Otro día más...:

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19 de mayo, miércoles.

Otro día más:

Esperando nuevas cartas, esperando algo que me hable de ti, de como estás, que piensas, como te sientes...; hoy tampoco hubo nada.

Si Dios quiere, al menos habrás recibido las mías de la semana pasada y las cintas de casete.
Te quiero, cielo, lo sabes, ¿verdad?

De momento, solo tengo cuatro sobres tuyos; la última fecha es del tres de mayo, en la que por cierto, dices algo horrible: que podríais estar allí cinco meses.
Crees que es demasiado..., yo también; me da pánico.

De hoy no pasa; voy a tragarme mi orgullo y preguntar a mi padre qué sabe, aunque me diga que no tiene ni idea, algo sabrá.

Yo sigo pensando que te volveré a ver a finales de junio.

Este fin de semana se presenta interesante:
El viernes tenemos el concierto del grupo de mis primos. El sábado me iré al pueblo, puesto que vienen unos amigos de la infancia que viven en Santander, y hace dos años que no les vemos. El domingo es el cumpleaños de mi primo; el nano como dices tú. Ya tiene un añito y mi tía ha organizado una merienda para toda la familia. Hoy vamos a ir a comprarle regalos.

Tengo ganas de comprarte también una cosa, pero es bastante cara, y además, no creo poder encontrarla tal y como la quiero. Lo intentaré; quizá en junio disponga del dinero que me voy a ahorrar al no salir de fiesta por los exámenes... Siempre digo esto y nunca me salen los cálculos; suelo tener los mismos gastos.
Pero tengo que ahorrar para tantos y tantos planes que tenemos...: el concierto de Mike Oldfield, el cumpleaños de Bego y Ester (al final lo celebran juntas), las fiestas de Candelario, las vacaciones en la playa, sean donde sean...

Mi madre me va a mandar a la mierda, ya lo verás. Pero da igual, al final siempre me sale todo bien.
Hasta ahora no me ha negado el dinero para ningún viaje a Plasencia, ni todo lo que he gastado tantos y tantos fines de semana.

En fin, no voy a aburrirte con reflexiones que, más bien me estoy haciendo a mí misma.

Tengo que empezar a estudiar; solo quedan dos semanas para el primer examen, así que es hora de no «distraerme», de que yo también haga algo de provecho.

Acabo de escuchar Dile al sol, otra vez, el nuevo single de La oreja de Van Gogh...

Lo siento...; hay momentos en los que quisiera gritar, me dan ganas de destruir todo lo que me rodea, de llorar tanto que me doliera la cabeza hasta que estallara; quizá así despertaría de lo que a veces me parece una cruel pesadilla...

O quizá Dios se apiadara del dolor que me agota, que siempre estoy tratando de no derramar, de contener, de sofocar; porque es una garra que destroza mi interior, estruja mi corazón, lo desgarra, se aferra a mí garganta y permanece ahí, sin dejarme tragar ni saliva, ni permitir mi respiración...
Mi cerebro parece reducirse por la falta de oxigeno y tengo la sensación de que también se vuelve pesado, transformado en piedra que baja hasta mi garganta.
Mis ojos se nublan copiosos... «Pero Auri, no llores, no debes llorar»...; así acaba todo siempre.

Y entonces vengo a mi mesa y escribo, en el diario o a ti..., y me siento más liberada.

Me gustaría tener tus recuerdos constantemente a mi alrededor; las canciones, los lugares, la luz, las palabras, las imágenes, todo reunido; querría encerrarme en una habitación empapelada con todo eso hasta que volvieras, sin saber si es de día o de noche, sin tener que mirar en el calendario todos esos días que aún no están tachados, sin tener que sentirme tan lejos de ti algunas veces, alternadas con las que te siento cerca. Siento enloquecer..., me da tanta rabia sentirte y no poder tocarte... estirar mi mano y ver que en realidad no puede acariciarte a pesar de que por un momento parecías estar ahí, ante mí.

De Salamanca a HamallajDonde viven las historias. Descúbrelo ahora