Te adoro, Ben:

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29 de mayo, sábado.

Te adoro, Ben:

Estoy un poco pedo..., y son las cinco y veinticinco de la tarde.

Anoche me acosté con el pedo, a las cinco de la madrugada, pero me levanté a las once para acudir a la graduación de los de Filosofía y ahora te explico porque estoy aún con el puntillo.
Tenía un poco de miedo de ir yo sola y al final todo fue muy bien.
El acto fue aburrido hasta que habló quien representaba a los diecisiete alumnos que se licenciaban; mi amigo Jorge. No le recordarás, pero te lo presenté en El Escaná.
Quizá venga mejor a tu memoria si te digo que te presente a él como «José Rubén», y tú me pediste que no te hiciera eso más, que tú eras «Ben».

Tío, hago un inciso para hacerte una pregunta..., bueno, dos: ¿qué nombre pone en tu carnet de identidad?, ¿y qué nombre pongo yo en los sobres de mis cartas?
Lo siento; quieras o no, te llamas José Rubén, da igual como pretendas que te conozcan, pero me parece que no es bueno despistar a la gente con «ese» diminutivo.
Lo lógico sería que primero dijeras tu nombre, si no completo, al menos Rubén, y luego si quieres, ya menciones como te pueden llamar...
Esto es una crítica constructiva, y te la transmito porque estoy con el puntillo, si no, a lo mejor no te la hubiera hecho.
Quieres que te diga un secreto; me gustaría poder llamarte de las dos formas. Ben me gusta muchísimo, pero también me gusta Rubén. Es un nombre muy bonito a mí entender; muy dulce, me parece que llama a la ternura y lo considero precioso, como Gabriel o Luis. Pero bueno, quién no tiene un trauma infantil con su nombre...

Y yo estaba contándote otra cosa, ¿verdad? Espera, voy a por más vino...

Ya he vuelto; es que he decidido seguir con el pedo en casa, antes de que en dos horas, vengan «estos» a buscarme para ir a Zamora.

Te decía que la ceremonia mejoró y me encantó como habló Jorge; me emocioné.
Ellos han sido una parte importante de mi vida. Aún así, me sentía extraña.
Me senté con la hermana de Jorge; las dos estábamos allí solas, por así decirlo.
Luego, con el vino, reconocimos que nos habíamos «salvado» la una a la otra; ella se sentía igual de fuera de lugar que yo, y eso que tiene más de treinta años.

Les impusieron las bandas y les entregaron las orlas; sabes que son, ¿no? Esos cuadros con las fotos de todos los de la promoción.
Han sido muchos los que me han dicho que yo debía haber figurado ahí. No les envidio, como te decía ayer, pero me emocioné mucho cuando les pusieron las bandas a Valeria, a Fer, a Jose, a Juan, a Jorge, a Lucía, a Guille...
Sobre todo cuando salieron Valeria, Juan y Jorge, mis mejores amigos allí; no en vano, son los responsables de que yo ahora sea una «alcohólica» y fumara todos los fines de semana (jajaja).
Y también son culpables de que aprendiera a valorarme un poco más como persona; sobre todo gracias a Juan, que se portó conmigo de «p.m.»
Es de Béjar, ¿sabes? Bueno, de La Calzada. Cuando estuvimos hablando un rato me dijo que seguro irá a las fiestas de Candelario; espero que nos veamos allí.
Le hable de ti..., bueno, a él y a todo el mundo, claro.

La gente se queda pasmada cuando cuento nuestra situación. En fin...
Es algo por lo que nos toca pasar, y como me ha dicho Juan, en la vida se alternan las rachas buenas y las malas, y si esta es mala, después vendrá una buena.

A Juan le aprecio de forma especial, porque fue el único que notó que a mí me pasaba «algo» antes de dejar Filosofía; el único que vio que yo no era la misma chica que había conocido el año anterior...
Por eso confié en él; me escuchaba, me daba su opinión y me aconsejaba. Pero siempre tuvo su mundo aparte, su novia y su trabajo en Béjar los findes; no podía apoyarme tanto en él...
También comprobé que sigue tan loco como siempre (jajaja). Por él fue que me regalaron en mi veinte cumpleaños el perrote blanco de peluche, ese que tengo en mi cama, ¿recuerdas haberme preguntado por él?
Buscaron el más grande porque era «el perro chico» de Juan; una expresión que él usa a modo de coletilla para todo, y que empezamos también a usar los demás constantemente, en bromas y cachondeos.

Hoy al verles, noté claramente que era para ellos un final, y también para mí en cierta manera...
Muchos se irán porque son de fuera, otros se quedan a hacer el CAP, como Valeria.

Pero hoy también he comprendido hasta que punto mi lugar jamás hubiera sido aquel.
Son personas maravillosas, geniales para compartir conversaciones interesantes, momentos ingeniosos y bromas divertidísimas..., pero nunca pude compartir el cariño, la emoción y los momentos de verdadera ternura y complicidad que he tenido con mis amigas de ahora, o con vosotros...

Encontré, al cambiar de carrera, a la gente que podía darme lo que necesitaba y a la que yo podía corresponder con lo mismo. Y te he encontrado a ti, que eres lo mejor que me ha sucedido...
Podría igualarlo con la amistad de Rosa y Bego, pero no.
La amistad con ellas es algo distinto, porque ellas tienen su vida y deben vivirla; yo solo formo una parte más, como ellas de la mía.
Pero tu para mí eres esencial ahora, lo más importante, y ocupas un lugar único en este momento; el del compañero que camina a mi lado en esta senda que es la existencia...
Te quiero, cielo. Ben, o Rubén..., eres tanto.

Si te molesta que te llame Rubén, te jodes, estoy pedo y no admito discusiones en este estado.

Como te decía mucho antes; hoy he aceptado que elegí bien, que la etapa en Filosofía no fue un error, que también mereció la pena, que me aportó experiencia y gracias a ello, ahora sé mejor lo que quiero.

Cuando me matriculé en Filosofía, yo me creía muy racionalista; pura mente a la que le gustaba la abstracción, y solo aceptaba con agrado la emoción por las artes.

No había conocido auténtica amistad; personas que se unen por algo más que tener que sentarse juntas por sus apellidos en el colegio, o porque sus familias se conocen...
No tenía mucha más afinidad con nadie; solo estaba verdaderamente a gusto conmigo misma, internada en mis mundos mentales, creativos, espirituales.

En cuanto conocí a personas que eran como lo que yo creí que necesitaba, en Filosofía, me di cuenta de que no era así en absoluto. Yo no era mental, era más sentimental; una brutal vitalista sensual que necesitaba la expresión de sus emociones, aún más fuerte y más alto que de sus pensamientos, que anhelaba sentirse viva, sentirse querida y amada, con un verdadero lugar en el mundo físico que la rodea.
Ese lugar lo encontré con Rosa y Bego.

Y gracias a ellas, yo empecé a llevarme más y mejor con mis primos, a conocer a sus amigos, y a que por último, te conociera a ti, mi ser perfecto: «Perfecto en vida y formas, perfecto en crear el amor».
Eres más de lo que siempre soñé, ya te lo he dicho.

Aún no te he contado porque estoy pedo..., bueno, es fácil imaginarlo; después de la ceremonia había un Vino de Honor en la cafetería.
Creo que, probando unos vinos y otros, he bebido el equivalente a más de media botella: soy una «gran bebedora».
Lo pasé muy bien porque allí no hubo nadie que no bebiera también bastante, y eso, quieras que no, une socialmente.

Me encontré a gusto, cómoda entre ellos otra vez...
Ya en casa (me trajeron en coche), sentí que yo ya no tenía nada que ver con ellos, que son el pasado y que no debo sentirme frustrada por haber abandonado aquello, no haber sido valiente y acabar aguantando... Porque salí ganando con el cambio en todos los sentidos.

No quiero que me malinterpretes; ellos son maravillosos, Valeria es genial, y espero que siempre mantengamos el contacto. Muy seguramente me tocará ir a su boda con Jorge, antes de lo que espero, creo. Y ese día me sentiré orgullosa, como hoy...; yo vi empezar y seguir toda su historia juntos.

Entre todos ellos, yo tuve mi lugar, y ese lugar tuvo su final; ojalá hubiera sido menos doloroso, pero ahora sé que nunca volveré a pensar ni a comerme la cabeza con ese pasado mío. A pesar de que incluso mi madre, me ha reprochado hoy: «Tú deberías haberte licenciado también, con ellos».

Ya llegará, tarde lo que tarde.

Al igual que tú volverás.
Entonces podré hablarte de todo esto sin estar un poco pedo, porque este estado alivia el dolor de echarte de menos, pero te estoy queriendo tanto a la vez...

Sabes que soy sincera.
Estoy borrachilla y loca por ti, Ben, Rubén.

Tu Auri.

De Salamanca a HamallajDonde viven las historias. Descúbrelo ahora