Lobo de Montaña (libros 1 & 2)

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Segunda y última Parte

El encapuchado se alejó y comenzó a afilar un cuchillo, Paula se descontroló y comenzó a llorar.

─Por favor, déjame ir, yo no te he hecho nada. Mi madre está al borde de la muerte, si muere necesito enterrarla, por favor, no tiene a nadie─ las lágrimas empañaban su rostro. Pero el enmascarado hizo caso omiso, siguió afilando el cuchillo como si nada. Los quejidos de Paula cada vez eran más tenues, estaba muy débil.

Cuando el desconocido terminó de afilar el cuchillo se acercó, la joven gritó muy fuerte, más que antes, pero el enmascarado cubrió su boca.

─¡Ya cállate!─ y con una mano muy temblorosa acercó el arma al rostro de Paula─. ¿Sabes por qué te elegí a ti?, porque estás impura, no solo eres una pervertida, sino una ladrona asquerosa.

─Por favor no me hagas nada, yo no lo hago intencional, es una enfermedad, de verdad, además, estoy embarazada, ¡ten piedad!.

─Esa criatura no puede nacer, será igual de impuro que su madre.

─¡No por favor, no!.

Deslizó el afilado cuchillo por su rostro pálido hasta llegar a su ojo.

─¿Sabías lo que le hacían a los ladrones en los tiempos antiguos?.

Todo se nublo, solo se escucharon los desgarradores gritos de dolor de Paula.

.

─Creo que es aquí─ dijo Omar mirando hacia todos lados para tratar de orientarse.

─¿Es una cueva?─ inquirió Alma.

─Al parecer si.

─Joder, este lugar está repleto de lugares secretos. ¿Qué crees que podrá haber dentro?.

─Solo hay una forma de averiguarlo─ entró de primero y ella lo siguió.

Todo estaba sorprendentemente iluminado, pero la sensación de muerte no faltaba en ninguna parte de ese maldito bosque.

─Dios ¿a qué huele?─ Alma se cubrió la nariz.

─Es carne podrida─ contestó Omar.

─Busquemos algo que pueda ayudarnos, o a Paula, y salgamos de aquí─. Comenzaron a buscar hasta que llegaron a una especie de puerta pero tenía candado.

─Espera, yo la abro─ sacó de su bolsillo una llave maestra.

─¿Para qué la tienes?.

─Nunca se sabe cuando la puedas necesitar─ abrió el candado y entraron.

Eran mazmorras, muchas de ellas.

─Aquí deben de tener a Paula, busquémosla─ Omar resopló.

Todas estaban vacías, solo quedaba la final cuando sintieron un ruido.

─Escondámonos─ le susurró al joven en el oido. Cuando la sombra estuvo a su alcance Omar se lanzó sobre él.

─Idiota, ¿qué haces?.

─¿Gui?─ inquirió Alma.

─¿Qué carajos haces aquí?─ zanjó Omar.

─Eso mismo os pregunto yo, ¿acaso están locos?, hay un puto asesino ahí fuera y ustedes andan de enamorados.

─¿Eso es lo que te jode verdad?─ Omar esbozó una sonrisa lobuna─ que yo haya ganado.

─¿De qué están hablando?─ intervino Alma─ no es momento para discutir.