importa lo molesta que puedas llegar a estar, yo siempre voy a ser tu esposo, eso no debes olvidarlo.

Desvío la vista hacia mis labios y se humedeció los suyos.

-Te pido que respetes que durmamos en habitaciones separadas- el nudo de mi garganta no me dejaba ni siquiera respirar.

-¿Eso es lo que quieres?- preguntó con un ligero brillo en la mirada- ¿echar por tierra todo por algo que sucedió cuando yo era un crío?

Posó su mano en la puerta acorralandome y volvió a desviar la vista hacia mis labios.

-Vamos Visenya…-susurró consiguiendo estremecerme- me conoces bien, ¿Crees que sería capaz de hacerte daño?

Con su mano libre rozó el lóbulo de mi oreja y deslizó sus dedos hacia mi cuello provocando que yo cerrara el puño alrededor de mi vestido en un intento de mantenerme firme.

-¿De verdad piensas que no provocas nada en mi?- acercó su boca a mi oreja lentamente.

-No lo sé…-susurré.

Sus labios se encontraban cerca de los míos y el deseo de poder besarlos iba cada vez en aumento.

-Me enamoré de ti el mismo día que me quitaste la espada de la mano y me miraste a la cara fascinada con mi cicatriz- su mano libre está vez me agarró con fuerza del rostro acercándome más a él, tanto que su aliento chocaba contra mi boca- solo te he querido a ti, me daba igual lo demás, me daba igual todo Visenya ¿Cómo hago para que esto te entre en esa cabecita dura que tienes?

Y sin decirme nada más me besó aún con su mano sujetando mi rostro mientras que la otra dejaba la puerta para acercarme aún más a él.

-No dudes Visenya…-susurró apartando ligeramente sus labios de los míos- no dudes de mí.

Tiró de mí volviendo a unir sus labios a los míos y caminó de espaldas hacia el centro de la habitación.

Cuando nos quisimos dar cuenta ya nos habíamos desprendido completamente de nuestra ropa sintiéndonos piel contra piel mientras nos dejábamos caer en la cama.

Le amaba, le odiaba y le deseaba con la misma intensidad, y no había nada en el mundo que pudiera detener mis sentimientos hacia él.

La semilla del dragón// Aemond Targaryen 💚Donde viven las historias. Descúbrelo ahora