¡Junio, por fin es junio!:

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Hay días en los que sientes que todo cambia; un momento de transformación en tu vida. Te dedico estas palabras antes de escribir la carta de hoy porque esto es importante.
Luego te lo explico, pero antes he de escribir algo:

¿Qué es el amor?, ¿cómo es? Es lo que siento por ti y como lo que siento por ti, Rubén.
De repente adoro tu nombre..., perdona pero es que me gusta, y cada día más.

Dentro del hilo que enmadeja el mundo, se encuentran aprisionados miles de seres; de entre todos ellos, solo tú has tejido para mí, algo con sentido.
Hoy me he dado cuenta que, en verdad, es lo más hermoso que puedo evocar, porque hoy, ha nacido para ti una nueva Aurora.
Tranquilo, solo he cambiado a mi alma de ropa... ¿Qué?, ¿qué no me entiendes? Es que hoy estoy un poquito más loca de lo normal. Loca por ti, mi amor, mi Ben. Sí, mío...; hasta hoy no me lo he creído.
He creído en tu amor, en el mío, pero no creía que el destino te me hubiese «otorgado»... No había razones; te has presentado tan sorprendentemente en mi vida, tan inesperado... Se me hacía raro que ante ti, mi vida no supiera ni que pensar, solo se dedicaba a sentir: «¡ah, vale, amor, un amor nuevo...!», y yo estoy tan acostumbrada a que mi intuición me dé solo esbozos de las cosas... «¿Qué sentido tiene?»; pensaba. Hasta que hoy, me he quitado «las ropas viejas» del pasado que aún llevaba encima; no había sido capaz de despegarlas de la piel de mi mente.

Me siento cómo extasiada ante ti, nueva e inocente, como si jamás me hubiera enamorado, preparada para amarte con esa pureza que buscas.
Y ahora viene la carta presentable, sin estas reflexiones extrañas. Pero antes: te amo.

1 de junio, martes.

¡Junio, por fin es junio!:

Hola, cielo.

Tenía unas ganas mortales de que llegara junio; con los exámenes, los días pasan más rápido, muy rápido. No falla, siempre ha sido así para mí. Solo he conocido un junio «largo» en mi vida; el del noventa y siete, cuando dejé Filosofía y pasé de todos los exámenes, hice la nueva prescripción y tuve que superar mi depresión, me puse a perder todos los kilos de más que había ganado, y a recuperar la sensación feliz de estar viva, te hablé de todo aquello...

Hoy es un día especial, ¿por qué? Solo por una cosa: te quiero.

Tiene explicación...: no sé si lo habrás notado pero en estas dos últimas semanas había en mis cartas un cambio respecto al principio; estaba menos centrada en ti, incluso en una, llegué a pedirte que bajaras el tono emocional...; te confesé que me sentía abrumada. ¡Excusas vanas!
No quería preocuparte si te decía toda la verdad; eran las dudas las que me tenían agobiada...

Han sido tantas cosas, Ben...; primero fueron tus ideas sobre el futuro; me hiciste sentir muy rara, y te dije que yo no creía en las palabras «siempre», o «eternamente», y en ese momento, contigo aún menos. Intente explicarte, pero no lo hice bien, que me he pasado muchos, muchos años, creyendo que sabía quien iba a ser «el hombre de mi vida»: hace mucho que no siento nada por él, pero siempre supuse que algún día acabaría por reaparecer.
Creo, sin lugar a dudas, que he tenido ese poso en un rincón de mi mente hasta ayer.

También me vi obligada a afrontar las salidas de tono de Rocky, quise correr un velo pero me seguían haciendo mella; al menos de ello te he hablado abiertamente, en eso no me he callado.

Luego me dijiste que me ibas a hablar de Silvia. Y eso provocó dos cosas: que me sintiera incómoda con tu pasado y agobiada por el mío (te aclaro luego esto ¿vale?).

De repente, también supe que se iba Dani; era cómo un último eslabón de una cadena de adversidad.

Me sentía tan hundida que estaba confusa. Le he dado tantas vueltas al pasado...

De Salamanca a HamallajDonde viven las historias. Descúbrelo ahora