Hola...:

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29 de junio, martes.

Hola...:

Estoy enfadada.... Bueno, no es para tanto y no estoy enfadada contigo, porque sería ilógico.

Siento una animadversión muy fuerte por el gobierno.

Y tú dirás: «Pero, mi vida, si estoy en la lista de los que se van». Ya, ¿y qué? Eso lo sabía en mi interior, estaba segura, como prueba lo escrito en mis cartas anteriores. Sabía que no serías uno de los que se quedan.
Me siento decepcionada porque «lo guay» era pensar que volverías en una semana y no en dos...

Ahora que me percato de ello, creo que sí tienes un poco de culpa de mi mosqueo; hasta ayer, antes de recibir tus cartas, el día del regreso me daba un poco igual, porque lo importante era que volvieras pronto y no en septiembre. Pero al leer «lo del trajecito» y la camisa morada..., pues me emocioné imaginando que, de irte mañana, te podría ver así en el cumpleaños de «estas». Ayer por la tarde estaba tan ilusionada y feliz... (jajaja)

También me jode bastante que todo lo que puse en la carta de ayer, imaginando que la leerías aquí, no vaya a ser cierto.

También me fastidia que «la porra» la gane mi madre; debí haberlo adivinado cuando cada vez que me decía que volverías sobre mediados de julio, yo me cogía un buen cabreo y sentía un maldito apretón en mi corazón, señal clara que traducía mi mente: «Te jode porque sabes que es la verdad».

Me fastidia mucho que mi intuición se deje influenciar por mis deseos y sentimientos. Por eso es más fácil acertar con mi intuición sobre las vidas de los demás; es lo que dice mi madre. No puede mezclarse lo que tú deseas con tus intuiciones...

Me imagino que te preguntarás porque le doy tanta importancia a la intuición. Es fácil; porque acierto. He acertado tantas veces, con sueños, sensaciones y otras percepciones, que me lo tengo muy creído. Pero sé que no tengo esa capacidad bien entrenada, sobre todo cuando se trata de mi vida. En este caso es complejo saber separar el grano de la paja, y eso es en lo que suelo equivocarme. Pero me han dicho que me iré perfeccionando con el tiempo; que aún soy joven.

Vamos a ver..., ahora hay que adaptarse a esta nueva situación que trastoca todo el verano: te darán diez días de permiso, ¿no? Si estas aquí el día quince estarás libre hasta el día veintiséis.

Las fiestas de Candelario están en medio de todo ese intervalo de tiempo... Ojalá vuelvas antes del quince, porque si no, «Lisboa» no me entra por ninguna parte.

Se supone que el día veintidós tengo que ir a Béjar; eso nos da seis días de margen que supongo, preferirás pasar en tu casa, con tu familia, habituándote de nuevo a tu vida normal, y no por ahí de viaje. Siempre pensé que el fin de semana de Lisboa, sería el del diecisiete y dieciocho de julio. Ahora ya no sé cuando...

He de esperar que esto acabe teniendo algo de bueno, pero no lo veo; que aún tardes dos semanas en estar aquí..., son muchos días y ya no tengo exámenes. Es mucho tiempo disponible para seguir echándote de menos y pensar en ti casi todo el día..., ¡Cómo voy a aburrirte contándote como será mi vida hasta entonces!

Mira, voy a hacerlo ya, día por día, empezando por hoy, día veintinueve: Pues no tengo nada que hacer, son las diez y media de la mañana y toda la jornada por delante.

El día treinta, que es mañana, vuelve Bego de Béjar, creo. A lo mejor quedo con ella, si no, es posible que vaya de compras.
El uno de Julio, a lo mejor voy con Bego a la piscina del Cuartel. O iré de compras si no fui el día anterior.
El día dos viene Ester; se traslada al piso de Bego hasta que pase el cumpleaños. Saldremos. Se supone que también me llamarás.
El día tres dormiré la borrachera y volveremos a salir.
El día cuatro puede que me decida a ir a la fiesta de mi pueblo; a la misa del patrón y a la merienda popular. Eso me anima porque podré presumir de lo que más me gusta en el mundo: tú. Será un tranquilo y divertido día familiar y estará bien.
El día cinco me llama Belén y a lo mejor quedo con ella. Espero recibir también cartas tuyas.
El día seis no tengo idea, pero puede que todo gire en torno a preparar el cumpleaños de «estas».
Y el día siete será más o menos lo mismo, espero.
El día ocho, igual, aunque esperamos que suba Rosa. Si no, será el día nueve fijo, y saldremos esa noche. Además, yo «me mudaré» también, temporalmente, a casa de Bego, para estar todas juntas, como en marzo, ¿te acuerdas? Cómo olvidar el mejor fin de semana de mi vida...
El día diez espero que ya estés de viaje de vuelta a España. Tendremos la cena del cumpleaños y luego iremos al Navarro, donde habremos quedado con los chicos para emborracharnos, por variar (jajaja). A mí ya no me apetece ir de pija, sin ti y sin Dani no tendrá gracia ni incentivo.
El día once lo dedicaremos a superar la resaca, y a que de nuevo, Rosa nos deje. Pero esta vez esperamos que pase muy poco tiempo hasta reunirnos de nuevo.
El día doce, Bego y Ester se marcharán a Béjar y me quedaré sola en Salamanca...
Así que el día trece no tengo idea y el catorce menos idea aún...
El día quince, tampoco lo sé; solo espero que seas tú quien me lo organice.

Otra cosa buena que tiene esto de que no estés para el cumpleaños..., que digo; la única cosa buena, es lo de poder convertir ese fin de semana en «solo para chicas», y así, si quieres venirte a las fiestas de Candelario, nadie me va a poner ninguna pega ni hacer critica alguna.
Pero temo que al decirte que yo no quiero ir a Sequeros, lo más seguro es que te amotines y digas eso de: «Tienes mucho morro, tía». Te doy la razón; yo no quería controlarte la vida, lo he dicho y prometido. Haz lo que quieras, cielo (suspiro).

Pero si nada grave lo impide, tengo que ir sí o sí a Candelario; es algo planeado, hablado y decidido casi desde el curso pasado, a Bego le hace tanta ilusión... Te confieso que a mí no demasiada. No me apetece nada estar de camping, sin apenas dormir, enlazando borracheras con resacas, en un pueblo lleno de gente de toda la zona de la sierra y más allá... ¡Vete a saber con quién te encuentras!

Ellas me han contado que es así; un poco un infierno «de fiesta». Pero Bego pone una carita...
Yo las quiero a las dos, y me gusta hacerlas felices por encima del cómo, el porqué, el cuándo o el dónde estemos juntas. Y desde que se fue Rosa..., bueno, ya sabes la historia; la echamos mucho de menos, aunque ahora, cada vez que estamos todas juntas, disfrutamos el doble de cada momento.
Lo dicho: todo lo malo encierra algo bueno; «En todos los colores hay un grado de luz y en cada piedra duerme un cristal».

En fin..., me jode que no vayas a estar «a mi ladito» en esas vivencias, cuando me hacía tanta ilusión.

Tengo tantas ganas de estar de nuevo contigo... Vuelves, sí. Ya es seguro: estás en la lista...
Claro que me alegra, cielo, y estoy feliz..., esto por fin se acaba.
Pero a veces, a pesar de estar en la recta final..., aún me cuesta aguantar.

En parte por tu culpa y porque yo no debería tener tanta imaginación..., se me acelera el corazón cuando recuerdo el tono de tu voz por teléfono, hace semanas, cuando dijiste: «Todos esos planes me parecen geniales, ¿vale? Pero antes, tu y yo tenemos que ir a un hotel...»

Pero no te preocupes por mí, estaré bien; feliz porque solo me quedará pendiente lo que más dichosa me hará, que me digas: «Tal día me voy».

Si es el próximo fin de semana, seré feliz hasta el éxtasis; estaré con mis amigas, y aunque falte Dani y faltes tú, al menos ya estarás en el mar, de camino a casa. Pensar en ello me hará tan, tan feliz...

No importa si nos veremos el quince, o el dieciséis de julio, yo necesito saber ya que te estás acercando de nuevo a mí, y no habrá cambio de opinión, ni de planes, o más retrasos, porque estás en camino...

Me alegro de que esto termine..., ojalá pudiera decir; «Después de todo, no ha resultado tan duro». Pero no, ha sido muy duro... Ahora tengo que pensar que siempre hubo «premio seguro» al final, ¿no?

Espero que los días pasen rápido, a pesar que se me ha hecho un mundo el enumerarlos antes, pero en verano siempre vuelan, si encuentro distracciones...

Tengo unas enormes ansias de abrazarte, besarte y luego, donde sea, entregarme a ti. Y tengo tantas ganas de hablar contigo cuanto tiempo nos plazca..., y mirarte sin descanso, estar por ahí contigo, de juerga o en plan tranquilo, sentir de nuevo tu mano en la mía...

Te quiero, Ben.

Estoy completa y enteramente enamorada de ti.

Tu Auri.

De Salamanca a HamallajDonde viven las historias. Descúbrelo ahora