Hola, B.:

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11 de junio, viernes.

Hola, B.:

Acabo de levantarme. Son las diez y veinte. Espero haber recuperado el sueño atrasado.

He soñado otra vez con tu regreso; por fin podía mirarte, abrazarte, besarte..., según los expertos en oniromancia, eso es malo a la hora de predecir el futuro por los sueños; según ellos hay más probabilidad de suceda lo contrario a lo soñado.
Creo que ya te lo conté una vez; si un sueño no es simbólico, es decir, de esos raros e incomprensibles, puede sucederte justo lo contrario a lo soñado. Ojalá en este caso no sea así... De todas formas, por mi experiencia, suele suceder a los pocos días, y está claro que no vas a volver en pocos días. Porque si no, no tendrías que recibir esta carta. No sé a que ha venido esta perorata... Será mejor que no vuelva a escribirte recién levantada, o con sueño, como pasó ayer.

Lo último que soñé hace un rato, fue que eran las dos, mediodía; tu hora para llamar... Bueno, mediodía es en realidad a las doce, pero no, llamarás a la hora de comer...

Hoy es uno de esos días en que tengo unas ganas enormes, más de las normales, de hablar contigo. Es por tres razones: para saber tu opinión sobre las últimas cartas, por si acaso os han dicho algo sobre volver, y sinceramente, porque de tu corazón a mi corazón, te quiero.

Si me atengo al sueño que he tenido, la respuesta a la segunda cuestión seguramente será un no. Tengo que recordarte que en las cartas que recibirás el día dieciséis, cuento cosas de «mi pasado»..., que estupidez es darme cuenta de que las acabas de leer (jajaja).

Lo de «nuestros pasados» se ha convertido ya en una expresión que me suena a cachondeo... Hemos mareado tanto la perdiz con este tema, que cuando nos pongamos a hablar de ello en persona, no voy a poder evitar partirme de risa.

Había decidido contarte una cosa muy íntima, pero mucho, mucho. Yo la considero así, porque no me llevo muy bien con mis reacciones instintivas y viscerales; es algo subconsciente y hace que me sienta tan avergonzada de ello..., rechazo hurgar en esa herida. Cuando esas emociones se manifiestan tengo que hacer un esfuerzo extra para controlarme con la cabeza, sé que tienen su origen en el miedo, el miedo a perderte...
Solo te puedo decir que he descubierto con dolor que soy más celosa y posesiva de lo que creía, bueno, en realidad sé de siempre que soy así, ya se me habían manifestado esas emociones, pero ahora esos sentimientos se han presentado con un pequeño matiz; se han creído con pleno derecho a manifestarse... Y yo no quiero, por nada del mundo, que mi corazón se convierta en la jaula de nadie, y menos de ti, que te quiero tanto. No puedo coartar la libertad de nadie para hacer lo que realmente quiera... Son mis miedos.
Solo puedo decir una cosa; confío en ti.

Sé que tu confías en mí..., y te aseguro, que no he traicionado a nuestro amor, en ningún momento; no he dejado de amarte en ni un solo instante. He tenido dudas sobre lo que nos estaba pasando, miedo, han caído losas del pasado..., incluso no me he sentido libre, hasta que por fin lo superé. Era normal, Ben..., yo no nací el día en que me conociste. Tú tampoco. No se trata de nuestros archifamosos pasados, de los hechos en sí; hay cosas que pasan por como soy y me siento, por todo lo que me ha pasado en la vida.

Pero ahora, todo eso se acabó, estate seguro. Y de hecho, ahora casi sí que podría decir que nací el día en que lo superé todo. Lo mejor, es que he nacido para ti...

El día en que releamos las cartas (o los días, porque entre tuyas y mías, hay todo un volumen), te hablaré de todo esto, lo sé... Espero que ese día quede todo claro.

Incluso, si me atrevo, te confesaré mi vergüenza; «eso» por lo que me he sentido celosa y posesiva. Es bastante vergonzoso la verdad...

Aún son las once y cuarto... ¡Pero qué lento pasa el tiempo cuando estás esperando algo!

De Salamanca a HamallajDonde viven las historias. Descúbrelo ahora