Te necesito tanto...:

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30 de mayo, domingo.

Te necesito tanto...:

Estoy volviéndome una completa egoísta; hoy por teléfono, he aguantado, pero te juro que casi me deshago en lágrimas al decirte: «Te necesito...»

Aún no he podido preguntarle «eso» a mi padre, no le he visto en todo el día.

Hoy la carta va a ser corta. Primero porque no estoy muy bien de ánimo, y segundo, porque necesito dormir, esta noche no he podido...

Mi esperanza querría levantarse por eso que me has dicho esta mañana; que el día quince puede que os releven, pero me parece tan poco probable...
Imagino que sólo mandarán más material y más gente. Algo así me comentó mi padre... Ojalá me equivoque. Lo que más deseo es que sea verdad que puedes volver dentro de...; ¿dos semanas o poco más?

Sería lo mejor para mí. Para ti y para todos... ¿Ves cómo soy una maldita egoísta y me he puesto en primer lugar?

Hoy estoy un poco harta de esta situación. No hago más que sentir una gran frustración pensando que el destino no me dejó vivir, salvo unas horas, todo el amor que descubrí por ti aquel día, once de abril que me parece tan lejano, tan perdido en una bruma de soledad... Es injusto que no nos diesen más tiempo para disfrutar de nuestro «descubrimiento»...
Es eso lo que más quemada me tiene.

Luego, está lo de Dani; va a ser un cambio fuerte, le voy a echar mucho de menos...

Él te prometió que cuidaría de mí, y lo ha hecho muy bien; no me ha dejado de lado nunca, me ha arrastrado a salir, me ha acompañado a cuanto necesité de él, me ha escuchado, comprendido, protegido...
Pero le debo mucho más, tanto..., ya antes de conocerte.
Es duro que otra persona fundamental en mi vida se vaya de mi lado.
Trato de pensar solo en lo feliz que se le ve...; se merece tener suerte.
Esta semana, que es la última, voy a agobiarte mucho con Dani, lo siento...

Mañana te contaré que cosas ocurrieron este fin de semana; alucinarás un poco.
No voy a disponer de mucho tiempo ahora para escribir; he perdido todo el fin de semana y el día cinco: ¡Examen!
Aunque ya me da igual lo que pase...

Estoy pensando que esta carta te llegará este miércoles, así que, bien pensado, lo mejor será contarte todo lo sucedido. Espero que me entre en un solo folio.

Cielo, te quiero... No he comentado nada aún, pero hoy también ha sido genial hablar contigo, y no me ha dejado tan hecha polvo como crees.

De repente, he tenido una corazonada, que espero que sea auténtica y se cumpla...
Mejor no decirla, si no, puedo conjurarla; a veces soy algo supersticiosa.
Es porque, en lo que llevo de vida, he aprendido que si te ilusionas o trabajas por algo que has planeado con sumo cuidado, se acaba jodiendo. Y que al contrario, cuando te desesperas y haces un drama por alguna situación fuera de tu control, esta se resuelve con facilidad y mejor de lo esperado.
Es como si a los hados les divirtiera hacernos sentir ridículos por haber montado «un numerito».
Yo por eso prefiero pecar a veces de pesimista.

Bueno, voy a contarte lo que hemos hecho desde el viernes, a grandes rasgos: este viernes, éramos cerca de catorce personas, reunidas por Josema por lo de su cumple.
Fuimos a La Luna, y allí, no sé cómo, acabamos con un litro de calimocho por cabeza; nos cogimos todos un buen puntazo.

Rocky, Fran y Jaime, rebuscando en un contenedor de obra, se hicieron con un gran aro metálico, y se dedicaron a simular que era un espejo; acabaron haciendo mil tonterías que se convirtieron en todo un espectáculo de mímica, con público y todo.

Luego acabaron todos con los pantalones en los tobillos...; es algo por lo que siempre le acaba dando a Rocky últimamente (jajaja). Así desvestidos, se dedicaron después a hacer carreras entre ellos por toda la plaza de La Tuca.
Para rematar el asunto de beber, fuimos al Bolero; allí se pusieron creativos con los chupitos y en un cachi, mezclaron todos los de colores, con guindas y anisete. A la invención la llamaron Cuchufleta.
Lo increíble es que aquel sospechoso líquido marrón estaba bueno, te lo aseguro. Imagínate el pedo que llevaban luego...

Al bajar al Kindin, saltaron el muro del solar que está antes del Paniagua, y se pusieron a hacer enormes ramos de flores; Rocky decía que la Cuchufleta despertaba el espíritu de la primavera en nuestro interior. Llevaron todos los ramos al Kindin y cubrieron el suelo del local con flores, a parte de hacer también miles de bobadas ridículas con ellas... Cuando se dedicaron a tirar flores encima del Ríu, él no paraba de gritar mientras los esquivaba: «¡Rocky, has muerto para mí!» (jajaja).

Cuando la noche por fin se tranquilizó y Rocky se fue a casa, a Ester y a mí nos acompaño Dani, tras pasar un rato hablando y riendo con un grupo de japoneses que nos encontramos.

Habíamos dejado a mis primos bailando con unos vagabundos (esos con perros, que lanzan peonzas, escupen fuego y tocan los timbales en la plaza de Anaya), y por la mañana, de camino a la graduación, me cruce en el descansillo con un destrozado Joselu que olía a gasoil; tenía la cara pintada de azul, como ellos, a lo Braveheart.

Eso fue lo que dió de si el viernes.

El sábado, como te dije, fuimos Rocky, Sergio, Dani, Ester y yo a Zamora. A mí se me fue pasando el pedo de por la tarde, pero poco; experimenté varias resacas cortas porque enseguida volvíamos a beber.

Nos alojábamos en casa Lola, la amiga de Ester. Es una tía muy maja, y como ya sabrás porque te hablo de ella en las cintas de casete, es la nueva ilusión amorosa de Rocky.
Ester y yo volvimos a darle unos cuantos consejos sobre eso: que tenía que disimular y hacerse el indiferente, tener paciencia, intentar hacerse primero su amigo... Y la cosa parecía que iba bien, y es que Lola tiene un gran sentido del humor y «estos» la encantan. Nos llevó a varios bares y se lo pasó de miedo, no podía parar de reír.

Luego fuimos a cenar a su piso unos macarrones, y ya les conoces; armaron todo lo que se podía y más.
Dani y Rocky estaban haciéndonos un striptease, cuando fueron interrumpidos por una compañera de piso de Lola y su novio, que justo al entrar por la puerta, fue lo primero que vieron...
Luego, solo se desnudó Rocky; y del todo..., (de verdad que le ha dado fuerte por el nudismo).
Menos mal que Lola no le vio, porque Ester y yo ya estamos más que acostumbradas y curadas de espanto (jajaja).

Volvimos a salir de marcha y nos pilló un diluvio universal (por eso tenía hoy así la garganta).

El resto de la noche ya fue tranquilo; hablando y riendo, haciendo y diciendo bobadas, bailando y bebiendo; lo más destacado de ese rato, fue que a Ester, muy borracha, le dió por acercarse a Sergio..., y cuando nos quisimos dar cuenta, se lo estaba casi comiendo.
Menudos «pases» de película que se dieron...; Dani y yo estábamos casi escandalizados (jajaja), y Rocky desternillado de la risa porque Sergio, a merced de Ester, parecía un muñeco. Verás..., es más que seguro que cuando regreses, aún puedas ver en el cuello de Sergio las marcas de la agresividad de Ester; te juro que no son chupetones, son hematomas, y al verlos, solo puedes pensar en trombocid.
Nos reímos mucho.

En otro momento, Rocky volvió a soltarme cositas... y fue cuando le dije todo lo que te he contado esta mañana por teléfono.
Esta vez, me vacilaba con que querrías ver a tu coche antes que a mí, y que no contara con verte hasta que no pasaras un rato largo al volante. Yo me reía y le replique que había datos que le faltaban; que no sabía nada de la situación entre tú y yo. Fui sincera, mucho, y como se suele decir: que Rocky cargue con las consecuencias de sus actos.
Se asustó cuando le dije que lo sabias todo; lo vi en su cara, y más cuando le conté lo que tú piensas. Ahí le tomé un poco el pelo en venganza personal; lo que me pude reír...

De cuatro y media a cinco, regresamos al piso de Lola. Nos abrió el sofá-cama del salón y otro mueble cama pequeño que había allí. Sergio, con su habitual pedo egoísta y sus «lesiones», se adueño de la cama pequeña. Ester, Dani y yo dormimos en el sofá-cama. Te preguntarás: «¿Y Rocky?» Pues ni corto ni perezoso y en calzoncillos, se metió en la cama de Lola, en su habitación. A ella le dió reparo echarlo y dejó que durmiera con ella, pero luego le dijo a Ester que no le hizo ninguna gracia.
A ver; ella sabía que Rocky es inofensivo. Realmente es un crío; para la juerga eso es genial, pero hay que reconocer que a veces es un maleducado.

Se acabó el relato.

Hasta pronto, Ben. Espero que hasta muy pronto...

Te necesito...

Te quiero.

Necesito volver a besarte..., de verdad que lo necesito.

Tú Auri.

De Salamanca a HamallajDonde viven las historias. Descúbrelo ahora