Creo que un hola, Ben:

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9 de mayo, domingo.

Creo que un hola, Ben:

Voy a romper de nuevo mi promesa; hoy no puedo ser optimista. Perdóname.

No sabes hasta que punto me duele lo que estoy haciendo, porque, básicamente, te escribo para darte un disgusto.

Creo que he llegado a mi límite..., ni siquiera estoy segura, solo lo creo. Pero también pienso tantas cosas distintas a la vez...
Estoy tan confundida... No sé que sentir. Creo que no siento nada, solo un inmenso vacío.

Quizá sea parte del proceso de reacciones que leí en la fotocopia de los psicólogos del ejército; «ideas confusas, sentimientos encontrados, sensación de alivio contra depresión y culpa»...
No lo sé. No sé nada, solo que estoy cansada, mucho, no creí que iba a aguantar tan poco tiempo...

¿Cómo decirte que hoy dudo sobre lo que siento por ti? Lo lamento, perdóname...

Me has pedido sinceridad, confianza, y yo quiero ofrecerte eso. Tampoco puedo ser de otra manera.
La sinceridad es básica para mí y quiero confiar en ti; somos amigos ante todo, ¿no? Tú lo afirmaste varias veces antes de irte.
Perdóname por favor, lo siento. Lamento dudar, siento no verme convencida si te escribo que te quiero.

No sé qué es lo que me pasa. Después de las últimas horas, la situación ha cambiado por muchas cosas que se amalgaman en un todo confuso; me influyen, me agobian, más que tenerme cansada, me tienen harta.
Siento que no aguanto más y deseo que todo se acabe ya; y no sé si de nuestra separación, o el final de todo.

Este fin de semana me he sentido encerrada en una jaula por esta situación entre nosotros. Y ahora, mi única respuesta emocional ante tal agobio, es una necesidad de huida, de alejamiento.
Quiero apartarme de lo que me hace sufrir; empiezo a tomar esta actitud después de todo lo que me ha pasado.

Ahora me siento tremendamente egoísta; tú eres quién tiene más preocupaciones, a tí te toca la situación más difícil...

Y yo aquí, sin otra cosa que hacer que desestabilizar lo único que dices que te da ánimos; lo nuestro.

Me siento fatal... Quererte, te quiero, pero dudo de estar enamorada.
Ya eres mi amigo, parte de mi vida..., claro que te quiero. Pero respecto a «lo otro», hoy lo siento muy lejano, casi perdido, casi olvidado..., ¿por qué? No lo sé claramente, pero creo intuirlo. Como he dicho, son multitud de cosas...

La primera de todas; ¡Hace ya tanto que no hablo contigo...!
Era mentira eso de que no necesitaba oír tu voz; el efecto de las últimas cartas se agotó de forma fulminante. Ya son ocho días, pero en condiciones, suman dieciséis. Es mucho tiempo.
Necesito desesperadamente que llames si quieres parar esta cobardía, y no me aleje aún más de tu recuerdo; que es lo único que tengo. Si no hay llamadas, necesitaría al menos una carta cada dos o tres días, como poco...
Ben, para mí te estás quedando atrapado en el pasado. Tus cartas son del pasado, no vives el presente conmigo.
No sabes como me duele el corazón por todo esto... Solo me provoca decirte todo el tiempo cuánto lo siento y «perdóname».

La segunda circunstancia se produjo este fin de semana, en el que he llegado tan al límite de echarte de menos, que me ha desbordado.
Al ir al pueblo de Dani, con Rocky, Sergio y Ester, ¡No sabes cómo te eché de menos...! No puedo soportar que no estés... ¡Te necesitaba con rabia!

Creo que Rocky y Sergio se pasaron en sus vaciles para conmigo; te mencionaban todo el tiempo, sobre todo Rocky. Cuando no era él, era Sergio; «Que si Ben esto», «que si Ben lo otro»..., «el Ben hizo esto o aquello»..., «el Ben estará haciendo esto»..., «Ben por aquí y por allá»... ¡Llegue a un punto en que no lo soportaba!
Solo Dani entendió que me estaban haciendo daño, a pesar de mi actitud tratando de aparentar indiferencia.
No imaginan que escuchando sus historias, mi corazón gritaba: ¡Basta ya! No comprenden hasta que punto puede doler que todo aquello que viví contigo, se cortara de golpe...

De Salamanca a HamallajDonde viven las historias. Descúbrelo ahora