Capítulo 42

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El equipo conformado por capitán, espadachín, segunda oficial, doctor y arqueóloga se adentró en el bosque sin saber qué les esperaba en su aventura, según Nami el tesoro estaba en el ojo izquierdo de la calavera y hacía allá se dirigían siguiendo las indicaciones del mapa rehecho por la navegante la noche anterior. Pero una serpiente gigante los atacó tomándolos por sorpresa, Yuna vio a la criatura y sudó frío, era como un rey marino en tierra.

— ¡Corran! — Gritó Zoro. 

La serpiente provocó un quiebre grupal y todos ellos terminaron perdidos en distintas direcciones. El bosque era enorme y la pelirroja no tenía tiempo de buscar a sus nakamas uno a uno, con suerte los encontraría en las ruinas de la ciudad donde sabía que debían ir todos. Al menos sabía que debía dirigirse al sur y era buena con la orientación, se lamentó por Zoro, quizás no volvería a verlo nunca más. 

Luego de caminar un gran tramo y sentirse agotada por la altura, sacó una píldora de suplemento y se la tragó con agua, eso le recordaba la energía que tenía en tierra, pero no la traía de vuelta. Sentía algo extraño, como si alguien o algo estuviera acechándola desde algún lugar del bosque. Se mantuvo cautelosa y siguió caminando, sus sentidos agudizados percibieron como esa presencia se acercaba más y no parecía ser sólo uno.

— ¡¿Quién demonios anda ahí?! — Se impacientó y gritó con rabia.

Un par de hombres con características de cabras aparecieron detrás de unos árboles, ambos vestían ropa blanca.

— Es una mujer. — Comentó el de la derecha.

— Una muy hermosa. — Le contestó el de la izquierda.

Yuna apretó los puños, no tenía idea de quienes eran, pero no le gustaba para nada que la acecharan sin intenciones de pelear.

— ¿La detenemos? — Volvió a hablar el de la derecha.

Se lo pensaron.

— No, no parece ser un peligro.

Yuna río sin gracia, se tiró al suelo y buscó en su mochila algo que ya extrañaba tener sobre ella. Se puso el cinturón de cuchillos y acomodó algunos en él, bebió un poco más de agua bajo la atenta mirada de los hombres cabra y volvió a levantarse haciendo su pose de pelea característica.

— Odio que me subestimen. — Dijo ella demostrando su enojo, no se las dejaría pasar tan fácil. 

Los hombres cabra pensaron, ¿Qué podría hacerles esa mujer flacucha en bikini?

Y un cuchillo se incrustó con fuerza en el árbol que separaba a los sujetos, un hilo resplandeció entre ellos. Sudaron frío al darse cuenta de la velocidad que poseía la chica cuando corrió hacía ellos ayudándose del hilo y los inmovilizó sin mucho esfuerzo para seguido amarrarlos, se alegró al no ocupar tanta energía. Recuperó el cuchillo y volvió a guardarlo en su preciado cinturón. 

Siguió andando, debía llegar pronto al punto de encuentro, pero se encontró a guerrilleros librando una batalla contra otros hombres cabra, todos ellos parecían fuertes. Decidió ignorarlos porque no podía desperdiciar su fuerza en ellos, algo mucho peor podría encontrarse en la ciudad de oro.

— ¡Tú! — Un guerrillero le detuvo el paso al darse cuenta de su presencia. — ¡No puedes estar aquí, esta tierra no te pertenece!

— No, pero no me iré. — Respondió molesta, no quería pelear, pero huir no era una opción a esa altura. — Así que o me atacas o te apartas, maldición. 

El hombre gruñó, sentía que con un golpe la derribaría y no sería un acto del cual sentirse orgulloso. Yuna esperó, se veía seria. La pelea empezó, él se lanzó primero y dio el golpe de gracia que fue esquivado con agilidad. Yuna aprovechó y le pateó la espalda tirándolo al suelo, el hombre soltó un quejido de dolor. Se levantó del suelo y siguió atacando, la pelirroja comenzaba a cansarse con cada golpe que daba y los que esquivaba, no podía concentrarse en adormecer sus músculos con tanto movimiento.

Yuna Hiroshi [One piece]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora