Capítulo 41

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El que parecía ser un cangrejo según Yuna, y que realmente no lo era, levantó el barco como si nada y lo posicionó en la cima de un altar de sacrificios en el interior de la isla prohibida. La criatura enorme se fue apenas los soltó y los mugiwara observaron cautelosos a su alrededor, aquel bosque de árboles gigantes era una extrañeza más de todas las que ya habían visto desde que llegaron a la isla del cielo. No conocían nada del lugar y cualquier cosa podía salir mal.

— Maldición. — Se quejó Yuna bajando del Merry y viendo como un mar de nubes rodeaba el altar de sacrificio dejándolos sin muchas opciones para explorar. — ¿Y ahora qué hacemos?

— ¿Nadamos hasta tierra? — Inquirió Zoro analizando desde lo alto del barco en busca de una solución quizás más viable.

Yuna bajó la enorme escalera del altar con cuidado y tocó las nubes para sentir la temperatura del agua, estaba bien para ella así que podía nadar.

— ¡Sí! — Gritó en respuesta con confianza.

Un ruido más parecido a un gruñido la alertó. Todo pasó muy rápido, Zoro ya estaba a su lado cuando se dio cuenta que un tiburón evolucionado del cielo intentó comérsela y el espadachín se lanzó para atacarlo con sus espadas de forma inmediata. Unos brazos aparecieron en las escaleras y jalaron a Yuna hacía atrás para resguardarla mientras el cazador de piratas se hacía cargo.

— ¡Yuna-san! — Exclamó Nami alterada por la situación. — ¿Estás bien?

Pero Yuna ni siquiera pudo responder, sólo le preocupaba que Zoro no había vuelto a salir a la superficie en largos segundos después de sumergirse junto con el tiburón. Se deshizo con rapidez y agilidad de los brazos de Robin que la sostenían y se lanzó al agua sin pensarlo, al zambullirse, todo estaba oscuro y no veía nada, pero oía claramente. Nadó hasta que encontró al tiburón arrastrando a Zoro en su hocico y sacó un par de agujas de hierro que escondía en sus coletas, las lanzó y le dio de lleno al tiburón dejándolo fuera de combate. El espadachín la vio y nadó hacía ella, la tomó del brazo y la llevó con él para salir del agua, Robin les dio un par de manos para que se ayudaran a subir.

— ¡Tonta! — Gruñó Zoro sacando primero a Yuna y luego subiendo él. — ¡Lo tenía bajo control, no tenías que entrometerte!

— En lugar de quejarte, deberías agradecerme. — Ella respiraba con dificultad, se había esforzado de más, otra vez.

Zoro refunfuñó molesto y la tomó en sus brazos para subir hasta el Merry, no le gustaba que ella cruzara sus propios límites para protegerlo cuando él podía hacerlo solo. Nami les dio un par de toallas y se fue en busca de nueva ropa para ambos.

— Qué valiente eres, Oficial-san. — Robin se hincó a su lado y le ayudó a secar su cuerpo con ayuda de una toalla más pequeña. — Pero el espadachín-san tiene razón, él podía encargarse.

— No me importa qué creas. — Masculló en respuesta. — Si él o cualquiera salta, yo iré detrás.

Zoro suspiró, lo odiaba, pero no podía hacer nada al respecto, ella era así. 

— ¡Yuna-chan! — Gritó el renito de nariz azul con enojo, Yuna se tensó al notar el estado de ánimo del doctor del barco. — Debes dejar de ponerte en riesgo o te ataré al mástil y no podrás vivir una aventura real.

— Sí. — Murmuró en respuesta sintiéndose regañada y bajó la mirada.

Robin río al darse cuenta del respeto que sentía la pelirroja por el doctor, aunque fuera la criatura más tierna del mundo. Nami le dio una bata de baño a Yuna y le arrojó una camiseta azul a Zoro, ambos entraron en calor al poco rato.

Yuna Hiroshi [One piece]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora