Fifty five

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Paseé por los jardines de la Fortaleza Roja fijando la mirada en las flores, pero perdida completamente en mis pensamientos.

No había dormido nada desde que Aemond salió de nuestra habitación tras sus duras palabras, y en cuanto el sol se había puesto calentando todo su alrededor, yo había salido a despejarme a los jardines después de casi enloquecer encerrada en la habitación.

Era demasiado pronto aún y aún así ya estaba el servicio de un lado para otro preparándolo todo para el desayuno.

Caminé dejando que el sol rozara mi piel y pasé mi mano por mi vestido, vestido que echaba de menos después de haber pasado dos días en pantalones.

-Visenya.

Me giré haciendo una reverencia cuando Alicent caminó hacia mí con semblante serio.

-Debemos hablar- miró a su alrededor- pero no aquí.

Fruncí el ceño y asentí siguiéndola. ¿Qué era tan urgente?

-No debes olvidar quien es ahora la reina de los siete reinos- dijo en cuanto comenzamos a andar- está mañana ha venido Helena hablándome del romance o dios sabe qué que tienes con Aegon.

Abrí la boca dispuesta a hablar, pero ella me interrumpió.

-Aquí solo viven mujeres decentes- me miró de reojo ya en el interior de la Fortaleza Roja- los hombres pueden permitirse frecuentar otros lugares y otras mujeres, pero nosotras no podemos ni pensarlo.

Tiró de mi mano y entramos en sus aposentos.

-¿Te forzó?- cerró la puerta y me miró con un ligero brillo en la mirada- ¿Qué pasó la noche que estuviste con él en el barco?¿Acaso te obligó a hacer algo indebido?

-No hicimos nada- dije con sinceridad- solo dormimos.

Ella me miró y acercándose a mí me abofeteó con fuerza.

-Te casaste con mi hijo sin que yo os diera permiso y ahora buscas enloquecer también a mi otro hijo- sonrió con enfado mientras yo me llevaba la mano a la mejilla- ¿Buscas enfrentarlos? ¿O buscas un sitio en el trono de hierro junto a Aegon?

-Jamás me ha interesado...

-¡Calla!- me abofeteó de nuevo sacándome las lágrimas- le diré al gran maestre que te prepare un té, lo que menos necesitamos en estos momentos es un bastardo más rondando por aquí.

-No me he acostado con él..-susurré casi en un hilo de voz pasando a su lado y saliendo de sus aposentos.

Caminé apresuradamente por el pasillo y me dirigí a la sala circular donde se reunía el consejo, sin pensármelo dos veces abrí la puerta de golpe provocando que todos los presentes giraran la cabeza para mirarme.

-¿Vienes a decirnos por qué Aemond no se ha presentado hoy a la reunión? - Aegon esbozó una sonrisa divertida bebiendo de su copa.

-Necesito hablar- dije.

-Vas a tener que esperar,Visenya-miró a los asistentes en la reunión y me hizo un gesto con la mano para que me fuera.

-Aegon, necesito hablar-repetí con impotencia.

-Majestad, para ti- uno de los miembros del consejo se puso de pie indignado con mi osadía- deberías marcharte antes de que la guardia real te...

-Visenya- le interrumpió Aegon con semblante serio- yo te buscaré después.

Asentí y sin decir nada más salí de la sala intentando ignorar el nudo de mi garganta mientras me dirigía a mis aposentos.

Caminé apresuradamente y abrí la puerta con el pulso acelerado, tras cerrarla comencé a llorar llevándome de nuevo la mano a la mejilla.

Caminé hacia la cama y me senté desviando la vista hacia la silla donde se solía sentar Aemond cuando yo le visitaba.

¿Cómo había podido cambiar todo tanto?

Suspiré agobiada y escuché como alguien llamaba a mi puerta, abriéndola sin esperar mi respuesta.

-No deberías venir cuando estoy reunido con el consejo- dijo Aegon mirándome desde el marco de la puerta.

-El gran maestre me está preparando un té por si tú y yo...

Mis palabras parecieron agradarle porque esbozó una sonrisa.

-Aemond ha decidido dejar de dormir en esta habitación...-confesé- dice que es porque no quiere tener debilidades, pero yo pienso que..

Mis ojos se llenaron de lágrimas.

-Creo que piensa que tenemos algo, que yo le he dejado de amar y que...

Aegon cerró la puerta caminando hacia mi.

-He estado esperándole mucho tiempo como para ahora perderle- lloré- no creo que pueda sobrevivir a un golpe como ese, no creo que mi corazón pueda soportar otro desprecio por su parte.

-No te engañaré- se agachó a mi lado mientras su dedo se dirigía a mi mentón- la noche del barco tuve que contenerme mucho para no....

Se quedó en silencio y se humedeció los labios para continuar hablando.

-Estoy acostumbrado a tener lo que quiero, consentido o no- se apartó de mí y se puso de pie- contigo es diferente. Eres la esposa de mi hermano y te lo creas o no te tengo aprecio.

Volvió a agacharse y agarró mis manos.

-Hablaré con Aemond aunque sé que no me hará mucho caso y le...- me limpió las lágrimas quedándose un momento en silencio- le prohibiré irse del castillo.

Alcé la vista para clavarla en sus ojos.

-Él se quedará junto a ti, Visenya- nuestras miradas continuaron mirándose como si fuera la primera vez- puedo permitirme por un tiempo prescindir de él.

-¿De...de verdad lo dices?

Apartó sus ojos de los míos y miró mis labios mojados a causa de las lágrimas.

-Lo haré...-susurró- pero deja de llorar ya.

Se levantó y caminó hacia la puerta.

-Lo demás lo deberás hacer tú- dijo girándose antes de abrir la puerta- yo le prohibiré que vaya a la guerra durante un tiempo, pero eso no cambiará su actitud contigo.

-Yo intentaré que cambie..-dije agachando la cabeza- o al menos lo intentaré.

Aegon se quedó quieto, soltó un suspiro abriendo al fin la puerta y se alejó por el pasillo sin decirme nada más.

La semilla del dragón// Aemond Targaryen 💚Donde viven las historias. Descúbrelo ahora