Te necesito, Ben:

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27 de mayo, jueves.

Te necesito, Ben:

Faltan aún dos minutos para que de verdad sea veintisiete de mayo.
Qué duro ha sido creer por un instante que hoy era jueves y no, aún es miércoles.
Bueno, ya no: acaban de dar las doce.

¿Por qué me sentado esta noche a escribirte de nuevo? Lo pone bien claro al principio.
Pero debería haberlo escrito con signos de admiración y habría quedado así: ¡Te necesito!

Una vez te escribí que era una frase que implicaba algo de egoísmo...; pues sí, es por eso por lo que la grito sobre el papel.
Hoy el día se ha hundido.

No sólo porque hablé con mi padre sobre esas sospechas mías; las que te conté en la carta de esta mañana, eso de que sea posible que «aprovechen» que estéis allí..., y me ha dicho que entra dentro de lo posible, que nunca se sabe...
La mera posibilidad me ha hundido.

Pero «mi caída», también ha sido porque llamé a Dani y vino con Rocky a verme, luego fuimos al piso de Ester.

Y ya puedes felicitar a Dani...
Sí, ha aprobado el examen, ¿o decís «pasarlo»? Ya sabes que no entiendo de eso, y más me parece una criba, que una selección.

Ha sacado un cuatro y medio, más o menos, no me acuerdo. Me he alegrado mucho por él, pero no puedo evitar que me duela que se vaya. Se irá a Cádiz. Si pasa el examen físico y médico se quedará dos meses en Madrid, hasta agosto, luego dice que no vendrá; que no podrá porque los viajes le saldrán caros.

Me ha dado el bajón, y eso que trataba de mostrarme alegre...; en realidad sí me alegra y me siento orgullosa, pero toda la gente a la que quiero se ha alejado de mí o se aleja.

Dani ha sido para mí un gran apoyo, mi amigo, mi confidente, nos ayudábamos mutuamente...
Aunque me alegre por él, porque le quiero, no puedo evitar sentir que le necesito también, por ese componente egoísta.
Ahora con su ausencia, muchas cosas van a cambiar...
Él ha sido la bisagra, una pieza indispensable en el engranaje de esta pandillita que hemos montado.

Le voy a echar mucho de menos... ¡Cómo si no me pasará ahora la vida echando de menos a personas tan importantes...! A Rosa, a ti, y ahora a Dani. No creo haga falta que te manifieste que tengo ganas de llorar, y si no lo hago es porque tengo que pensar para escribir.

He llegado a casa y no he podido por más que ponerme a escribirte, porque mi verdadera necesidad pasaban por estar entre tus brazos, por llorar entre tu cuello y tu hombro, por abrazarme a ti...
Pero no puedo necesitarte porque, ya ves...; estoy sola, soñando y deseando que pudieras estar conmigo.

Me duele la cabeza; lleva doliéndome toda la tarde desde que me lo dijo..., quizá porque he reprimido el dolor de ver que otro pilar de los que sustentan mi mundo, comenzaba a resquebrajarse.

No comprendo como puedo ser tan egoísta cuando debería sentirme bien por él; siempre ha querido marcharse, no quiere vivir aquí, trabajando como un mulo en la construcción, quiere ver mundo y acabar viviendo en Madrid.
Dice que necesita cambiar de aires y olvidar muchas cosas...

Claro que, me ha pedido que si Bego y Toni «rompen», se lo diga enseguida, que se volvería...
Bromas a parte, Dani es muy noble, y la verdad, a pesar de ser yo amiga de Bego y quererla un montón, pienso que no se merece, ni se ha merecido nunca el interés de Dani.

Voy a echarle mucho de menos. Tanto Ester como yo estamos así; tristes.
Bego no lo sé, no he podido hablar con ella, quizá se sienta hasta aliviada. A mí me da un poco igual como se sienta...

El viernes saldremos, y el sábado vamos a Zamora.
Dani propuso parar otra vez en el Castillo del Buen Amor al volver. «¡No, eso sí que no!»: le solté.
Soporté lo de Béjar, pero eso sería demasiado; no soportaría estar allí sin ti, recordando aquella «aurora real» que pareció nacer solo para nosotros dos... Si al final se empeñan, no sé que voy a hacer.
Podría consolarme pensando que en esa mañana del domingo, en unas horas podré estar hablando contigo, ya que al final han decidido que tenemos que estar aquí antes de las diez.
Vaya; se me olvida que cuando leas esto, todo eso habrá pasado ya.

Tengo que confesarte otra cosa, y no debería si pudiera anteponer, nuestra relación (como está ahora) y tu situación allí, a la amistad entre nosotros y mi habitual sinceridad. Pero no puedo evitarlo..., es que siempre va a ir antes la amistad y la sinceridad para mí.

Hoy, como te decía, me he hundido, y lo siento mucho, lo siento, lo siento Ben, pero he vuelto a pensar en «dejarlo». Rocky le puso el broche a la tristeza de esta tarde y ha vuelto a ejercer de bocazas, pero no de la forma que crees, sino de otra muy distinta. Cuando regreses deberías preguntarle sobre las cosas que me ha contado de ti, a ver que contesta... Espero que se acuerde.
El caso es que otra vez te he sentido «un extraño».

A eso se le sumó la sensación que tuve al ver todas las fotos de Portugal en casa de Ester (yo solo tengo tres); de repente todo aquello me pareció tan lejano... Sentí que cuando regreses, no serás el mismo de esos recuerdos, pero no solo tú; yo tampoco seré la misma y tuve un vértigo de dolor, porque me pareció que todo lo nuestro terminó el día en que te fuiste... Temo que por delante de nosotros, hay otro tipo de relación distinta, desconocida, nueva..., y eché mucho de menos algo que no volverá; a un «Ben» y a una «Aurora» que no volverán a sentirse tal y como aparecen en esas fotos.

Esto de Albania va a cambiarnos a los dos; ha transformado lo que sentíamos y no sabemos como lo vamos a llevar. No sé si logras comprender lo que quiero decir...

Cuando te fuiste, había un sentimiento que había evolucionado con los dos juntos, entre ambos, y aunque el sentimiento parece seguir evolucionando, lo esta haciendo entre nuestra falta del otro, con la soledad de cada uno.

Cuando vuelvas, quizá este amor esté más evolucionado que nuestra «costumbre del otro»; le va a ir por delante a nuestra experiencia de estar juntos... Es como si estuviera olvidando lo que es estar contigo, y que, cuando vuelva a estarlo, tendré delante a un ser que digo amar y dice que me ama, pero con la sensación de que no le conozco; como si nunca hubiera estado a tu lado, como si nos hubiéramos conocido por carta y por teléfono, porque casi es la realidad...

Sí; nos habremos conocido por carta y por teléfono; muchas cosas, demasiadas...
¿Te sentiré extraño?, ¿me dará una de mis «sensaciones raras» al estar contigo? Me imagino que será una experiencia parecida a la que debe sentir un amnésico, cuando le presentan a unos desconocidos como a sus padres, sus hijos o su pareja...
¿Te reconoceré?, ¿reconoceré al chico que tenga ante mí?, ¿al «Ben» que me escribe..., al «Ben» al que yo escribo?

No puedes pensar que todo irá sobre ruedas, como si los meses hubieran sido días; que comeremos perdices y tal... No puedo creer que tú no tengas estas preocupaciones.
Quizá las tienes, pero piensas que no merece la pena y es comerse la cabeza inútilmente..., en cambio esa es mi especialidad; un gran defecto tener mis movidas mentales...

Puede que no sea útil pensar así; en todo lo malo que pueda pasar... Pero, ¿y si lo es para estar preparado, por si ocurre? Y para poder..., no sé, afrontarlo mejor, arreglarlo.

El pasado queda ya muy lejano, el presente se tiñe de algo que no me llena, y el futuro, puede ser tan maravilloso como ahora se me antoja incierto e imprevisible...

Solo sé algo que se mantiene; que te quiero, y puesto que no sé ni cómo ni porqué, veo que es verdad; así es el amor que logra la auténtica fe.

Es muy tarde.
Hasta por la mañana, cielo.

De Salamanca a HamallajDonde viven las historias. Descúbrelo ahora