THE HUENINGZ (Editando)

8.|Día de la prueba

Dos días para el examen de admisión y Bahiyyih todavía tenía dificultades para memorizar ciertas partes de Historia. Estar bajo la presión de su madre no era motivador, recibir insultos y exigencias no era algo que pudiera mantener a alguien tranquilo o concentrado.

Había cosas que no podía memorizar por más que lo intentará, y realmente lo estaba intentando. Era como si su mente cada vez que creía lograr entender algo, se iba a otro tema, solo confundiendola aún más.

—¿Cómo no puedes aprender algo tan básico? — Reprochó la mayor a Bahiyyih que solo se encogió en su asiento, sintiéndose cada vez peor.

¿Básico? ¿No lograr comprenderlo la hacía una idiota? No estaba segura, pero sabía perfectamente que era muy cruel lo que su madre estaba haciendo. Soltó un suspiro y volvió su atención al libro frente a ella.

—No es tan fácil aprender todo esto en menos de una semana —murmuró. De hecho, era imposible para alguien que nunca había tocado un libro sobre la historia de Corea. No podían simplemente llamarla estúpida por no memorizar en menos de una semana lo que era enseñado en años.

—Kai comprende y domina cada tema, pero tú no. —Para Bahiyyih, se sintió como si una espina estuviera picando en su garganta. ¿Por qué la comparaba con su mellizo? Y mientras quién se suponía era su madre, la llama estúpida de formas sutiles, su corazón empezó a sentirse presionado de alguna manera, pensó que en cualquier momento lloraría.

Tragó duro.

Lo último que escuchó cuando la mujer salió fue más hiriente que cualquier anterior comentario . La puerta se cerró dejando a Bahiyyih completamente sola. Ella acuno su rostro en ambos brazos que había extendido alrededor de la mesa.

«¡Lo estoy intentando, juró que lo intentó!».

Mordió su labio tratando de contener sus ganas de llorar, se dió cuenta de que su intento era miserable cuando sintió dos grandes gotas saladas en sus lagrimales y después ambas se deslizaron mojando sus mejillas y brazos.

Se levantó antes de que las hojas del libro se mojaran. Intentó detener su silencioso llanto, pero fue en vano. Empezaba a sollozar y la presión en su corazón solo crecía.

«¿Por qué eres tan cruel?». Preguntó, sabiendo que no recibiría respuesta incluso si ella estuviera todavía en la habitación. No es como si alguien pudiera leer sus pensamientos de todas maneras.

—No le eches la culpa a papá —susurro.

Él nunca la había echo sentir miserable, la apoyaba apesar de que era la que más problemas le daba. Que que su madre de alguna manera nunca hizo, apoyarla, al contrario, era como si buscará cada oportunidad para despreciarla y humillarla.

«¡Yo no pedí venir aquí! Quiero volver a casa, extraño a papá, no me gusta estar con mamá, este no es mi hogar...».

El crujido de la puerta la alertó, intento secar sus lágrimas. ¿Había vuelto? ¿Para que?

¿Para regañarla de nuevo?

—Hiyyih...

Volteó lentamente al darse cuenta de que, en realidad, no era su madre. Su mellizo y el chico que siempre estaba con su familia desde que llegó, se acercaron con notable preocupación. Probablemente habían escuchado lo que había dicho su madre.