Sixty-six

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-¿Vamos a irnos?- pregunté cuando Aemond cerró la puerta de nuestros aposentos y se deshizo de su camisa repleta de sangre- ¿Se quedará con la Fortaleza Roja Rhaenyra?

-Nos iremos mañana por la mañana- dejó la camisa a un lado y se giró hacia mí- ese fue el acuerdo.

-¿Qué ha pasado durante este tiempo?-pregunté acercándome más a él -¿Cómo es que has llegado con Rhaenyra?

-Tengo gente en este castillo que me informa de todo-puso los ojos en blanco- o bueno casi todos porque nadie me dijo que estabas en cinta.

Guío su mirada hacia mi vientre para después volver a mirarme a los ojos. El silencio se apoderó de aquella habitación y por un momento tuve que entrelazar mis dedos para intentar calmar mis nervios.

¿Qué se le estaría pasando por la cabeza?

-Vamos a irnos a Dorne- dijo al final aún incapaz de moverse del sitio.

-¿A Dorne?

-Solo por un tiempo, hasta que…

Volvió a quedarse en silencio y desvió la vista hacia mi vientre.

-¿Quieres tocarlo?- pregunté dando un paso hacia él- aún es muy pronto para sentir algo pero…

Aemond cayó de rodillas cuando estuve suficientemente cerca y posó su mano encima de mi vientre para segundos después pasar sus brazos por mi cintura y atraerme aún más.

-¿Crees que pueda ser una niña?

Su pregunta me sorprendió provocando que soltara una risa nerviosa.

Pegó su cabeza a mi vientre y levantó la mirada para sonreírme.

-¿Eso es lo que quieres?- pregunté pasando mis manos por su pelo- ¿Quieres una niña?

Él asintió sin apartarse ni un segundo de mi, llenando por completo mi corazón sin apenas darse cuenta.

¿Por qué había tenido que alejarse de mí? 

-Ya ha terminado todo esto…-susurró como si me hubiera leído la mente- te prometo que jamás volveré a separarme de ti.

Tragué saliva cuando se puso de pie y tiró de mi cintura atrayéndome de nuevo a él.

-Ni se te ocurra besarme..- susurré esbozando una sonrisa- tienes el rostro repleto de sangre.

Aemond soltó una carcajada sonora y sin previo aviso me cogió por la cintura levantandome.

-Casi consiguen apartarte de mí- dijo con su mirada clavada en mis labios- un poco de sangre no va a ser la que me prohíba estar con mi esposa.

Con cuidado me condujo hacia la cama y con delicadeza me dejó caer encima.

-Pensé que lo que tenemos terminaría-..-susurré intentando no romper en llanto.

-No te preocupes, Visenya- se acercó hacia mí y pasó su mano por mi nunca, provocando que nuestras miradas quedarán a escasos centímetros- lo que es verdadero, nunca, óyeme bien, nunca termina.

Sus labios buscaron los míos con desespero y se tumbó encima de mí sin dejar caer todo su peso encima.

-Te amo, Visenya- deslizó sus besos por mi cuello.

-¿Me amas?-pregunté entre sus labios sonriendo sin poder evitarlo.

Aemond sonrió y se levantó de la cama deshaciéndose de sus botas.

-Solo hace falta que te fijes en la forma en la que te miro, con eso ya deberías saberlo todo.

Sonreí.

-Te amo, Aemond-dije levantándome de la cama para acercarme a él, sintiéndome en aquel momento incapaz de continuar separada.

-¿Me amas?- preguntó frunciendo el ceño.

Solté una carcajada y golpeé con delicadeza su pecho.

-Desde el mismo día que llegue a la Fortaleza Roja…-susurré mientras él me acariciaba el pelo embelesado.

-Ojala que la niña que lleves en el vientre se parezca a esa niña llorona que llegó a este castillo.

-¿Ya das por hecho que es una niña?

-Siento que lo es- sonrió volviendo a pasar sus brazos por mi cintura- y siento que va a ser la niña más hermosa de todo Poniente.

Me reí de nuevo dejando que volviera a dejarme encima de la cama.

-Tan hermosa como lo eres tú..-posó su dedo sobre mi mejilla y besó la punta de mi nariz.

Esa mañana hicimos el amor como nunca antes lo habíamos hecho, ansiosos y deseosos de sentirnos mientras por un momento nos olvidábamos de todo lo que nos rodeaba.

No salimos de nuestros aposentos durante todo el día, hasta que al anochecer todos fueron a dormir, incluido Aemond.

Solo entonces me levanté a hurtadillas de la cama y salí de nuestra habitación bajando las escaleras tras asegurarme de que nadie pudiera verme.

Sabía que al amanecer me iría a Dorne y que seguramente jamás volvería a pisar Desembarco del Rey, al menos esa era la promesa que había hecho Aemond para poder derrocar a Aegon.

Todos sabían que el peligro ya había acabado, que la guerra ya había terminado, por eso no me resultó difícil atravesar el patio de armas y dirigirme a las celdas tras agarrar las llaves que había dejado colgadas de la pared uno de los guardias que dormía profundamente.

-¿Visenya?

La voz de Aegon en una de las celdas me hizo frenar mis pasos de golpe.

-Mañana iré a Dorne-le dije incapaz de acercarme a él- y tú…

-Y yo moriré- sonrió con tristeza sujetando los barrotes de la celda con fuerza.

Su rostro estaba completamente amorotonado y su voz salía más débil que nunca.

-Solo venía a despedirme- hice el amago de acercarme a él, pero volví a frenar- nos veremos en otra vida, Aegon.

-Puede ser que en otra vida sea todo diferente…-susurró.

Cerré los ojos incapaz de seguir mirándole y comencé a caminar alejándome de él.

-Eres un desgraciado, un traidor, un…

Me quedé en silencio y volví a girarme para clavar mi mirada en él.

-Soy incapaz de dejarte morir…-mis ojos se llenaron de lágrimas- sé que esto está mal, que después de todo debería odiarte, pero..

Caminé lentamente hacia Aegon y me agaché a su lado viendo cómo él pasaba su mano por la mía.

-Yo solo intentaba demostrarte que conmigo también podías ser feliz- dijo en un hilo de voz- iba a poner todo Poniente a tus pies, Visenya.

Tragué saliva escuchando sus palabras y me levanté introduciendo la llave en la cerradura.

Tras abrir la puerta volví a mirarle.

-Está será la última vez que nos veamos, Aegon- intenté controlar las lágrimas que amenazaban con salir por mis ojos- por favor no vuelvas a estropearlo todo porque yo no estaré para salvarte una cuarta vez.

Él a duras penas se puso de pie y salió de la celda posicionándose delante de mí.

-Deberías dejarme morir…

-Lo sé.

Su dedo me limpió la lágrima que resbalaba por mi mejilla y acercándose a un más besó mi frente con delicadeza.

-Nos veremos en otra vida,Visenya- agachó la cabeza con los ojos aguados- quizá entonces no sea tan estúpido y sea yo el que acabe contigo.

Miró a su alrededor y sin decir nada más, con un sigilo asombroso se escabulló de la Fortaleza Roja mientras yo incontrolablemente rompía en llanto.

La semilla del dragón// Aemond Targaryen 💚Donde viven las historias. Descúbrelo ahora