Fifty-one

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-Visenya…

Gimoteé aún con los ojos cerrados.

-Visenya…

Lentamente fui abriendo los ojos para ver delante de mí a Aegon que me acariciaba el pelo con delicadeza mientras esbozaba una media sonrisa algo cansada.

-¿Qué haces en…

Tragué saliva incapaz de continuar hablando.

-Da igual cuanto me odies- sujetó una de mis manos- al final siempre acabas volviendo a mi.

Me incorporé adolorida y observé mi alrededor.

-¿Qué haces aquí?

-¿Crees de verdad que Aemond vendría sólo a Rocadragón?- besó mi mano mientras yo intentaba asimilar todo- así que venga, nos tenemos que ir.

-¿Dónde está Aemond?

Aegon hizo una mueca y me cogió en brazos pasando por encima del maestre que se encontraba inconsciente en el suelo.

Miré a la cara a Aegon y suspirando apoyé mi cabeza en su pecho dejando que me sacara de aquella habitación.

-¿Has matado a Rhaenyra?- pregunté de nuevo.

-Aún no- contestó.

Levanté la cabeza y volví a mirar su rostro algo cansado.

-¿Dónde está Aemond?

Dejó de caminar y clavó sus ojos en mí.

-¿No te cansas de hacer preguntas, Visenya?

Resopló poniendo los ojos en blanco mientras retomaba sus pasos.

-Está vivo, si te refieres a eso.

Negué con la cabeza frunciendo el ceño.

-La pregunta es clara, ¿Dónde está?

Pasamos junto a un centenar de guardias y solo cuando logramos salir de Rocadragón pude ver a Jace mirándome en la lejanía, su rostro reflejaba enfado y tristeza al mismo tiempo. ¿Qué había pasado mientras yo me encontraba inconsciente?

-No estoy entendiendo nada…-susurré- dime qué no estoy soñando.

Aegon volvió a mirarme.

-Si fuera un sueño nos lo estaríamos pasando muy bien- bromeó.

Golpeé con mi mano su pecho, pero alcé la vista hacia el cielo cuando un enorme dragón nos sobrevoló.

-Rhaenyra ha tenido que entender por las malas que este no es tu lugar- se explicó Aegon- por mucho que me desquicies, tu lugar innegablemente es la Fortaleza Roja y eso no lo podrá cambiar ni tu verdadera madre.

-Nadie se ha parado nunca a preguntarmelo a mí- dije.

Él volvió a mirarme y con delicadeza dejó que mis pies tocaran el suelo.

-¿Dónde quieres estar, Visenya?- preguntó llevándose las manos a la espalda- Puedes quedarte aquí, junto a tu madre o ir conmigo a la Fortaleza Roja.

Desvíe de nuevo la vista hacia el cielo donde Vaghar aún volaba siguiendo nuestros pasos.

-Si lo que quieres es quedarte aquí, dejaré que lo hagas- suspiró- pero no creo que Aemond acepte.

-Ahora eres rey,Aegon…-susurré esta vez mirándole a él- no puedes arriesgar tu vida de esta forma. Ellos tienen dragones y podrían matarte si quisieran.

A Aegon se le dibujó una sonrisa en el rostro.

-¿Te estás preocupando por mi?- pasó sus manos por mi pelo aún sonriendo- ya veo que tu madre no ha conseguido hacerte cambiar de opinión.

Negué con la cabeza.

-Mi hogar es la Fortaleza Roja.

-Esa es mi chica…-susurró volviendo a cogerme en brazos para continuar sus pasos.

-Pero…¿Por qué no os han matado?- pregunté con curiosidad- pensé que…

-Mi hermana ha hecho venir a Aemond con una tregua por escrito-contestó- si la rompe todas las casas amigas la dejarán de lado. ¿Quién quiere una reina que no cumple su palabra?

-Pero , Ser Criston Cole está…

Aegon desvío sus ojos hacia el cielo para ver cómo Aemond aún encima de Vaghar sobrevolaba Rocadragón.

-Lo ha matado Aemond, no Rhaenyra.

Suspiré.

Solo cuando subimos al barco me volvió a dejar en el suelo.

-Voy a darte otros aposentos- comentó- unos aposentos que no tengan pasadizos secretos.

-Me gusta la habitación que comparto con Aemond...-susurré.

-Nuestros enemigos saben dónde duermes,¿Quién te asegura que no volverán a por ti?

Puso los ojos en blanco y solo entonces se percató de mi ropa, en ese momento sonrió apartando la mirada de mi.

-¿Qué?-fruncí el ceño.

-Acabo de recordar la primera vez que te vi- suspiró aún sin mirarme- una chica de pelo alborotado y ropa de chico.

Le miré intentando aparentar seriedad.

-Jamás había visto a una chica como tú…-susurró tan bajo que pareció habérselo dicho a sí mismo.

Me quedé en silencio, mientras el barco se alejaba de Rocadragón para adentrarse en el mar rumbo a la Fortaleza Roja.

-A veces me mata lo que estás haciendo, Visenya.

Levantó la vista y clavó sus ojos en los míos mientras yo le miraba con nerviosismo.

-No estoy haciendo nada- dije uniendo las cejas.

-Ese es el problema….- agarró una de mis manos bajo mi atenta mirada y desvío la vista hacia mis labios- que nunca haces nada.

Vaghar descendió casi rozando el agua y consiguiendo salpicarnos ligeramente mientras nosotros nos alejábamos el uno del otro.

-Venga- resopló Aegon- voy a llevarte con el gran maestre.

La semilla del dragón// Aemond Targaryen 💚Donde viven las historias. Descúbrelo ahora