Fifty-two

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Cerré los ojos algo mareada por el movimiento de aquel barco que no hacía más que darme náuseas.

-Si aún tuviera a mi dragón…-Aegon que aún permanecía a mi lado con su mirada clavada en el vendaje de mi pie resopló sin acabar la frase.

-Te llevaré a volar con Cannibal- sonríe intentando animarle.

Él desvió su vista hacia mí y en completo silencio se levantó a por la jarra de vino que había encima de la mesa.

-No deberías beber- musité dándole la espalda en la cama- al menos no cerca de mi.

-¿Por qué?

Noté como se sentaba junto a mí y apoyaba su espalda en la pared.

-Cuando bebes no eres el mismo- me sinceré- cuando bebes dejas de ser el Aegon por el que daría mi vida sin dudarlo.

Se hizo el silencio, y escuché como levantándose de nuevo dejaba la jarra encima de la mesa.

-¿Necesitas descansar?- preguntó aún de pie- si deseas que me vaya para que puedas…

-No- me giré y clavé mis ojos en él- ¿Cuánto tiempo llevas sin dormir tú?

Aegon se encogió de hombros esbozando una sonrisa.

-¿Preocupada por mi,Visenya?

Hice una mueca y apartando la sábana le hice un hueco a mi lado.

-Si prometes respetarme podemos compartir cama- suspiré - no hay más habitaciones en el barco y tienes aspecto de estar cansado.

Aegon se quedó en silencio y borró la sonrisa de su rostro.

-¿Quieres que duerma contigo?- preguntó después de un largo silencio.

-Dormir- recalqué.

Solo entonces dió un paso hacia adelante y sin apartar sus ojos de los míos se desprendió de sus botas con rapidez.

Caminó hasta llegar a la cama y volvió a mirarme,como si me pidiera permiso para tumbarse a mi lado.

-Vamos…-susurré- aún nos espera una larga noche y necesitamos descansar.

En ese momento se tumbó a mi lado e inconscientemente sonreí con nerviosismo sintiéndome realmente extraña.

-Esto es raro-dijo al fin.

Le miré.

-Nunca había….- se humedeció los labios y pude notar el nerviosismo en su voz- dormido con alguien.

Sonreí agarrando su mano debajo de las sábanas.

-Siempre hay una primera vez para todo.

Bostecé cerrando los ojos.

-¿Recuerdas cuando correteabas descalza por la Fortaleza Roja?- preguntó llamando mi atención de nuevo- odiabas los zapatos y te encantaba arrastrar tus vestidos para sentirte como una verdadera princesa.

Me reí recordando esos momentos.

-También recuerdo que destrozaste un vestido mío para vengarte porque le dije a tu madre que te había visto salir a hurtadillas del castillo.

Esta vez fue Aegon el que soltó una sonora carcajada.

-Era mi vestido favorito, Aegon- le golpeé con suavidad- Helena me lo regaló después de que estuviera dos lunas suplicándole para que me lo diera.

Aegon puso los ojos en blanco.

-Puede ser ese el motivo de que no me gustara.

Sonreí y fijé la mirada en su rostro, que había pasado de alegre a serio de golpe.

-¿Pasa algo?- pregunté.

-Nunca la he amado, ni me ha interesado lo más mínimo- giró su cabeza para mirarme- Helena ha sido un castigo de madre para mí.

Fruncí el ceño.

-Es buena chica..-susurré.

-Eso no es suficiente- me miró con un ligero brillo en la mirada- ella es muy diferente a lo que a mí me puede gustar.

Nos quedamos en silencio observándonos durante unos instantes, hasta que sin poder evitarlo me acerqué más a él apoyando así mi cabeza en su pecho, sintiendo los latidos tranquilizadores de su corazón.

-¿Ese es el motivo de que siempre estés bebiendo?- pregunté cerrando los ojos al sentir como introducía con delicadeza sus dedos en mi pelo.

-Uno de los muchos motivos-contestó con la voz algo ronca a causa del cansancio.

Respiré su aroma dejándome llevar por el sueño, pero entonces escuché de nuevo su voz.

-¿Eres feliz con Aemond?

Su pregunta me hizo incorporarme y girar mi cabeza para mirarle.

-Él puede que….- suspiró incorporándose para quedar a escasos centímetros de mí- si él muere en esta guerra…

Le miré con atención y entonces él desvió sus ojos hacia mis labios.

-Tu podrías ser…

Agachó la cabeza, pero a los segundos volvió a levantarla para clavar de nuevo su mirada en mi.

-Tú podrías ser la que me salvara- dijo pasando su mano por mi nuca.

-¿Salvarte? ¿De quién?-pregunté.

-De mi mismo, Visenya.

Suspiró y apartó la mano de mi nuca volviendo a apoyar la cabeza en la almohada.

-Pensé que ibas a besarme…-susurré.

Sus ojos volvieron a coincidir con los míos.

-Pensaste bien- se mordió el labio- pero me he contenido.

La semilla del dragón// Aemond Targaryen 💚Donde viven las historias. Descúbrelo ahora