Nineteen

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Esa noche después de cenar, me quedé en mis aposentos agotada a causa de no haber podido dormir la noche anterior.

Los párpados me pesaban más de lo habitual y mi cuerpo se movía muy lentamente, como si cada articulación pesara el doble de lo normal.

¿Qué me pasaba?

Cerré los ojos cansada y volví a abrirlos cuando escuché como la puerta se abría.

-Aegon…-susurré sin fuerzas viendole algo borroso.

-Deberías tenerme más en estima- hizo una mueca y caminó hacia la cama bajo mi atenta mirada- porque si no fuera por mí…

Como si fuera apenas una pluma me cogió en sus brazos y se quedó quieto observandome durante un momento, un momento que se me hizo eterno.

-Deberías plantearte seriamente irte de ese castillo- sus brazos me rodearon con fuerza y se dirigió hacia la puerta.

-¿Adonde me…

Cerré los ojos incapaz de continuar hablando. Sentí como caminaba conmigo mientras de mi se apoderaba un pesado sueño.
Me dejé llevar por los latidos de su corazón que me provocaron una tranquilidad inexplicable y me aferré a él con fuerza.

Una brisa me acarició el rostro y hundí mi cabeza en el cuello de Aegon dejando de luchar con mis ganas de dormir.

-Visenya, ¿Me escuchas?

Intenté abrir los ojos a duras penas.

-Necesito que me ayudes..-susurró apartandome un mechón de pelo- tienes que subir al dragón ya.

Dejó lentamente que mis pies tocaran suelo, pero cuando vio que era incapaz de mantener el equilibrio volvió a agarrarme con fuerza.

-Aemond…

Noté como se esforzaba en subir conmigo encima de su dragón y abrí los ojos intentando comprender qué era lo que estaba pasando.

-Prestame atención Visenya- me abofeteó con suavidad- agárrate bien a mí o caerás del dragón.

-¿A dónde vamos?- pregunté volviendo a cerrar los ojos.

Pero no obtuve respuesta, solo me aferré a Aegon cuando el dragón comenzó a elevar el vuelo y perdí el conocimiento en aquél preciso momento.

No sé cuánto tiempo pasamos en el cielo, pero me desperté cuando sentí como Aegon volvía a hablarme.

¿O hablaba con alguien más? Su voz sonaba tan lejana a mi que no pude entender nada de lo que me decía.

Volvió a cargarme en sus brazos aún hablando en la lejanía, para más tarde dejarme sobre algo blanco, tan blando como lo sería una cama.

-Aegon…-susurré.

Pero entonces un cubo de agua fría se derramó sobre mi rostro espabilandome.

Abrí los ojos asustada incorporándome, fijando la mirada en Aegon mientras intentaba respirar con normalidad.

-¡¿Qué es lo que quieres?!- grité-¡¿Se puede saber que es lo que haces?

Él puso los ojos en blanco.

-Ahora que lo pienso…-dijo- te prefería dormida, es más, pagaría por verte de nuevo dormida y callada.

Le fulminé con la mirada para más tarde desviarla por toda aquella habitación. ¿Dónde estaba?

-¿Te acuerdas de este sitio?- preguntó.

Miré de nuevo a mi alrededor aún embobada hasta que una punzada atravesó mi corazón.

-Está era mi casa antes de….-mis ojos se llenaron de lágrimas- ¿Qué hacemos aquí?

-Este será tu hogar a partir de ahora, no volverás a la Fortaleza Roja hasta que yo lo decida.

Me levanté de la cama sin entender nada.

-Otto envió a algunos sirvientes a echarte algo en la bebida- se sentó en la cama y me miró con semblante serio- pensaban matarte esta noche Visenya.

Tragué saliva asustada.

-Y antes de que lo preguntes, no, Aemond no sabe nada de esto.

-¿Te has vuelto loco?- caminé hacia él y le abofeteé con fuerza-¿Crees que tienes derecho a hacer conmigo lo que quieras?

-¡Te he salvado la vida!- elevó el tono de voz poniéndose de pie- ¡Y como futuro rey te ordeno que te quedes aquí!

Retrocedí hacia atrás atemorizada.

-¡Vivirás!- se acercó a mí y con fuerza me agarró de los brazos-¡¿Quieres por una vez prestar atención a mis palabras?!

-¿Se puede saber por qué Otto Hightower estaría interesado en matarme?

Aegon tiró de mí para atraerme hacia él.

-Que Aemond rechazara a las hijas de Lord Borros es solo el principio y todos lo sabemos- desvío la vista hacia mis labios- eres un peligro para mi reinado.

-Entonces, ¿Por qué no fuiste tú mismo el que me mataste?

Esbozó una sonrisa y para asombro mío, su respuesta fue simple.

Dejó atrás mis brazos ya adoloridos y agarró mi cabeza con sus dos manos. Me miró y solo entonces me besó.



La semilla del dragón// Aemond Targaryen 💚Donde viven las historias. Descúbrelo ahora