Te quiero, pero eres un «cabrón»:

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26 de abril, lunes.

Te quiero, pero eres un cabrón:

Te preguntarás asustado, «¿A qué viene eso?». Pues a que hoy llegaron tus cartas de Jaca (¡por fin!). Tú desconoces lo mal que me sentía ayer, y en contraste, leer hoy tus palabras me ha hecho llorar..., pero de felicidad. ¡Jamás me costó tanto leer una carta! Menos mal que no has podido verme.

Te quiero tanto... ¿Entiendes ahora mi pequeño insulto «cariñoso» del saludo? De verdad, me lo acabas de hacer pasar muy, muy «mal». Me vengaré escribiendo algo que te emocione hasta hacerte llorar. Aunque creo que eso lo hago bastante bien en las cartas que envié esta mañana. Creo que cuando las recibas, pensarás lo mismo que yo al leer las tuyas: «demasiadas coincidencias». Pero eso ya lo sabíamos, ¿no? Es esa magia; el poder de lo que sentimos el uno por el otro.

Mis lágrimas de hoy estaban llenas de dudas, por no saber si en realidad brotaban de tristeza o felicidad. Al leerte, me pasaba algo curioso; oía tu voz en mi cabeza, como en las películas.

Tengo que parar porque de repente me asaltan unos enormes deseos de vengarme. Allá voy...

«De las líneas que dibujan tu rostro inanimado, salen hoy como flechas, deseos que se clavan poco a poco en mi mente, paralizada por tu ausencia.

De la luz cálida que irradian tus ojos, salió ayer, cual bálsamo, paz que presiona feroz mi corazón.

Podría decirte que eres el sol y bajo tu amanecer, «ese amanecer», quiero danzar, vivir, estallar, con efecto de cautiva libertad que me ha concedido ser de ti «tu aurora».

Que estás lejos..., que estás cerca.

Que de tu vida pende hoy la mía.

Que mi sonrisa lleva hoy tu nombre, que mis ojos buscan tus sonrisas, que tu rostro vibra en mi alma con cadencia de suspiro, voz muda que solo sabe decir tu nombre.

Que por fin mi corazón puede hablar... Representas para mí una liberación, y te me entrego como soy, sin más.

No, miento..., te otorgo una mujer más perfecta que yo, que es digna de estar contigo, una que tus brazos y tus labios tocaron con tu magia poderosa.

Tú, mi hechicero, purificaste con la alquimia de la dorada influencia de tu presencia, a esta bruja enamorada que cree haber nacido para ti».

¿Te ha gustado? Espero que esta venganza hecha palabras no te haya hecho mucho «daño» (jajaja).

Estoy oyendo la cabecera del telediario; como es cita obligada de todos los días, tengo que dejarte un momento. Ahora vuelvo...

Pues no ha salido gran cosa, pero como siempre, terminé discutiendo con mi padre; se burla de lo mal que lo están pasando ahora los civiles serbios en Belgrado. Dice: «Si no hubieran apoyado lo que apoyaron...»

¡Estoy tan harta de esta guerra absurda!... (¿Acabo de sonar un poco a heroína trágica de película bélica? jajaja) En fin, dejemos eso...

Tras leer tus cartas, podemos empezar a entablar un diálogo entre nosotros, obviamente a través del papel, quiero decir.

Lo primero de todo, es darte las gracias por mandarme las fotos de uniforme. ¡Estás muy guapo..., pero tan serio! ¡Es porque me gustaría verte ahora sonreír! La verdad es que me da igual; me gustas de las dos formas, ya sabes; mi «teleñeco-Bogart». Por cierto; hoy se cumplirían cien años del nacimiento de Humphrey Bogart. Cuando averigüe la onomástica de los teleñecos también te lo diré (jajaja).

De Salamanca a HamallajDonde viven las historias. Descúbrelo ahora