Forty three

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Habían pasado dos días desde la coronación de Aegon y tras aliviarse el dolor de mi pierna me dirigí como cuando era pequeña a ver el entrenamiento de Aemond con ser Criston.

Cómo de costumbre les rodeaban todos los que se encontraban en el patio ansiosos por ver el espectáculo. 

Así que aproveché ese momento para agarrar una espada y un escudo y adentrarme entre la multitud hasta llamar la atención de Aemond que bajando su espada esbozó una amplia sonrisa.

-¿Y esa espada?- preguntó.

-Vengo a aprender- sonreí con timidez- quiero estar preparada para cualquier cosa.

-¿Cualquier cosa?- Ser Criston soltó una carcajada- para eso están los hombres.

-No- Aemond dió un paso hacia mí ofreciéndome su mano- es bueno que quiera defenderse.

Me dedicó una sonrisa llevándome al centro del círculo que se había formado.

-No le temas a la espada- pasó su mano encima de la mía ayudándome a agarrar la empuñadura con fuerza.

-Pesa..-susurré.

-Te acostumbrarás- me miró embelesado por un segundo, hasta que ser Criston llamó su atención.

-Mi príncipe- se aclaró la garganta desviando la vista hacia las miradas de todos los que nos rodeaban.

Aemond le miró y volvió a sonreír apartándose ligeramente de mí.

-Mi esposa quiere aprender a defenderse,Cole- me apuntó con la espada con gesto divertido- espero que no sea de mi.

Sonreí con timidez.

-Puede ser.

Soltó una carcajada y se acercó a mí sin poder contenerse cogiéndome con un brazo por la cintura y elevandome del suelo, olvidándose por un momento de la gente que nos seguía con la mirada.

-Te enseñaré lo que haga falta- dió un paso hacia adelante- pero quiero que te quede bien claro que yo siempre estaré para defenderte.

-Lo sé- nuestros ojos coincidieron y desvíe la vista hacia sus labios con nerviosismo.

Con delicadeza me dejó en el suelo y se colocó detrás de mí soltando su espada para centrarse solo en mi.

-Debes apuntar a tu enemigo- con su mano encima de la mía levantó de nuevo mi espada para apuntar a Ser Criston- y mantener tu mirada clavada en él.

-¿Y si me ataca?- pregunté.

Ser Criston caminó hacia mí de forma amenazante y levantó su espada al mismo tiempo que Aemond soltaba mi mano.

Grité y frené su golpe haciendo chocar su espada contra la mía, volvió a levantar su arma obligándome a retroceder soltando mi espada.

-Tranquila Visenya..-susurró Aemond detrás de mí, pasando sus manos por mis brazos- Cole no va a hacerte daño.

Tragué saliva y volví a dar un paso hacia adelante.

-Tienes un escudo-dijo Aemond- úsalo para defenderte.

Asentí y clavé de nuevo la mirada en Ser Criston, levanté a duras penas la espada y golpeé su espada con rabia intentando esquivar su ataque protegiéndome con el escudo.

Levanté la vista y está vez mis ojos se cruzaron con los de Aegon que desde arriba nos observaba sentado en el asiento que usaba Viserys para ver entrenar a su hijo.

-Debes estar atenta- Ser Criston llamó mi atención posando la punta de su espada en mi cuello- podría haberte matado.

Sentí de nuevo las manos de Aemond en mis brazos.

-Usa todo el cuerpo..-susurró-  no le temas a tu enemigo.

Asentí y sin pensármelo dos veces golpeé el rostro de Ser Criston con el escudo obligándole a retroceder hacia atrás sorprendido por mi golpe, con rapidez caminé hacia él y poniéndome de puntillas le sonreí apuntándole con la espada.

-Debes estar atento.

-Solo entrenamos-se río Aemond detrás de nosotros mientras yo bajaba la espada- no hace falta que golpees de verdad a nadie.

-Oh..-me aparté de Ser Criston avergonzada- lo siento.

Él se llevó una mano a su nariz de la que ya brotaba sangre y me sonrió.

-Tranquila..

-Bueno- Aemond me quitó la espada de la mano y se la dio a Ser Criston- creo que ya deberíamos irnos.

Asentí siguiéndole cuando tiró de mi mano hacia el interior del castillo.

Y solo cuando entramos me empujó con suavidad hacia la pared.

-¿Te he dicho alguna vez que eres irresistible?

Negué esbozando una sonrisa cuando pegó su cuerpo al mío.

-Eres irresistible…-susurró rozando sus labios con los míos- muy muy irresistible.

-Príncipe Aemond- un guardia se aclaró la garganta provocando que nos separaramos avergonzados- el rey Aegon II le busca.

Aemond asintió, besó mi mano y se alejó dejándome una sensación de felicidad que me persiguió durante el resto del día.

La semilla del dragón// Aemond Targaryen 💚Donde viven las historias. Descúbrelo ahora