Fifty-four

2K 187 26
                                    

Esa noche, para sorpresa mía, Aemond no apareció por nuestros aposentos. Le había estado esperando todo el día, pero las pocas veces que la puerta se había abierto era para darle paso al gran maestre que aún seguía pendiente de la cicatrización de mi herida.

Di vueltas en la cama incapaz de dormir, intentando no romper en llanto al sentir el enorme vacío que se había formado en mi corazón con su rechazo.

Cerré los ojos y suspiré. 

¿Por qué actuaba así conmigo? ¿Era por lo que fuera que pensará que había hecho con Aegon o había algo más?

Di la vuelta en la cama consciente de que ya era demasiado tarde, pero entonces escuché como la puerta se abría lentamente y se cerraba.

Tragué saliva intentando aparentar estar completamente dormida.

¿Había decidido al final venir a dormir conmigo?

Mi corazón inconscientemente empezó a latir con fuerza.

Escuché los pasos inconfundibles de Aemond y entreabrí los ojos para ver cómo se desprendía de sus botas y resoplaba con cansancio deshaciéndose de su parche para dejar al descubierto su cicatriz.

Había pasado un año, pero aquel hombre que tenía en frente seguía consiguiendo erizar el vello de mi cuerpo con solo su presencia.

Cerré de nuevo los ojos cuando guió su mirada hacia mí y con fuerza me agarré a las sábanas.

-Pensé que estarías dormida..-susurró aún de pie con la voz algo ronca.

Negué con la cabeza aún con los ojos cerrados intentando no romper en llanto al escuchar su voz y los abrí cuando sentí como se metía en la cama.

-Pensé que no ibas a venir a dormir…

Dejó de mirar al techo y giró su cabeza para mirarme.

-¿Dónde iba a dormir sino?

Resopló de nuevo apartando la mirada de mi.

-Estaba hablando con Aegon y Otto- se humedeció los labios- hablando de que hacer para matar cuanto antes a Rhaenyra.

Suspiré.

-¿Eso era más importante que venir a ver a tu esposa..?

Mi pregunta le sorprendió, porque giró su cabeza de nuevo y me miró frunciendo el ceño.

-Si el rey me llama yo no tengo otro remedio que…

-¿Eso es todo?

Me incorporé con enfado sin poder contener más mis lagrimas.

-Me merecía más,Aemond- eché la sábana a un lado y me levanté de la cama sintiendo como me ahogaba con cada palabra que quería soltarle- yo..yo me he acordado de ti cada día de mi vida mientras soñaba con volver a verte.

-Visenya…

-Visenya, nada- le interrumpí apuntándole con el dedo mientras veía como él también se deshacía de su sábana para levantarse de la cama- yo no soy un mueble más en esta habitación, soy tu esposa y como esposa merezco un respeto.

Me miró de pie sin decir absolutamente nada. 

Caminé hacia él y le golpeé el pecho con los puños cerrados.

-No permitiré jamás que me trates como Aegon trata a Helena.

Cuando fui de nuevo a golpearle, agarró mis muñecas antes de que llegaran a tocarle.

-Hubiera preferido que al verte de nuevo no estuvieras en el bando de los negros ni en la cama con mi hermano- su voz sonaba igual de fría que por la mañana.

Mis ojos se inundaron de lágrimas y sollozando me intenté  zafar  sin éxito de sus manos.

-Yo no estaba en el bando de los negro- expliqué- solo quería volver a verte y cuando entraron en el castillo por mi…

Me quedé en silencio, incapaz de continuar hablando.

-¡Mataste a mi hermano!- espeté- debería odiarte.

-Pero veo que no lo haces…-susurró analizadome detenidamente.

Nuestras miradas se cruzaron y mi respiración se agitó.

-Podrías haber evitado que me clavaran la daga-dije entre lágrimas- pudiste haber evitado muchas cosas, Aemond.

-También pude haber evitado casarme contigo- dijo soltandome al fin.

Escucharle pronunciar aquellas palabras me heló la sangre del cuerpo.

-¡Mi deber con el rey es protegerlo de cualquier amenaza!- gritó dando un paso hacia mí mientras yo daba otro hacia atrás completamente rota con su confesión- ¡Y no puedo hacerlo si te tengo a ti en la mente todo el tiempo!

Golpeó la mesa de escribir que tenía a su derecha y con nerviosismo volvió a coger su parche colocándoselo.

-No puedo permitirme tener una debilidad ¿Lo entiendes?- se giró de nuevo para mirarme- no puedo ir a Rocadragón y arriesgar mi vida o la del Rey para salvarte.

-Podrías no haber acudido…-dije en un hilo de voz mientras las lágrimas mojaban mi rostro por completo.

-Ese es el maldito problema….-suspiró- se me nubla la mente si pienso que alguien puede hacerte daño, se me nubla y no logro pensar con claridad.

Me humedecí los labios.

-Dormiremos en habitaciones separadas hasta que me vaya de nuevo a Antigua- continuó hablando con frialdad.

-¿Se acabó?- pronunciar aquellas palabras me hizo sentir como mi corazón se desgarra causandome un terrible dolor- ¿Este es el fin?

Él sin contestar se dirigió hacia la puerta, pero frenó sus pasos antes de abrirla.

-Eres mi esposa, el fin solo llegará cuando uno de nosotros muera.

Y abriendo la puerta salió dejándome completamente sola en la habitación.



La semilla del dragón// Aemond Targaryen 💚Donde viven las historias. Descúbrelo ahora