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En la primavera de ese año, Chanyeol había seguido observando a la lejanía a Baekhyun, parecía feliz jugando con el tren que él le había dado, a su modo, se sentía importante y reconocido, pensó que debería sentirse de la misma manera cuando su padre le daba comida al pueblo en las fiestas de invierno y lo celebraban como si fuera lo mejor que hubieran visto sus ojos, pero Chanyeol estaba seguro de que no lo era. Pero para alguien tan pequeño como Baekhyun, no podía dejar de pensar en que seguramente no conocía nada del mundo.

Algo que para él era tan común, seguramente para Baekhyun sería una maravilla, de hecho, cada que podía, Baekhyun le volvía a agradecer por ese viejo juguete que había estado en su baúl por años, porque ya no jugaba con eso, en realidad, ya no tenía tiempo para jugar con eso, porque tenía estudios, tenía que salir con sus padres y en realidad, era un poco menos que basura para él, pero Baekhyun siempre que tenía oportunidad, volvía a acercarse para agradecer y preguntarle si de verdad, ya no quería ese juguete y cuando Yeol volvía a negarse, de que no lo quería y podía quedárselo para siempre, hasta que para él fuera basura también, entonces podría botarlo o lo que fuera, pero Baekhyun decía que no, porque eso le recordaba a un sueño que tenía, subir a un tren de verdad, pero ese era un sueño que los ricos si podían darse, de hecho, Chanyeol lo haría ese invierno.

Mientras la nieve cubría toda la casa, Chanyeol estaba viendo con una mueca altanera, como subían sus baúles con pertenecías al carruaje tirados por caballos, lo que lo llevaría hasta la estación, entonces había regresado su mirada, donde muchos de los sirvientes lo miraban y hacían una reverencia eterna para él, para desearle un buen viaje, pero entre ellos, Baekhyun lo miraba con sus ojos brillantes y no pudo evitar sonreír y terminar acercándose, con sus pies hundiéndose en la nieve.

-¿De verdad se va, joven amo?- preguntó Baekhyun, con el tren en las manos. –Estudie muy duro.- dijo con una reverencia, entonces Chanyeol terminó riéndose un poco, no podía evitar sentirse atacado por todo eso, así que solo había revuelto el cabello de Baekhyun, el que se estaba llenando de pequeños copos de nieve, pro el terrible clima, aunque era apenas medio día, así que se había quitado el gorro de lana que llevaba en su cabeza y terminó poniéndoselo a Baekhyun sobre su cabeza, incluso amarrando bien la cinta que llevaba debajo de su barbilla, sus mejillas estaban rojas del frio, así que eso debería cubrir su rostro, aunque no iba a arreglar el frío de su nariz.

-No tiene que hacerlo, joven amo.- dijo la madre de Baekhyun, queriendo devolver el gorro, pero Chanyeol solo suspiró.

-Creo que le hace más falta que a mí.- dijo con una pequeña sonrisa, que aunque fuera sincera, siempre parecía demasiado grosera. –Me voy, cuiden bien de su salud y de ustedes mismos, espero verlos a todos una vez que regresé.- Regresó su mirada a Baekhyun y terminó sonriendo –Espero aun verte aquí cuando regrese, debes decirme que fue del tren.-

Baekhyun dio un paso cuando Yeol avanzó sin más, como si se tratara de un emperador andando con todo el honor del mundo para poder subir a su carruaje, cuando la nevada se hizo peor.

Según había escuchado SeoHyung, Chanyeol iba a estudiar fuera para poder aprender el oficio de su padre, a su vez, terminaría tomando nupcias con la hija de una buena familia cuando tuviera unos dieciséis o diecisiete años, para entonces, sería considerado como un adulto y un hombre de sociedad, SeoHyung estaba impresionada por ver a alguien tan joven, andando hacía su futuro, porque había sido escrito para él, mientras tanto, miraba a Baekhyun y esté abrazaba su tren y ahora tenía su gorro cuidándolo del frío, no pudo evitar sentir, algo de lastima por el joven amo.

La casa no cambio mucho después de eso, solo que no había que ir a la habitación de Chanyeol para darle comida o cuidar de él, de hecho, el acceso a está estaba prohibido a menos de que hubiera que sacudir un poco el polvo, aunque toda la habitación, seguía conservando ese aroma a ese niño, SeoHyung sentía que una parte importante de él se había quedado ahí, quizás su infancia, quizás sus ganas de no irse, pero algo estaba flotando en el aire, aunque estaba tratando de fingir que no pasaba nada.

Crisantemo RojoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora