Eighteen

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Tuvieron que pasar dos días para que Vaghar aterrizara en Pozo Dragón, dos días en los que apenas pude pegar ojo por las noches sin saber que me depararía el destino.

Todos comíamos en silencio, como de costumbre, cuando Aemond entró en el comedor desprendiéndose de sus guantes.

-Te esperábamos mañana-dijo Otto frunciendo el ceño- ¿Acaso ha ido algo mal?

Yo incapaz de mirarle, dirigí mi vista hacia mi plato aún sin empezar viendo desde el rabillo del ojo como se sentaba junto a mi en completo silencio.

-¿Algo ha ido mal?

-Acepté todas sus condiciones- contestó al fin- fueron más de las que hubiera querido.

-Supongo que habrá boda-dijo Helena.

Él sonrió de medio lado mientras yo intentaba ocultar las lágrimas que ya asomaban por mis ojos.

-Me han comentado que Lord Borros tiene unas hijas preciosas-dijo esta vez Otto.

-Nada del otro mundo- murmuró con semblante serio Aemond.

-¿Entonces?- preguntó la reina- ¿Cuál de sus hijas elegiste?

-A ninguna-confesó provocando que yo levantara la vista al fin incapaz de creerme lo que acababa de escuchar.

-¿Cómo qué no elegiste a….

-Acambio le ofrecí dinero- resopló cogiendo al fin los cubiertos de mala gana- pienso..pienso que está conversación la podemos tener en otro momento.

Otto se levantó golpeando la mesa con enfado.

-¡¿Se puede saber que has hecho?!

Cerré los ojos con fuerza cuando Aemond le imitó mirándole de forma amenazante.

-Tuve con vosotros está conversación hace dos días- su voz me recorrió el cuerpo en un escalofrío- no me casaré con ninguna hija de Lord Borros.

-Hijo, vamos a perder la alianza con los Baratheon y ..

La reina se quedó en silencio cuando Aemond golpeó de nuevo la mesa y se fue del comedor sin darle tiempo ni a acabar su frase.

Otto clavó su mirada en mí y bebiendo de su copa volvió a tomar su asiento mientras Aegon sonreía de medio lado masticando sin darle importancia a nada.

-Disculpad.

Me levanté de mi asiento haciendo una reverencia y salí del comedor en busca de Aemond. ¿Cómo podía andar tan rápido?

Caminé apresuradamente dirigiéndome hacia sus aposentos y me quedé quieta cuando le vi parado en frente de mi habitación.

-¿Me buscabas?

Asentí caminando hacia él, intentando no aparentar los nervios que en realidad me mataban por dentro.

-¿No tenías pensado decirme lo del acuerdo?- pregunté cuando entramos a mi habitación.

-No quería preocuparte.

Puse los ojos en blanco.

-Entiendo…-susurré - es mejor dejarme días sin saber nada de lo que ronda tu cabeza.

-Tenía que arreglar los errores de mi madre.

Me alejé de él caminando hacia la cama.

-¿Hasta cuándo va a seguir esto así?- pregunté- Aegon tenía razón, ¿Por qué ibas a casarte conmigo si soy solo una bastarda?

Resoplé mientras él me miraba aún sin moverse.

-Quitate de la cabeza la idea de que volvamos a hacer algo como lo que pasó la otra noche- le miré enfurecida- no pienso rebajarme a ser tu amante.

Él tensó la mandíbula prestando atención a mis palabras sin decir nada.

-He estado enamorada de ti desde que tengo uso de razón- confesé avergonzada- desde que llegué aquí con apenas seis años.

Su gesto se relajó dando un paso hacia adelante.

-No me merezco ser solo tú amante- me limpié una lágrima que resbaló por mi mejilla- yo necesito de ti todo, todo lo que un hombre puede ofrecer a una mujer.

Aemond se humedeció los labios y al final optó por caminar hasta donde yo me encontraba. Se agachó a mi lado y sacó del bolsillo de su pantalón un collar de acero valyrio.

-En Bastión de Tormentas encontré a un mercader vendiendo reliquias que había encontrado en castillos o lugares abandonados- sonrió con tristeza- este collar me recordó a ti.

-¿Pensaste en mí estando con las hijas de Lord Borros?

-Me he reunido con Lord Borros- se explicó- no con sus hijas.

Suspiré desviando la vista hacia el precioso collar que me ofrecía.

-Y por dios, deja ya de hacer caso a lo que te diga Aegon- se puso de pie soltando un soplido- yo no soy ni pienso como él.

Me ofreció la mano que no tardé en aceptar mientras me giraba apartando el pelo de mi espalda para que pudiera ponerme el collar.

-Con que te gustaba desde que tenías apenas seis años…-susurró cerca de mi oreja sonriendo mientras terminaba de abrochar el collar.

Intenté ocultar mi sonrisa.

-Ninguna hija de Lord Borros me hubiera querido si me hubiera llegado a ver con la cicatriz al descubierto y tan ingenuo como lo era.

Me giré para mirarle.

-Eras el chico más amable que había en todo Desembarco del Rey- dije pasando mis manos por su nuca.

Sonrió sin poder evitarlo.

-No hablaste con todo Desembarco del Rey para averiguarlo- bromeó- es normal que entre Aegon y yo pienses que yo soy el chico amable.

Él pasó su mano por mi pelo sin dejar de sonreír.

-Me daban igual los demás, Aemond…-susurré- yo solo tenía ojos para ti.

Su sonrisa se esfumó al escucharme decir aquello.

-Si eso sigue siendo así no dudes de mis intenciones contigo- su mirada no se apartó de la mía ni por un instante- porque no fuiste la única a la que el resto de Desembarco del Rey le dió completamente igual cuando nos conocimos.








La semilla del dragón// Aemond Targaryen 💚Donde viven las historias. Descúbrelo ahora