Sixty-three

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Pasó una luna completa hasta que Aegon pudo volver a sentarse en el trono sin temor de que sus puntos volvieran a abrirse.

Yo no fui a visitarlo ni una vez después de nuestra última conversación, rezando porque aquello hubiera quedado en el olvido.

Esa tarde me encontraba tumbada en la cama, acariciando mi vientre después de que el gran maestre me anunciará mi embarazo cuando la puerta se abrió de golpe y Alicent entró cerrándola a sus espaldas.

-Deberíamos hablar-dijo desviando la vista hacia mi vientre.

Me incorporé y la escuché con atención.

-Hoy he tenido una conversación larga con Aegon- tragó saliva y se sentó a mi lado- me ha dicho que desea anular tu matrimonio con Aemond..

-No lo permitas-la interrumpí agarrando con fuerza su mano- no puede obligarme a…

-Es el rey- ella apartó su mano de la mía mientras esquivaba mi mirada- mi opinión no vale nada.

-No puede tener dos esposas- fruncí el ceño con enfado levantándome de la cama.

-No sería el primer Targaryen en tener más de una esposa- suspiró sin ser capaz de mirarme- eso se lo ha estudiado bastante bien.

Alicent se humedeció los labios y con valentía levantó la vista para desviarla a mi vientre de nuevo.

-Esperas a mi nieto dentro de ti…-susurró- y sé que Aegon no esperará a que nazca para consumar el matrimonio.

Di un paso hacia atrás horrorizada.

-Temo por la vida de la criatura- se puso de pie y caminó hacia mí- así que escúchame muy atenta.

Asentí intentando ignorar el nudo de mi garganta.

-Hay  un carruaje esperándote en la parte trasera del castillo, deberás subir y marcharte lejos de Desembarco del Rey- agarró mis manos sin apartar sus ojos de mí- cuando estés a salvo enviaré un cuervo contándole a Aemond lo sucedido y dónde podrá encontrarte.

-¿Ahora?- pregunté.

-Esta noche Aegon anulará tu matrimonio, y mañana ya será tarde para que podamos remediarlo.

Suspiré dejando que una lágrima resbalara por mi mejilla.

-Coge solo lo necesario..-susurró- y sobre todas las cosas no le digas esto a nadie.

Asentí viendo como ella posaba su mano en mi vientre durante unos segundos y sin decir nada más se dirigía hacia la puerta.

-Gracias…-susurré antes de que se marchara.

Se giró para mirarme y sin decir nada más se alejó dejándome completamente sola.

Miré a mi alrededor y sin perder tiempo me dirigí hacia la pared que conducía al pasadizo.

La abrí con el pulso tembloroso y sin llevarme absolutamente nada entré dentro intentando llegar lo antes posible a la salida.

El pasadizo estaba oscuro, y tan silencioso que solo fue interrumpido por mis pisadas aceleradas.

¿A dónde me llevaría el carruaje? ¿Cumpliría Alicent su promesa de enviarle un cuervo a Aemond?

Agarré mi vestido por los extremos y pasé cerca de la enorme cabeza del Terror Negro antes de llegar al exterior.

Miré a los lados atemorizada y agudizando el oído caminé hacia la parte trasera del castillo con el corazón en un puño.

-Princesa- la voz de alguien detrás de mí me obligó a quedarme quieta- ¿A dónde va a estas horas?

Me giré lentamente para ver cómo un guardia me miraba con confusión.

-Salir a estas horas es peligroso para una princesa- caminó hacia mí.

No esperé a que terminará de acercarse, eché a correr hacia el carruaje lo más rápido que pude, pero antes de llegar sentí sus brazos rodearme mientras yo me retorcía gritando a pleno pulmón.

-¡Suéltame!- grité mordiendo su mano con fuerza provocando que él me dejara caer en el suelo.

El guardia volvió a sujetarme y aunque me retorciera intentando escapar logró llevarme de vuelta al interior de la Fortaleza Roja donde me dejó caer frente al gran trono de hierro.

-¿A dónde ibas?- preguntó Aegon levantándose del trono y caminando hacia mi que aún me encontraba en el suelo.

-No deseo casarme de nuevo- lloré cuando él me ofreció su mano para ponerme de pie- solo deseo que Aemond vuelva.

Aegon cerró el puño y volvió a abrirlo para obligarme a ponerme de pie.

-¿Acaso no quieres ser la reina de los siete reinos?

Mis lágrimas ya empapaban todo mi rostro mientras mis ojos se clavaban en los suyos.

-No me obligues, Aegon- lloré suplicándole con la mirada- no me hagas esto.

-¡¿Tan desagradable sería casarse conmigo?!- gritó agarrándome con fuerza de los brazos-¡¿Tanto te repugno?!

Me quedé en silencio, intentando calmar mi llanto mientras él se alejaba de mí.

-¡Nos casaremos!¡Y serás solo mía!- gritó volviendo a subir al trono-¡Guardias, llevaosla y custodiadla en mis aposentos!

Grité de nuevo cuando los guardias me sacaron a la fuerza del salón del trono sin que yo pudiera impedirlo.









La semilla del dragón// Aemond Targaryen 💚Donde viven las historias. Descúbrelo ahora