Fifteen

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Vaghar sobrevoló el cielo durante unos instantes antes de bajar a tierra.

Con mi corazón acelerado agarré mi vestido por los extremos e hice el amago de correr, pero Jace me frenó de golpe agarrándome del brazo.

-No puedes volver a la Fortaleza Roja.

-Claro que puedo- dije frunciendo el ceño- ya han venido a por mi.

Me zafé de su mano algo molesta y sin perder más tiempo corrí dirigiéndome al castillo. Mi corazón latía con fuerza, mis manos sujetaban el vestido temblorosas y mi boca ya me dolía de tanto sonreír como una completa idiota.

Subí las escaleras con rapidez entrando dentro del castillo, solo entonces logré escuchar su voz en la lejanía.

-¡Ella es mi hija!- elevó el tono de voz Rhaenyra-¡¿Cómo te atreves a presentarte aquí y exigir que la deje marchar!

Abrí la puerta que conducía al gran salón ignorando a los guardias y posé mi mirada en Aemond que vestido completamente de negro me miró de reojo sin darle la espalda a Rhaenyra.

-Esto podrá suponer la guerra- dijo Aemond con semblante serio.

-¡¿Cómo osas venir a mi castillo y amenazarme?!- Rhaenyra se puso de pie-¡Guardias!

-¡No!

Di un paso hacia adelante, pero cuando la puerta se abrió me giré de golpe para clavar asombrada la mirada en Aegon.

-¿Tengo que ser yo el que se arrastre hasta aquí para ver a su querida hermana?

Aegon esbozó una sonrisa intentando relajar el ambiente mientras me guiñaba un ojo.

-Venimos completamente en son de paz- se posicionó al lado de su hermano- solo queremos recuperar a la prometida de mi hermano.

Miré a Aegon confusa.

-Ella ahora es la prometida de Jace- Rhaenyra volvió a ocupar su asiento- no creo que hayáis oficiado aún nada.

Aemond me dedicó una mirada fría que caló el fondo de mi alma.

-Yo no deseo casarme con Jace- me pronuncie dando un paso hacia delante- al hombre que le di la palabra de casarme con él es Aemond Targaryen, y yo no suelo faltar a mis promesas.

Los tres me miraron quedando la sala en completo silencio.

-No puedo dejar que te vayas…-susurró ella.

Y eso provocó que Aemond desenvainara su espada de forma amenazante.

Jace que acababa de entrar por la puerta imitó a su tío.

-Aquí no somos unos salvajes-dijo dando un paso hacia Aemond- como te atrevas a usar esa espada juro que esto acabará en tragedia.

Mi respiración se agitó viendo cómo Jace caminaba hacia él sin ningún temor.

-¿Queréis que Visenya vuelva con vosotros?- esbozó una sonrisa Jace- ¿Alguien puede aclararme que pasó la noche en la que ella me suplicó que la sacara de allí?

La mirada de Aegon coincidió con la mía y los dos la apartamos al mismo tiempo.

-Yo decido irme con ellos- caminé a grandes zancadas y me posicioné delante de Jace, obligándole a centrar toda su atención en mí- me he dado cuenta que ese es mi verdadero hogar.

-Nosotros somos tu familia-dijo Jace bajando su espada.

-Estoy en cinta- mentí al ver que pedírselo por las buenas no iba a llegar a ningún lado- y necesito casarme antes de que se me empiece a notar.

Jace desvío la vista hacia su madre sin saber qué decir.

-¿Te han violado o fue consentido?

La pregunta de Rhaenyra me ruborizó, nunca había mantenido una conversación tan explícita con nadie.

-Consentido- agaché la cabeza.

-Jace-Rhaenyra se dirigió a su hijo- guarda la espada.

Respiré aliviada, pero Jace me apartó con fuerza corriendo hacia Aemond.

Solté un grito cuando las espadas chocaron provocando que Rhaenyra se levantara asustada.

Fue ese momento el que aprovechó Aegon para agarrarme de la cintura, y tras colocarme en su hombro salió del gran salón mientras los guardias corrían a separar a Jace y Aemond.

-¡Se van a matar!- grité golpeando la espalda de Aegon con rabia.

-Preocúpate más de que Jace no muera intentando defender tu honor.

Aceleró sus pasos sin soltarme y bajó las inmensas escaleras dirigiéndose a un gran dragón dorado.

-No se te da nada mal mentir-sonrió dejándome al fin en el suelo- cada día tengo más claro que te pareces más a mi de lo que te gustaría admitir.

Sonreí forzadamente al mismo tiempo que Aegon soltaba una carcajada.

-Ahora subamos al dragón antes de que vengan a por ti.

Asentí sin perder tiempo dejando que primero fuera él el que subiera a su dragón. Después agarrándome de las enormes cuerdas del asiento le seguí.

-Visenya..

Levanté la cabeza para mirarle en el asiento.

-Perdoname por lo de la otra noche- esquivó mi mirada rascándose el pelo con nerviosismo- estaba bebido y no era consciente de lo que hacía.

Me quedé en silencio y terminé de subir al dragón sin ser capaz de responder nada.

-Sé lo que se dice sobre mi en el castillo y no les culpo- suspiró - pero jamás te haría algo conscientemente.

Pasé mis manos por su cintura, como hice cuando Aemond me dio un largo paseo en Vaghar y pude sentir como tensó su cuerpo mientras ordenaba al dragón  alzar el vuelo.

Miré hacia atrás en busca de Aemond y solté un grito cuando el dragón corrió y ascendió a los cielos dejando atrás Rocadragón.

Me reí sin poder evitarlo y apoyé mi cabeza en la espalda de Aegon, intentando no marearme.

Había pasado toda mi vida buscando mi verdadero hogar, sin darme cuenta de que se encontraba justo en frente de mi.

La semilla del dragón// Aemond Targaryen 💚Donde viven las historias. Descúbrelo ahora