21

5 3 0
                                    

Segunda Parte

─¡Evandro!─ habló Teresa, al parecer le advertía que cerrara la boca.

─¡Tu cállate zorra!, solo eres una criminal arribista.

─¡Ya basta!─ la voz de el sr Cifuentes resonó por la cabaña.

─¡Ya basta mis cojones!─ la vena del cuello de Evandro se alteraba cada vez más─ ya basta de arrastrarme ante ti, ¡loco de mierda!. Escuchen todos─ pidió la atención de los presentes.

─¿Papá que pasa?─ la consternación clara en los ojos de Dri.

─Lo siento tanto hija─ sus ojos cristalizándose, estaba a punto de llorar.

─¿Qué sientes?, ¡¿Papá, que hiciste?!.

─Yo...ellos...─ trató de decir pero Augusto lo interrumpió de un puñetazo.

─¡Qué cierres la boca!.

─¡Augusto!─ gritó Pilar horrorizada.

─¡Señor Cifuentes!─ Dri lo miró consternada, luego a su padre, no entendía nada─ ¿por qué ha echo eso?─ trató de ponerse de pie pero Vicente tosió fuertemente, obligándola a quedarse en su lugar, acariciándole el cabello y diciéndole que todo estaría bien cuando sinceramente hasta ella comenzaba a dudar. Augusto no dijo nada y desapareció del lugar. Evandro se secó la sangre del labio

─Dios, ¿a donde fueron esos chicos?─inquirió Pilar refiriéndose a los jóvenes que fueron por los troncos.

─Aquí estamos─ se escuchó la voz de Gui─ tranquilo Chente, te pondrás bien─ se dirigió a este.

Entre todos comenzaron a preparar la camilla para recostarlo y que Simón pudiera atenderlo.

Teresa logró llevarse a Evandro y Augusto fuera.

─¿Se puede saber que os pasa?, ¿se han vuelto locos?.

─Ya no me importa nada, mi hija y mujer están muertas, ya no tengo nada─ dijo con hastío.

─No digas tonterías─ susurró Teresa─ saldremos de aquí, mataremos a ese cabrón, ¿que pensarán los chicos cuando estemos fuera?, ¿que harán sus padres?, correcto, nos denunciarán y ese si será el fin de Valeria─ preguntó y se respondió ella misma porque era obvio.

─Nunca saldremos de este lugar, está lleno de trampas, y ¡joder!, como me recuerda a Emily.

─Eso es absurdo─ rebatió la señora Milán, muy segura─ tu mejor que nadie sabes que Emily debía morir, sabía demasiado al igual que Eloise.

─Eso no cambia el hecho de que la mataran─ otro puñetazo se estampó contra su ya golpeado rostro.

─De verdad no puedo con él, por favor Teresa encárgate ¿si?─ Augusto le lanzó una mirada despectiva al hombre tirado en el suelo. Intentó volver al interior de la cabaña para volver a poner su cara falsa y cínica de siempre pero Evandro no se lo permitió.

─Tú no vas a ningún lado maldito asesino─. Lo lanzó al suelo y comenzó a golpearlo, sus nudillos impactando contra el rostro de Augusto y su barba pronto comenzó a teñirse del líquido carmesí.

─¡Paren, maldita sea!─ gritó Teresa, y le resultó pues Manuel y Fabián salieron ante los gritos, separando así a los señores o de lo contrario acabarían matándose.

─¡Asesino, cobarde!─ aún le gritaba el señor Dávila a su compañero.

─¡Suficiente!─ la voz de Gui resonó, elegante, fuerte, autoritaria, líder como la de su padre─ ¿acaso no les da vergüenza?, ustedes deben dar el ejemplo aquí, parecen bestias rabiosas─ miró a su padre incrédulo y este captó el mensaje enseguida.

Lobo de Montaña (libros 1 & 2)  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora