Sixty-four

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Esa noche mientras lloraba desconsoladamente en los aposentos de Aegon, la puerta se abrió y los ojos de él se posaron en lo míos.

-Tengo una duda- dijo cerrando la puerta-¿Qué fue lo que viste en mi hermano?

Caminó hacia mí y se agachó hasta sentarse en el suelo a mi lado apoyando su espalda en la cama.

-¿Qué hizo para que enloquecieras así por él?

Suspiré.

-Cuando llegué a Desembarco del Rey por primera vez algo en mi cambió cuando le vi-sonreí con tristeza limpiandome las lágrimas- su mirada estaba llena de tristeza al igual que la mía y sentí que él podía comprender el dolor que me desgarraba por dentro en aquel momento.

Aegon agarró una de mis manos sin que yo se lo impidiera.

-Si me obligas a casarme contigo….

-Le perderás- dijo el interrumpiendome.

Asentí volviendo a romper en llanto.

-Pero, ¿Y si él no consigue ganar mi lucha y acaba pereciendo en el campo de batalla?

-Entonces yo moriré en ese mismo momento-dije con total sinceridad- no seré capaz de asimilar y ver una vida en la que Aemond no exista.

Aegon echó la cabeza hacia atrás y soltó mi mano.

-Siempre has sido más parecida a mi que a Aemond- comentó cruzándose de brazos- eso fue lo que me empezó gustando de ti.

-¿Parecida a ti?

-Estás dispuesta a ver a tu madre y a tus hermanos morir para vernos a nosotros vivir- me sonrió de medio lado- Aemond no sería capaz de tanto.

Le miré desde el rabillo de ojo.

-Cuando nos casemos mañana, te prometo que haré lo que esté en mi mano para verte feliz..

-No podrás- le interrumpí - en cuanto me case contigo ya no habrá nada que me haga feliz.

Él me miró con un ligero brillo en la mirada y sin decir nada se puso de pie.

-Nos casaremos mañana por la mañana- se aclaró la garganta dirigiéndose hacia la puerta- aunque hoy duermas en mis aposentos no te pondré una mano encima hasta mañana.

Le miré y me puse de pie con rapidez.

-¿Estás enamorado de mi?- le pregunté caminando hacia él- ¿Lo estás realmente?

Él se giró y me miró detenidamente, al final asintió.

-¿Y esta es tu mejor forma de demostrarlo?- pregunté posando mi dedo en su pecho-¿Consideras el amor una forma más de sufrir?

Aegon me miró en silencio desviando la vista hacia mi dedo.

-Podría haberme enamorado de ti, podría haber enloquecido por ti- agarré su cabeza con mis dos manos para obligarle a dirigir sus ojos a los míos- este hijo que llevo en el vientre podría haber sido tuyo.

-¿Podría…?- preguntó en un susurro.

Asentí.

-Podría si no hubieras dejado que el egoísmo y la oscuridad se apoderarán de tu corazón- me acerqué más a él intentando que toda su atención estuviera puesta en mi- y ahora lo vuelves a hacer, dices amarme, pero antepones tu bienestar al mío.

Me aparté con brusquedad de él.

-¿Eso es amor, Aegon?

Sus ojos se llenaron de lágrimas y se quedó quieto, incapaz de moverse de su lugar.

-Cuando llegué a Desembarco del Rey por primera vez me enamoré perdidamente de Aemond, porque a diferencia de ti, él no me trató como a basura- me acerqué de nuevo a él- nunca me obligó a nada ni me forzó a amarle.

Aegon desenvainó su espada bajo mi atenta mirada y caminó hacia mí con los ojos repletos de lágrimas.

-¿Eso he sido para ti todo este tiempo?

Retrocedí atemorizada hacia atrás cuando la punta de su espada se posó en mi hombro.

-¡Éramos niños!- gritó fuera de sí provocando que yo cayera en la cama.

Lanzó la espada al suelo con furia y se acercó a mí agarrando mi rostro con su mano para atraerlo al suyo.

-Ahora no lo somos-lloré asustada como nunca antes- y aún así sigues tratándome como basura.

Me soltó con rabia mientras intentaba controlar sus impulsos. Se limpió las lágrimas del rostro y cogió su espada en completo silencio. 

-Aún podemos solucionar todo esto, Aegon- dije desde la cama- recuerda que mi esposo es tu hermano.

-¡Pero el rey soy yo!- gritó de nuevo.

Se guardó la espada y sin decirme nada más salió de sus aposentos.

La semilla del dragón// Aemond Targaryen 💚Donde viven las historias. Descúbrelo ahora