Según esta teoría el término "enfermedad mental" en realidad está inventado, y las personas con este tipo de padecimiento ven al mundo como es en verdad. Por ejemplo, las alucinaciones y voces que escuchan los esquizofrénicos si existen en nuestra d...
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Creer Primera Parte
Lo terrible no es la muerte, sino las vidas que la gente vive, o no vive, hasta su muerte.
Charles Bukowski.
...
El vengador sonrió abierta y sádicamente, mostrándoles su felicidad a los horrorizados hermanos Garza. Manuel se encontraba tendido en el suelo, muerto, sus intestinos estaban destrozados y su cara de espanto permanecía intacta como si siguiera vivo, pero no.
Samuel observaba la escena, el terror apoderado por completo de sus ojos y expandiéndose por su fino rostro, ahora lleno de suciedad por los días sin darse un baño.
─¿Qué hacemos ahora?─ le preguntó a Fabián, en un susurro. Estaban ahí parados, al pie del cadáver de Manuel y el vengador justo en frente de ellos, con la sierra en la mano, encendida, lista para cobrarse otra víctima.
─No lo sé, pero si pasa algo, quiero que sepas que te quiero mucho, eres mi hermano del alma.
─No me digas eso, viviremos, ahora más que nunca necesito vivir, por Martín, por todos los que han muerto y no hemos podido hacer nada para detenerlo.
─Nos veremos muy pronto─ el vengador apagó la motosierra y desapareció entre las sombras del cubículo.
─¿Se fue?, ¿pero cómo?─ inquirió Samuel confundido. Ojeando la zona oscura de la estancia. Hasta que sus ojos recayeron en su profesor.
Fabián se acercó a la oscura esquina.
─Hay una puerta.
─¿Como dices?.
─Al parecer el desgraciado tiene escondites y métodos de acceso todo esto. Debió pasar años preparando todo esto metódicamente.
─Salgamos de aquí.
─Chicos─ Viki vino corriendo junto a Betty, esta evitaba mirar a Fabián.
─Han...han asesinado a Manuel.
─¡¿Qué?!.
─Fue muy rápido─ explicó Samuel con los ojos llorosos─ el vengador estaba ahí, entró por una puerta escondida y...lo mató con una motosierra─ lágrimas rebeldes se escaparon. Betty y Viki llevaron sus manos a sus bocas.
─Este lugar es peligroso ya, no podemos permanecer aquí─ añadió la pecosa─. Debemos hablar con Augusto y Teresa.
Gui llegó al campamento con Alma sangrando.
─¡Dios!, ¿qué pasó?─ preguntaron Viki y Betty, estaban temblando.
─Alguien le disparó con una flecha, pero, ¿por qué están manchados de sangre?─ señaló a los hermanos Garza.