¿Qué ha pasado, Ben?: (3ª parte)

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Ya estoy aquí.

Después de releer mi diario, han surgido aún más detalles para «matizar», sobre el que es mi tema favorito y que será el undécimo: nuestros comienzos.

Después de leer tus intenciones, siento mucho que las cosas no te salieran como esperabas; eso de que podrías ir muy despacio conmigo, tonteando..., y que tendrías más tiempo para sentirte libre.
Eso te pasa por creer que yo era una chica «formal» (jajaja).
No imaginaste ni por un momento que podría sorprenderte, ¿verdad?...

Yo no iba a concederte ese tiempo en cuanto noté que te «arrimabas» a mí... ¡Claro qué me di cuenta...!; de todas y cada una de tu maniobras de acercamiento durante la tarde en Béjar..., y de las dos veces que echaste a Bego, a Ester y luego a Brusli del coche, para conseguir que fuese yo a tu lado de copiloto.

Pensaba entonces: «¿Qué coño hago si Ben continua en este plan?»
Confieso que, de no ser por el alcohol, no me habría enrollado contigo...
Me explico; yo ya era consciente de que me atraías desde el fin de semana del concierto..., tu inesperado interés me empujó a seguirte el juego y tras los martinis, me puse lujuriosa, mirando las venas de tu brazo en tensión mientras conducías. Te pones muy sexy cuando conduces...

Si no llego a estar puntada aquel veinte de marzo, habría sido más cauta, hubiéramos pasado más tiempo coqueteando..., ese tiempo que dices que buscabas, aunque dudo que te hubiera «concedido» más de una semana...

Recuerdas como bromeé contigo en el Çiao: «Ben, ¿es que quieres emborracharme...?, ¿qué pretendes?» (jajaja).
La verdad es que, si no buscabas «enrollarte» conmigo tan pronto, lo hiciste muy mal... Me parece que sí era lo que pretendías, y te felicito; cumpliste mis deseos.

No creas que no tuve dudas. Me inquietaba sobre todo «el día después», y como le sentaría a nuestra reciente pandilla, puesto que imaginaba que serías solo un «rollo» más...; yo nunca esperé esto ni por asomo.

Tras toda la noche hablando y conociéndote mejor, deje de darle importancia; vi que contigo podría tratar cualquier consecuencia, que no habría ni problemas ni malos entendidos. Y como ya tenía experiencia en situaciones así, dejó de darme reparo lo que pudiera pasar.

Pero, en realidad, lo que acabo de decir solo eran pensamientos fugaces; me decidí porque te deseé.
Llevaba toda la noche divirtiéndome con todo aquello; en el Bolero, ¿recuerdas cuando puse mi pierna sobre las tuyas?, ¿y cuando después te cogí de la mano?
Dani no paraba de echarnos miraditas de cachondeo; me hacia gestos, y señas cómplices con las cejas, animándome a que me «enrollara» contigo. Yo le negaba con la cabeza, como para darme fortaleza, porque me había hecho una auto promesa en septiembre, y más o menos, la estaba cumpliendo; si me «enrollaba» contigo, me parecía que la rompía.

En esas estábamos, cuando dijiste que me llevarías a dónde yo quisiera, a cualquier lugar, que me llevarías a ver a Rosa tanto como pudieras... ¡Pero qué truco tan rastrero para ligarse a una chica! Espero que te avergüences de ello José Rubén Santos Martín. ¡Mira que prometerme en ese momento, lo que para mí era la luna...!

Recuerdo que miré de nuevo las venas de tu brazo... (¡Mmmm!) Me lo estabas poniendo tan difícil..., pero no me había decidido.
Fue al irnos del Bolero, aún cogidos de la mano, al llegar a la esquina del callejón, que de pronto pensé que quedaría bien besarte allí, en ese momento, era como algo ideal..., ¿no te lo pareció?

Me he divertido mucho recordando, mago embaucador... Te quiero.
Al final me «vengué» de tu opinión, ¿no? Hice que todo fuera muy rápido; también soy una hechicera, ¿recuerdas?

Al día siguiente veníais todos a ver el video a casa.
Yo quería despertarme antes de que llegarais, porque no podía dejar que me vieras recién levantada tras una juerga.
Pero no fue así y os presentasteis temprano; «¡Mierda!», pensé. Pero recordé enseguida que en casa de Bego, el finde anterior, no había tenido mejor pinta que entonces, así que me dió igual aparecer natural, con mis ojeras.
¿Qué sentí cuando te vi? No lo sé; era enormemente divertido. ¡Y encima llevabas tus gafas! ¡qué novedad!
Me gustó como te quedaban (y me gusta más ahora).
Luego, mientras veíamos el video del concierto, pensaba: «Está como avergonzado, nervioso, no se atreve ni a mirarme...»
Verte así me regocijaba por dentro y me dió poder de reacción, te miré un par de veces intentando coincidir contigo; recuerdo perfectamente tu sonrisa azorada, el bajar de ojos...
Pensé: «Fijo que no va a decirme nada, ¿Y si yo le digo algo?, ¿pero qué?»
Quería definir como estaban las cosas sin ser la primera en hablar...; yo había hecho ya bastante, no crees? (jajaja)
Aquella mañana me desconcertó saber que se alargaba mi intriga..., pero también era estimulante.

De Salamanca a HamallajDonde viven las historias. Descúbrelo ahora